[Por: Virginia Azcuy]
El evangelio trata de la “tempestad calmada” (Mc 4,35-41). La secuencia del vendaval, las olas y el miedo a la muerte, junto a la pregunta acuciante “¿no te importa que nos ahoguemos?” (v.39), da lugar a la acción de Jesús, quien increpó al viento y sobrevino la calma. En nuestra vida, como en la de quienes estaban en la barca, no faltan los momentos de angustia y temor, por eso la meditación de este relato puede ser muy oportuna y sanadora. También nos puede ayudar la lectura del Salmo 107 (106), porque trae a colación diferentes situaciones de necesidad y peligro en las cuales se puede experimentar la salvación y dar gracias por ella. El mensaje de salvación ofrece una vida nueva que podemos considerar…
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