El corazón, la razón y la persona

19 de Junio de 2021

[Por: María Clara Lucchetti Bingemer]




El corazón en la historia de la humanidad no se concibe solo como el músculo que bombea la sangre a través del cuerpo en movimientos sistólicos y diastólicos incesantes. No es solo la sed de las emociones y sentimientos tan utilizados por la literatura romántica para expresar aquello que hace que el corazón de los enamorados lata en diversos y variados ritmos y tonos.

 

La simbología del corazón en las diversas religiones es muy rica. Demuestra que aquello que es nuestro centro vital, situado en plena corporeidad nuestra y cuando sufre cualquier fragilización pone en riesgo nuestra vida, puede cargar un significado de profunda riqueza espiritual, que va más allá de lo biológico o incluso de las diversas pasiones.

 

En la mitología greco-romana, base de la cultura occidental, el corazón es símbolo del nacimiento, del principio de la vida. Esto se debe a Zeus, el Dios más poderoso del Olimpo, que se traga el corazón aún palpitante de Zagreu, generando de ahí a su hijo Dionisio. También en el antiguo Egipto, el Salón del Juicio correspondía al lugar donde los corazones de los muertos eran pesados. Y el órgano que bombea la vida a toda persona era visto y considerado como sed de la sabiduría y la inteligencia, siendo asociado con la verdad y la justicia.

 

También en las religiones orientales la simbología del corazón se hace presente. En la India se concibe que por asegurar la circulación de la sangre y ser el centro vital del ser humano, el corazón es el símbolo de la dirección de Brama, la divinidad suprema del hinduismo.

 

En el Islam, el corazón es considerado como el trono de Dios, la sed y la morada de la divinidad. Y cuando aparece un corazón alado, entonces se reconoce el símbolo del movimiento islámico Sufi, que cree que el corazón se sitúa en el movimiento y en el espacio entre el espíritu y la materia, entre el cuerpo y el alma. Simboliza el amor de Dios, el centro espiritual y emocional de los seres.

 

En el cristianismo, el corazón es entendido como centro o núcleo del ser y de él se originan la oración, es decir, el impulso de la fe que conduce al diálogo amoroso con Dios y también las acciones y conductos morales. 

El corazón es la morada de Dios, donde habita su Espíritu que es el Único que puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la decisión, en el más profundo de las tendencias humanas psíquicas. Es la sed de la verdad, donde el ser humano está llamado a elegir la vida o la muerte.

 

Como sed de la personalidad moral, el corazón es el lugar de donde surgen los buenos y los malos impulsos, que deben ser discernidos para tomar las decisiones adecuadas para una vida plena y feliz. Sin embargo, el ser humano, creado por Dios, no está constituido solo de corazón. También la razón por la que refleja, ponderá, evalúa, es elemento fundamental y constitutivo de su ser y de su identidad.

 

El gran pensador francés Blaise Pascal reflexionó mucho sobre el corazón. Aunque dotado de una inteligencia brillante, atraída por el pensar y la actividad intelectual, valorando por tanto la razón, Pascal desconfía de la razón, manoseando y denunciando frecuente y fuertemente sus límites. Aunque defina al ser humano y su dignidad en conexión con la razón y el pensar, Pascal entiende que el conocimiento de la verdad no puede ser golpeado solo por la razón que para él camina junto con la fe y reconoce el momento en el que debe someter - Sí. A pesar de afirmar que la sustancia del ser humano está hecha de una aspiración y hay en el fondo de cada persona una especie de presencia divina que sobrepasa la naturaleza humana-precisamente el contacto con el infinito-afirma también que si Dios existe es incomprensible por la razón humana . Aquí es donde él afirma el conocimiento por el corazón. El corazón, por lo tanto, según el filósofo francés, no es sólo sentimentalidad, sino lo que es el ser humano más sustancialmente, es su naturaleza más profunda. Allí es donde puede haber una comunicación por contacto con Dios.

 

La frase más conocida de Pascal es: “El corazón tiene razones que la propia razón desconoce”. Así, oponiéndose al racionalismo y al fideísmo, Pascal va a situar al mismo tiempo la importancia del corazón en la concepción de ser humano y sus límites . Pues, se reconoce la primordialidad del corazón para un equilibrio entre el cuerpo y el espíritu, Pascal también admite que excluir la razón es un exceso no admisible, y tan reprobable como magnificarle excesivamente la importancia.

 

Dos eventos nos llaman la atención en este mes de junio. El primero es San Valentín, cuando los corazones enamorados se declararán por enésima vez el uno al otro e intercambiarán regalos y caricias. Otro es el énfasis que la espiritualidad cristiana trae en este mes alrededor del corazón de Jesús. A los enamorados de ayer, de hoy y de siempre el corazón de Jesús, que latió y latió en el pecho del galileo que hizo girar la historia sobre sus gonzos demuestra que solo se conoce bien-y por lo tanto solo se ama verdaderamente-con el corazón. Sin embargo, es inadmisible que un verdadero amor esté hecho solo de sentimientos que pueden ser superficiales si no pasan por la reflexión y la ponderación de la razón.

 

María Clara Bingemer, profesora del Departamento de Teología de la PUC-Río y autora de ′′ Mística y Ascesis: de la tradición platónica a la contemporaneidad ′′ (Editora Voces), entre otros libros.

 

Imagen: https://ministeriointernacionalepdd.wordpress.com/2015/07/02/el-corazon/ 

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.