12 de Junio de 2021
[Por: Mauricio López Oropeza | ADN Celam]
Hace más de 55 años, en el marco del parteaguas que ha representado el Concilio Vaticano II, la Iglesia ya afirmaba con fuerza y claridad el sentido universal de la educación, su peso y valor ético no negociable, y sobre todo, su aporte para la construcción de la sociedad; de una ciudadanía eventualmente capaz de construir un mundo justo y solidario, y la importancia del reconocimiento y respeto de la diversidad. Si bien la sensación, hoy como entonces, es que estamos todavía muy lejos de alcanzar el sueño anhelado, precisamente por ello es imperativo seguir impulsando esta reforma estructural desde las raíces, buscando que tenga siempre aroma y color de Evangelio…
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