[Por: Eduardo de la Serna]
Ya desde su nacimiento, la teología de la liberación (TL), puso su mirada en “la causa del pobre”. Como teología profundamente bíblica, que siempre quiso ser (al menos muchas corrientes de la TL), supo descubrir el lugar bíblico central que “el pobre” tiene. Gustavo Gutiérrez recurrió, especialmente (como era razonable en su tiempo), a dos grandes biblistas de habla francesa: A. Gelin [Los pobres de Yahvé] y J. Dupont [Las bienaventuranzas]. Tres elementos confluían en el término: los pobres, que eran destinatarios de un “amor preferente”, fundamental; la pobreza, que era una situación cruel e injusta, a la que se debía combatir y la actitud pobre (“infancia espiritual”) que es de esperar de todo cristiano (y – por tanto, también – del teólogo). Esa triple actitud no parece que deba dejarse de lado, aunque – y aquí el tema – debe ampliarse en su mirada…
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