La lógica sacrificial de Bolso-Nero

01 de Mayo de 2021

[Por: Juan José Tamayo]




La caracterización que mejor define a Bolsonaro es la de Bolso-Nero, que le aplica el escritor y teólogo brasileño Frei Betto en una certera comparación con el emperador romano. Comparación que extiende a la lógica política seguida por ambos: Nerón, ordenando el incendio de Roma y tocando la lira mientras ardía la ciudad; Bolsonaro, ejerciendo la práctica sacrificial y la necropolítica desde su toma de posesión y aplicándola especialmente durante la pandemia. La necropolítica seguida por él es la que decide quiénes deben vivir y quienes tienen que morir1.  Y, conforme a su lógica sacrificial, quienes tienen que morir son las personas y los colectivos más vulnerables de la sociedad, que él considera sobrantes, desechos humanos: personas indígenas, afrodescendientes, habitantes de las favelas- A día de hoy, 30 de abril de 2021, ya se ha superado la cifra de 400.000 personas muertas por la covid-19 a razón de cerca de 4000 por día y las personas con alcanzaron las 14.590.078.

 

En una entrevista publicada por el periódico uruguayo La Diaria política el 15 de agosto de 2020 Frei Betto afirmaba que “en Brasil existe un genocidio”, como demuestran hoy las cerca de 400000 personas muertas durante la pandemia, muchas de las cuales podrían haberse evitado si se hubieran seguido las medidas preventivas y restrictivas adoptadas por otros países2. 

 

Se trata de un genocidio intencional, ya que “Bolsonaro está satisfecho con la muerte de otros. Para demostrarlo cita una entrevista de Bolsonaro en 1999, siendo diputado nacional, en la que afirmaba: “Votar no cambiará nada en este país, absolutamente nada. Desgraciadamente solo va a cambiar si un día entramos en una guerra civil aquí e hiciéramos el trabajo que no hizo un régimen militar: matar a unas 30.000 personas”. 

 

Preguntado a la puerta del palacio presidencial si no le importaban las víctimas de la pandemia, dijo no creer en las cifras oficiales de muertes. Unos días después, su contestación a la misma pregunta fue: “Todos moriremos algún día”. Para él, liberar el comercio de armas, sigue afirmando Frei Betto, es mucho más importante que liberar recursos para salvar la vida del pueblo brasileño. 

 

Desde el comienzo de la pandemia declaró que lo importante no era salvar vidas humanas, sino salvar la economía. Por eso rechazó cumplir las directrices de la Organización Mundial de la Salud y se negó a importar respiradores y equipamientos de protección individual. Fue tal su desdén y desprecio hacia las recomendaciones de los organismos internacionales para proteger la salud, que el Tribunal Supremo brasileño tuvo que delegar la responsabilidad en los gobernadores y alcaldes. 

 

Betto califica al Gobierno de Bolsonaro de delincuente “por dejar morir a personas ancianas para ahorrar recursos de la Seguridad Social, dejar morir a quienes tienen dolencias pre-existentes para ahorrar recursos del Sistema Nacional de Salud y permitir que los pobres mueran para ahorrar recursos del programa de Renta Familiar y otros programas sociales para 52,5 millones de brasileños que viven en la pobreza y los 13,5 que están en la pobreza extrema”3.

 

Estos son algunos ejemplos que justifican mi calificativo de Jair Messias Bolsonaro como teólogo y predicador del teísmo político en su versión cristo-neofascista. ¿Se necesita alguna prueba más?

 

Sí, todavía hay otra: el nombramiento como ministro de Educación a Milton Ribeiro, pastor presbiteriano homófobo y machista, que en sus sermones ataca a los educadores y las educadoras, condena el matrimonio igualitario y defiende el uso de la violencia en la educación, citando como justificación la Biblia fuera de contexto: “Castiga a tu hijo mientras haya esperanza, pero no te excedas al punto de matarlo” (Prov 19,18). Ha llegado a afirmar que las universidades son centros de enseñanza “de sexo sin límites”.

 

Con estas ideas en torno a las personas dedicadas a la educación básica y a la docencia universitaria, Milton Ribeiro no parece ser la persona más idónea para asumir la responsabilidad de la educación en Brasil. A Bolsonaro, que es quien le ha nombrado, sí le parece. Es el mejor ejemplo de la orientación represiva de la educación que tiene el presidente. El ministro, no obstante, quiso blanquear su imagen en la toma de posesión del cargo afirmando que, a pesar de tener formación religiosa, se comprometía a asumir la laicidad del Estado y de la enseñanza pública. Su pasado no parece avalar dicho compromiso.

 

Notas

 

1 Cf. Achille Nbembe, Necropolítica, Melusina, Madrid, 2011.

2 Entrevista a Frei Betto en La Diaria política, de Uruguay, 15 de agosto de 2020. 

3 Ibid.

 

Imagen: https://twitter.com/enriqueviale/status/1164281597392302080?lang=el 

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