[Por: Juan Manuel Hurtado López]

Cada época y cada momento de la historia han tenido sus profetas, sus luminarias que han gritado su palabra y han propuesto un camino de luz  para la humanidad. 

Nuestra época no es la excepción y Dios nos ha regalado en Francisco a un profeta, a un hombre de Dios que de palabra y con su testimonio nos va indicando otro camino en este mundo –avanzado en ciencia y en tecnología- pero lleno de violencia, maldad, de mentes anestesiadas por el brillo del dinero y la ganancia; un mundo lleno de desigualdades e injusticias. 

El pasado día 4 de febrero se celebró el Día Internacional de la Fraternidad Humana en el que participaron de manera virtual el Papa Francisco y el Gran Iman Ahmad al-Tayyeb de Abu Dabi. Este día fue acordado para celebrarse cada año por la Asamblea General de Las Naciones Unidas. Tal celebración tiene un precedente: dos líderes religiosos, un católico y un musulmán, el Papa Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar Ahmad al-Tayyeb, realizaron un diálogo profundo y provechoso durante meses. El fruto de este diálogo es un escrito que ambos elaboraron y lanzaron al mundo como un acto de buena voluntad. El título es: Documento sobre la “Fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común” firmado por Su Santidad el Papa Francisco y el Gran Imán de Al –Azhar Ahmad al-Tayyeb (Abu Dabi, 4 de febrero de 2019).

El llamado -por momentos angustioso- a todos los creyentes en Dios Creador, a todos los líderes del mundo y a todas la personas de buena voluntad es a promover urgentemente la fraternidad universal como valor supremo; la fraternidad entre los hombres y mujeres y con la creación como un momento imperioso y trascendental. No hay tiempo para distraernos en otra cosa. Y se fundamentan en el acto creador de Dios que a todos y a todas nos hace iguales, con la misma dignidad, derechos y obligaciones.

A lo largo de su documento apelan a volver a los valores morales y religiosos que son los que dan sustento a la vida, a la moral, a la política, a la sociedad, a la economía. Y afirman sabiamente que en esta urgente tarea Oriente y Occidente se pueden complementar. No existe ninguna razón para ser enemigos, para pelear; al contrario, todo lo creó Dios para la convivencia y felicidad de los hombres y mujeres y de nuestro planeta tierra.

Esta propuesta del Documento de Francisco y del Gran Imán es ampliada y profundizada en la Carta Encíclica del Papa Francisco Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y la amistad social del 3 de octubre de 2020, víspera de la fiesta del Poverello de  Asís. 

Todo el Capítulo V sobre ‘la mejor política’ y el Capítulo  VI sobre ‘Diálogo y amistad social’ reflejan a las claras la intención de Francisco de abogar y luchar por la fraternidad universal. El No. 180 afirma: “Reconocer a cada ser humano como un hermano o una hermana y buscar una amista social que integre a todos no son meras utopías. Exigen la decisión y la capacidad para encontrar los caminos eficaces que las hagan realmente posibles”.

Francisco afirma, citando a Paul Ricoeur: “No hay de hecho vida privada si no es protegida por un orden público, un hogar cálido no tiene intimidad si no es bajo la tutela de la legalidad, de un estado de tranquilidad fundado en la ley y en la fuerza y con la condición de un mínimo de bienestar asegurado por la división del trabajo, los intercambios comerciales, la justicia social y la ciudadanía política” (FT 164).

El principio rector de esta fraternidad universal es el diálogo, la apertura al otro, el no ver a los demás como ajenos a la propia vida sino compañeros de un mismo camino y en comunión con la Hermana Madre Tierra.

Desde el punto de vista de la fe cristiana, la caridad es la virtud que incluye al otro, a la otra; es la que empuja a hacer el bien a los demás, sean de la religión que sea, cultura, raza o lengua, credo político, color, género. De hecho, Dios nos hizo a todos, a todas iguales. Somos sus hijos, sus hijas, y esto fundamenta la fraternidad universal.

Bienvenida, pues, esta celebración del Día de la Fraternidad Universal. Será un recordatorio y un imperativo para reconocer que somos una única familia humana y para luchar para que esto así acontezca, promoviendo el diálogo y evitando toda discriminación.

Imagen: https://elobservadorenlinea.com/2019/10/viva-la-fraternidad-universal/