15 de Julio de 2011
Ni siquiera es necesario ser un analfabeto para entender que el asesinato de Facundo Cabral, este queridísimo cantautor argentino, entraña de la poesía humanista más extraordinaria (junto a otras voces poéticas latinoamericanas) del continente, representa un salvajismo sin precedentes, sea del narcotráfico o no, una bestialidad del crimen organizado centroamericano, siempre de derecha, una estructura criminal convertida en juez omnipotente que declara muertes a lo largo y ancho del territorio más pobre de la América de Bolívar, Morazán, Sucre o San Martín. Por Galel Cárdenas
Ni siquiera es necesario ser un analfabeto para entender que el asesinato de Facundo Cabral, este queridísimo cantautor argentino, entraña de la poesía humanista más extraordinaria (junto a otras voces poéticas latinoamericanas) del continente, representa un salvajismo sin precedentes, sea del narcotráfico o no, una bestialidad del crimen organizado centroamericano, siempre de derecha, una estructura criminal convertida en juez omnipotente que declara muertes a lo largo y ancho del territorio más pobre de la América de Bolívar, Morazán, Sucre o San Martín. Por Galel Cárdenas
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