El cuidado. Darlo-recibirlo, nos humaniza-diviniza

22 de Enero de 2021

[Por: Rosa Ramos]




 “…E guarirai da tutte le malattie
Perché sei un essere speciale
Ed io, avrò cura di te…”

(Sanarás de todo mal 

porque eres un ser muy especial 

y yo, cuidaré de ti)

Franco Battiato

 

Como bien saben los lectores habituales, este blog intenta leer el paso del Espíritu de Dios en la carne, en la historia,  seguirlo en su libertad y decir “pica” como los niños, señalando con el dedo y riendo con todo el cuerpo. De ahí que los temas sean tan variados y hasta puede parecer que poco tienen que ver con la teología. Sin embargo, con un lenguaje narrativo y poético intento compartir una teología de la historia y de la revelación.

 

Hecho este preámbulo, cuento que hace unos días me llegó la noticia de que el cantautor italiano Franco Battiato estaba ya muy mal de salud, entonces, como suelo hacer con todas las personas que quiero -o de algún modo son hilos de mi propia urdimbre existencial, lo sepan ellas o no- dediqué un par de días a “acompañarlo”, a “cuidar su tránsito”. En esta ocasión lo hice cultivando lo más suyo –y entregado a todos-, es decir su arte: volviendo a escuchar sus canciones, entrando a su espíritu paladeando cada nota, cada sonido, cada palabra suya sugerente. PorqueFranco Battiato más que decir sugiere, apunta a una realidad última que él experimenta y a la que invita a asomarsea quien lo desee.

 

Recorrí no sólo su repertorio, sino que volví a ver varios de sus recitales, desde que era muy joven hasta los dados con más de 70 años. Se lo ve siempre muy delgado, alto, con su nariz prominente disimulada apenas por anteojos, y con sus manos grandes de dedos largos.

 

A lo largo de su trayectoria ha pasado por distintos estilos y géneros, ha explorado su repertorio desde temas de protesta a pura mística. Claro que Battiato no es el único cantautor italiano que sigo, Francesco Guccini, Roberto Vecchione, Ángelo Braanduardi… son otros que suelo escuchar por días enteros, auscultando sus letras.Este artículo, siguiendo el lema de la 54ª Jornada de la Paz, lo centro en Franco Battiato y su canción: “La cura” -El cuidado-.

 

Cuanto más escucho La cura, más sentidos hallo. Cada verso se vuelve una epifanía dando lugar a nuevas posibilidades. Es claro que es un poema de bendición, de decir y desear el mayor bien, pero, ¿de quién y para quién?

 

Hay una interpretación directa avalada por algunos versos que llevan a pensar en el amor de pareja: “los perfumes del amor/ embriagarán nuestros cuerpos/ la bonanza de agosto/ no aplacará nuestros sentidos”.Estos versos nos recuerdan El Cantar de los Cantaresde la Biblia, o también El cántico espiritualde San Juan de la Cruz. 

 

Otros versos hacen pensar en una letra compuesta para un hijo/hija a quien se desea cuidar amorosa y tiernamente de todo mal posible, casi con esa locura propia de los padres que ocultan sus temores más secretos con un deseo de omnipotencia para cuidar a sus hijos tan amados. Es que de hecho están dispuestos a dar la propia vida por protegerlos de todo daño. Dice Franco Battiato en esta canción: “Te protegeré de los miedos, de las hipocondrías, / de los contratiempos que desde hoy/ encontrarás en tu camino./ De las injusticias y de los engaños de tu tiempo,/ de los fallos que por tu naturaleza/ normalmente atraerás…”

 

Esos versos los conecto con la foto que comparto aquí hoy, con la que he rezado mucho. Una madre sostiene firmemente a su pequeña con su brazo izquierdo, con el derecho casi la cubre y su mano acaricia su rostro. No vemos los ojos de la madre, pero es fácil imaginarlos hasta con lágrimas de amor contemplando el milagro de la vida salida de sus entrañas. Interpreto, en esos gestos visibles y en la mirada que no vemos, el deseo de eternizar ese momento, pero también el sueño-bendición de un futuro de plenitud. Gestos y anhelos repetidos por madres, y/o padres, desde que nos fuimos haciendo humanos.Pero prestemos atención también a la criatura en brazos: está dormida -serenamente dormida- y sus dos manitas rodean la mano que la acaricia, la retienen allí suavemente. Esas manitas nos hablan de gratitud y confianza absolutas. ¡Imagen del cuidado y del aceptar con gratitud ser cuidados!

 

Esta es mi lectura teológica de esos versos de Battiato y de esa foto: el cuidado, cuando es prodigado amorosamente, libre de todo interés de apropiación o anulación del otro, así como cuando es acogido del mismo modo, libre y humildemente, nos humaniza-nos diviniza, pues el sueño de amor de Dios ha sido crearnos a su imagen y para alcanzar su semejanza. El cuidado -dado y/o recibido- nos hace crecer en amor, en libertad, en auto-trascendencia; precisamente en lo que nos pone de cara a los otros y nos asemeja al pródigo amor divino. 

 

Por otra parte, contemplar esa foto me habla del modo en que estamos siendo sostenidos y acariciados por Dios -lo sepamos o no-.En caso de saberlo o sentirlo, lo que nos toca es acoger, agradecer y confiar en que Dios está cuidando-acariciando -a través de otros y de nosotros- a todos en sus fragilidades, por supuesto también a los que ni lo sospechan.

 

Pero aún hago otra lectura de la canción, del “quién y para quién” de la bendición, basándome en los siguientes versos: “Conozco las leyes del universo y te las regalaré./ Superaré las corrientes gravitacionales,/ el espacio y la luz, para no dejarte envejecer./ Te salvaré de toda melancolía/ porque eres un ser especial y yo cuidaré de ti/ yo sí que cuidaré de ti.” Aquí se me figura que quien profiere la bendición es el propio Dios, la profiere sobre nosotros, y podemos experimentarla tal como lo hizo Jesús en su bautismo en el Jordán. Somos hijos tan queridos, “seres especiales”, sobre los que Dios tiene “predilección”: un sueño de felicidad ya incoada y a la vez incorruptible, eterna. ¿Qué significa para Franco Battiato esa promesa de no dejar envejecer, qué significa salvar de toda melancolía? 

 

Planteo mi interpretación: envejecer, no cabe duda que envejecemos, estamos sometidos a esas corrientes del espacio y el tiempo, a las leyes naturales de la materia, de un mundo finito (siguiendo a Andrés Torres Queiruga), sin embargo, se me figura que podemos no envejecer si Dios -a través de los otros- nos regala la posibilidad de no perder la capacidad de asombro, de maravilla, tanto como de indignación ética y afán de procurar el bien común. También podemos ser salvados de lo que aquí el autor llama melancolía, que yo ampliaría a desidia, aburrimiento, resentimiento… sentimientos que arrugan el alma y roban la paz.  ¡Nos salva de envejecer y de toda melancolía vana la capacidad de estrenar siempre vida y belleza! Lo cual se educa, se cultiva, a través de “la cura”, del cuidado tierno en todas las etapas de la vida.

 

Existe además otra melancolía que es anhelo “de lo aún no sido”,de absoluto e infinito (Romano Guardini) que sólo Dios -o el Amor como su “presencia y figura”-puede saciar (San Juan de la Cruz). En La curase pregunta “¿No tienes flores blancas para mí?”. Y se responde: “más veloces que las águilas, mis sueños/ atraviesan el mar”El cuidado de Dios, y todo el que a su semejanza ama, vuela para regalar las flores blancas anheladas. En este punto fluye a mi conciencia otra canción sublime de Battiato, “L’ombra della luce” -La sombra de la luz-,allí dice: “No me abandones jamás, / porque la paz que he sentido en ciertos monasterios,/ o la armonía vibrante de todos los sentidos en fiesta,/ sólo son la sombra de la luz.” Amén.

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