San José, la personalización del Padre celeste, es la presencia silenciosa de aquel que se hizo padre de Dios humanado. Entrevista especial con Leonardo Boff

12 de Enero de 2021

[Por: João Vitor Santos | IHU | Traducción: Mª José Gavito Milano]




Para el teólogo, San José es el santo de los anónimos, de los trabajadores y de aquellos que asumen su misión. Y va más allá: mantiene que la Trinidad está completa en la encarnación en la Sagrada Familia.

 

“Él es el santo de los anónimos, de los trabajadores que hablan con las manos, del silencio activo y de la discreción”. Así es como el teólogo Leonardo Boff define a José, el esposo de María, aquel que asume la paternidad terrena de Jesús. Así como el Papa Francisco, Boff llama la atención acerca del coraje de ese judío, un hombre que recibe a una mujer embarazada y toma para sí todas las responsabilidades paternas, por grandes que sean los desafíos. Coraje y acogida que el Papa resalta y quiere animar en todos al instituir el año 2021 como el año de san José, a través de la Carta Apostólica Patris corde- Con corazón de Padre. “De él no tenemos ninguna palabra, solo sueños. Hoy, la humanidad está recogida, ocasión para pensar sobre el sentido de la vida y de nuestra relación con la Tierra. San José es el santo de la familia reunida, como actualmente las familias lo están en sus casas para protegerse de la contaminación de la covid-19”, dice Boff.

 

En la entrevista que sigue, concedida por email a IHU On-Line, el teólogo recupera al José histórico e indica en él elementos cruciales que nos den ánimo, “Necesitamos padres que acojan a los desamparados y que promuevan iniciativas en su calle y en su barrio para atender a quienes no pueden defenderse, como ocurrió ejemplarmente en el barrio Paraisópolis de São Paulo y en la favela da Maré de Río de Janeiro”, alerta. Y añade: “No existe solamente el regazo cálido de la madre. El padre es responsable del paso hacia el mundo de los otros, donde hay diferencias, tienen que respetarse ciertos límites y aprender a convivir pacíficamente. No es una tarea fácil, pero es imprescindible para no dejar marcas para siempre”.

 

Boff recupera la teología en torno a ese personaje del cual no tenemos ni una palabra en los registros canónicos. Es el llamado silencio, pero que no tiene nada de omisión. “En silencio es como vemos mejor, escuchamos la llamada del corazón y nacen visiones que dan sentido a la vida y nos alimentan la esperanza. No fue diferente con el padre trabajador José”, explica. Además, Boff dice que no podemos ignorar que Dios se hace humano y, en su interpretación, la Trinidad se personifica en la familia terrena de Cristo. “San José habla porque es el portador de este misterio abisal en el que el Padre habita. José es la persona que muestra, por su silencio, el misterio del Padre. Él acaba siendo la sombra del Padre, la propia personificación terrestre del Padre celeste”, sostiene.

 

Para él, sólo quien es divina es capaz de engendrar lo Divino. “Fue lo que ocurrió con María. Si ella no hubiera dicho “fiat”, hágase, el Hijo no habría sido concebido y nacido de ella. Esa parte divina de María es raramente asumida por las mujeres que siguen todavía rehenes de la cristología, de Cristo, olvidando que sin María no habría Cristo”, advierte. O sea, ya hemos asumido a Cristo como Dios encarnado, pero todavía nos falta asumir esta mirada sobre María. “¿Y San José, queda fuera?”, pregunta. “Mi tesis es que toda la Familia divina se autocomunicó al mundo”. Así se cierra el círculo: La Familia divina está para siempre en la familia humana que fue asumida por María, por Jesús y por José”.

 

IHU On-Line – El Papa Francisco convocó el 2021 como un año especial dedicado a San José. ¿Cómo recibió usted esta noticia de que san José puede inspirarnos en tiempos de crisis?

 

Leonardo Boff – La recibí con sorpresa y alegría. Sorpresa porque el Magisterio habló sólo tardíamente de San José, y con alegría aporque soy devoto de este santo y le dediqué muchos años de investigación en los mejores centros teológicos del mundo, hasta en Rusia y China.

 

Considero que mi libro San José: la personificación del Padre (Petrópolis: Vozes, 2005) es uno de los mejores y más creativos que he escrito.

 

Él es el santo de los anónimos, de los trabajadores que hablan con las manos, del silencio activo y de la discreción. No tenemos ninguna palabra suya, solo sueños. Hoy que toda la humanidad está recogida, es una buena ocasión para pensar sobre el sentido de la vida y de nuestra relación con la Tierra. San José es el santo de la familia reunida, como actualmente las familias lo están en sus casas para protegerse de la contaminación de la covid-19.

 

En este momento de crisis, él nos ofrece algunas virtudes, bien acentuadas por el Papa Francisco, especialmente como “padre de acogida y padre de valentía creativa”, pues muchos están desamparados y con gran abatimiento hasta el punto de derrumbarse. Necesitamos padres que acojan a los desamparados y que promuevan iniciativas en su calle y en su barrio para atender a quienes no pueden defenderse, como ocurrió ejemplarmente en el barrio Paraisópolis de São Paulo y en la favela da Marè de Río de Janeiro.

 

En la Carta Apostólica “Patris corde – Con corazón de Padre el Papa describe a San José y anuncia el año de 2021 como un año dedicado a su figura.

 

IHU On-Line – ¿Qué lectura hace usted de la Carta Apostólica “Patris corde – Con corazón de Padre, firmada por el Papa que dedica el año 2021 a San José? ¿Qué señales emite Francisco con este documento y esta propuesta?

 

Leonardo Boff – Con el título “Padre de corazón”, el Papa, de forma nueva y creativa, quiere evitar tantos títulos que la tradición teológica ha dado a San José, no todos muy dignos: padre putativo, padre nutricio, padre legal, padre matrimonial y otros. La expresión “Padre de corazón” evita todo eso y muestra que por el corazón y el amor a María y a Jesús él se hizo realmente padre, asumiendo todas las responsabilidades. Los evangelios no lo califican, apenas se refieren con naturalidad a Jesús como “el hijo del carpintero” (Mt 13,54-56); “¿no es el hijo de José, no conocemos a su padre y a su madre?” (Jn,6,41-42)?

 

La Carta Apostólica Patris corde es un documento relativamente corto, de cuño pastoral y espiritual. Presenta las virtudes de José en número de siete: padre amablepadre de ternurapadre de obedienciapadre de acogidapadre de valentía creativapadre trabajadorpadre en la sombra. Si miramos bien, son virtudes transculturales, que están presentes en las comunidades humanas, aunque cada una de ellas reciba una concreción propia. El Papa comenta cada una de ellas en términos existenciales aplicándolas a las familias de hoy. Vivimos en una sociedad sin padre o con padre ausente. El Papa se da cuenta de la importancia fundamental de la figura del padre en la construcción de la personalidad de los hijos e hijas, especialmente en el respeto al otro y el sentido de los límites.

 

No existe solamente el regazo cálido de la madre. El padre es responsable del paso hacia el mundo de los otros, donde hay diferencias y conflictos, tienen que respetarse ciertos límites y aprender a convivir pacíficamente. No es una tarea fácil, puede ser hasta antipática, pero es imprescindible para no dejar marcas en sus hijos e hijas para siempre. Esto está entre líneas en la Exhortación Patris corde. En este aspecto no hay mayores novedades teológicas, cosa que aparece mejor en la Redemptoris Custos del 15 de agosto de 1989, una Exhortación Apostólica de Juan Pablo II. En ella hace una afirmación arrojada, en el nº 21, al sustentar que la paternidad humana de San José viene asumida en el misterio de la encarnación, señalando así una cierta dimensión hipostática.

 

IHU On-Line – ¿Qué es ser un “padre de corazón”? ¿Cuál es la importancia de esa figura en nuestro tiempo?

 

Leonardo Boff – Vivimos en una sociedad dominada por la inteligencia instrumental analítica con la cual hemos cambiado la faz del planeta, introduciendo profundas modificaciones en la naturaleza y en la sociedad mundial, algunas positivas, como los antibióticos y los medios de comunicación, y otras cuestionables. En la Laudato Si’ se hace una severa crítica de la dictadura de la tecnociencia asentada exclusivamente en la inteligencia intelectual y eficientista. Nos ha traído muchas comodidades humanas, pero ha vuelto las relaciones funcionales y frías. Faltó el corazón. Sabemos que el corazón es sede de la empatía, del sentimiento profundo, de la solidaridad, de la compasión y principalmente del amor, de la espiritualidad y de la ética, en una palabra: de la inteligencia cordialemocional y sensible.

 

Esta surgió hace 220 millones de años con la irrupción del cerebro límbico de los mamíferos. Al dar a luz a su cría, la aman, la cuidan y la defienden. La razón intelectual transformada en instrumental-analítica apareció con el cerebro neocortical hace 7-8 millones de años. Es la más reciente pero no la más decisiva para la existencia humana; la necesitamos para ocuparnos de la complejidad de nuestras sociedades, pero no a costa de la empatía, de la gentileza y de la ternura.

 

Olvidamos que somos mamíferos sensibles y racionales. Ha habido un desencuentro entre las dos inteligencias. La intelectual y analítica reprimió la inteligencia emocional, la más profunda y ancestral en nosotros, pues se alegaba que ella interfería en la mirada objetiva de la ciencia. Hoy sabemos que nunca ha existido una inteligencia fría y absolutamente objetiva. El ser humano está siempre presente con sus sentimientos e intereses. El desafío actual consiste en recuperar la razón sensible y enriquecer la razón intelectual. No basta saber, necesitamos sentir el grito del pobre y el de la Tierra. Este sentimiento, ausente en gran parte de nuestra cultura, unido a la inteligencia intelectual, nos podrá salvar del actual derrumbe de nuestro paradigma científico-técnico. Este no tiene sentimientos ante el dolor humano y el de la naturaleza. O recuperamos la razón cordial y sensible o asistiremos al asalto cada vez más insensible y avasallador de la razón científico-técnica sobre la naturaleza, con el peligro de poner la vida del planeta en un proceso de erosión.

 

El desafío actual consiste en recuperar la razón sensible y enriquecer la razón intelectual. No basta saber, necesitamos sentir el grito del pobre y el de la Tierra – Leonardo Boff.

 

De aquí la importancia de rescatar los derechos del corazón, tan ejemplarmente vividos por el Papa Francisco en sus prácticas con los pobres y con la Madre Tierra, expresadas maravillosamente en sus dos encíclicas ecológicas Laudato Si’ y Fratelli tutti.

 

IHU On-Line – El Papa Francisco se ha referido muchas veces, especialmente a través de la figura de Nuestra Señora de Guadalupe, a la necesidad de no volvernos una sociedad del ‘desmadre’ [que olvida la memoria de la madre]. ¿Qué significa esto?

 

Leonardo Boff – Uno de los temas más queridos del Papa es el de la ternura. Ella debe formar parte del comportamiento principal de la pastoral hasta el punto de hablar de la urgencia de una revolución de la ternura. Ya en la Fratelli tutti se dice que “hay lugar para el amor con ternura hacia los más pequeños y más débiles, a los más pobres” (n. 194). La ternura es una relación dulce, suave como la mano que acaricia. Es una derivación del cuidado esencial, el verdadero título de la Laudato Si: sobre el cuidado de la Casa Común. Todos los seres humanos somos portadores de cuidado y de ternura. Pero ella adquiere una mayor densidad en las mujeres. Ellas son las que cuidan durante nueve meses la vida que crece dentro de ellas. Y después, el cuidado y la ternura que dan a sus hijos e hijas los hace crecer sin miedos existenciales.

 

El Papa Francisco vive personalmente este enternecimiento maternal con los pobres y refugiados venidos de África y con los de América Latina que quieren ir a Estados Unidos, y extiende el cuidado a nuestra relación con la naturaleza y a todos los seres considerados como hermanos y hermanas en la gran Casa Común. María vivió este cuidado hacia el hijo que crecía dentro de ella, y durante toda la vida hasta el pie de la cruz. Esto debe ser asumido por los seguidores de su Hijo, que fue educado en este cuidado y que mostró un cuidado especial con los enfermos y empobrecidos. Esta actitud debería ser vivida por la Mater Ecclesiae, fuera de os burocratismos y ritualismos que se ejercen casi mecánicamente sin implicación personal. De aquí la importancia que tributa a María en las actitudes de la Iglesia, a veces demasiado doctrinaria y ritualista.

 

IHU On-Line – ¿Quien fue San José? ¿Cómo comprender esa figura en su tiempo, un hombre judío que acaba acogiendo a una mujer encinta?

 

Leonardo Boff – El José de la historia es un artesano, un padre, un esposo y un educador. No sabemos sus orígenes. San Mateo dice que su padre fue Jacob (Mt 1,16). San Lucas refiere que fue Elí (Lc 3,23). Es decir, no lo sabemos exactamente, ni como fue su fin. Solo sabemos que no viene del mundo de las letras (escribas), ni de las leyes (fariseos), ni de la burocracia estatal (cobradores de impuestos y los saduceos), ni de la clase sacerdotal y levítica. Es un interiorano, morador de un pueblo desconocido, Nazaret. Llamar a alguien nazareno, como a José y después a Jesús, equivalía a llamarlo “donnadie y pobretón”, como aparece en el evangelio de San Juan, que algunos renombrados exégetas sustentan que es la interpretación correcta.

 

Su profesión, en griego es tékton, nombre genérico para alguien que trabaja la madera, un carpintero multifuncional, pues construía casas, tejados, yugos, muebles, ruedas, estantes, carros de bueyes. Sabía también trabajar con piedras, construyendo muros y sepulturas, y manejaba el hierro para hacer azadas, palas, clavos y rejas. Jesús fue iniciado en la profesión del padre, pues le llaman “el hijo del carpintero” (Mt 13,55). Nadie vivía solo de una profesión. Casi todos trabajaban en el campo, cultivando frutas y legumbres, en una tierra considerada todavía hoy como una de las más fértiles del mundo. También cuidaba del pastoreo de cabras, de ovejas y de ganado. Todo esto está implícito en la profesión de Jesús como tékton, un factotum.

 

El padre valiente

 

Ya nos hemos referido a José como padre y como esposo. Es una persona valiente que acogió a una joven encinta y la llevó a su casa, Dios sabrá los comentarios en el pequeño pueblo donde todos saben todo de todos. No lo hizo sin preocupación. Se dice que era un “hombre justo” (Mt 1,19a). El sentido no es el mismo que le damos nosotros, como aquel que da valor exacto a las personas y a las cosas y que actúa correctamente. Bíblicamente el justo es también esto, pero principalmente es una persona piadosa, que vive el orden del amor a Dios, a las tradiciones del pueblo y frecuenta la sinagoga semanalmente. Quien vive así se transforma, bíblicamente, en un justo, es decir, en una persona que irradia socialmente y por su ejemplo puede volverse un líder espiritual.

 

Esta atmósfera hizo de él un educador, especialmente del niño que crecía en sabiduría y gracia. Lo inició en las tradiciones y fiestas del pueblo, como hace todo padre en cualquier lugar. Si Jesús en la vida pública predica el amor incondicional y llama a Dios “Abba" (papá), fue en la carpintería de José y junto con Maria donde experimentó esta intimidad. Jesús vio esa actitud en su padre y la asumió como experiencia típica suya.

 

Si Jesús en la vida pública predica el amor incondicional y llama a Dios “Abba” (papá), fue en la carpintería de José y junto con María donde experimentó esta intimidad – Leonardo Boff.

 

IHU On-Line – ¿Por qué en los Evangelios y demás libros del Segundo Testamento no se oye la voz de José? ¿Cómo podemos interpretar el silencio de José?

 

Leonardo Boff – El silencio de José no es el mutismo de alguien que no tiene nada que decir. Es un trabajador que habla con las manos y con el ejemplo (justo). No es el absentismo de un alienado que no capta lo que está pasando con él. Él sabe, como esposo, padre y educador cual es la misión que tiene que cumplir. Está siempre presente cuando su presencia es necesaria: en el embarazo, en el parto, al escoger el nombre del bebé, en la hora del bautismo judaico (circuncisión), en la huida a Egipto, en buscar un lugar donde vivir, Nazaret, en la iniciación de Jesús en las tradiciones religiosas de su pueblo, yendo al templo a los 12 años.

 

El silencio de José no es el mutismo de alguien que no tiene nada que decir. Es el de un trabajador que habla con las manos y con el ejemplo (justo) – Leonardo Boff.

 

Estas acciones se expresan más por gestos que por palabras. Paul Claudel, que amaba mucho a San José debido a su silencio, escribía en 1934 a un amigo: “El silencio es el padre de la Palabra. Ahí en Nazaret hay solo tres personas muy pobres que simplemente se aman. Ellos van a cambiar el rostro de la Tierra”.

 

El silencio de José representa nuestra cotidianidad. Gran parte de nuestra vida sucede en el seno de la familia y en el trabajo. Lógicamente hay demasiadas palabras. Pero cuando tenemos que oír al otro guardamos silencio. Cuando trabajamos no conversamos ni discutimos. El trabajo sólo se hace bien cuando nos concentramos, silenciosamente. Tenemos también nuestro mundo interior, nuestros sueños, nuestras preguntas y preocupaciones. Guardando silencio vemos mejor, escuchamos lo que nos dice el corazón y nacen visiones que dan sentido a la vida y nos alimentan la esperanza. No fue diferente con el padre y trabajador José.

 

Los sueños de José

 

Pero hay una razón más profunda que a la teología le corresponde investigar. El Padre eterno es el misterio absoluto para el cual no hay palabras. Él no habla. Quien habla es el Hijo. Pero como dijo Jesús, su Padre trabaja y él también. Lo inefable se expresa por lo más profundo que existe en nosotros que es, según psicólogos como C. G. Jung, el inconsciente universal. Su forma preferida de comunicación es a través de los sueños y de los Grandes Sueños. José de Nazaret los tuvo. Es la morada del misterio, del Padre del Hijo en la fuerza del Espíritu.

 

San José no habla porque es el portador de este misterio abisal en el cual el Padre habita. José se hace la persona que representa, por su silencio, el misterio del Padre. Él acaba siendo la sombra del Padre, la propia personificación terrestre del Padre celeste. Este es el sentido secreto del silencio de José, adecuado al misterio que pide silencio reverente porque ninguna palabra lo podrá expresar. 

 

San José no habla porque es el portador de este misterio abisal en el cual el Padre habita – Leonardo Boff.

 

IHU On-Line – ¿Quiere usted decir que José es la personificación del Padre?

 

Leonardo Boff – La tesis central de mi libro es que Dios se autocomunica así como es. Si es Trinidad de Personas que están eternamente juntas y actúan juntas según su singularidad personal, así se autocomunican al mundo. Sostengo que la primera Persona divina en venir a este mundo fue el Espíritu SantoSan Lucas 1,35 dice claramente que el Espíritu vino sobre María y armó su tienda sobre ella (episkiásei), esto significa que comenzó a morar definitivamente en ella.

 

Por detrás está el verbo skené que significa tienda, morada. Es la misma palabra que usa San Juan para la encarnación del Verbo, del Hijo (eskénosen). Aplicando el concepto a la venida del Espíritu Santo sobre María equivale a decir que la asumió y la elevó a su altura divina. Por eso, consecuentemente dice: “por causa de esto (dià óti) el Santo engendrado será llamado Hijo de Dios” (Lc 1,35).

 

Solamente quien fue hecha divina podrá engendrar al Divino. Fue lo que ocurrió con María. Si ella no hubiese dicho “fiat”, hágase, el Hijo no habría sido concebido y nacido de María. Esa parte divina de María es raramente asumida por las mujeres que siguen siendo rehenes de la cristología, de Cristo, olvidando que sin María no habría Cristo. De la encarnación del Hijo no hay duda, pues se transformó en doctrina dogmática en todas las iglesias cristianas. Y San José, ¿quedó fuera? 

 

Mi tesis es que toda la Fam

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