La estrella, nuestra alegría y nuestro guía

06 de Enero de 2021

[Por: Margot Bremer, RSCJ]




Creación de las Estrellas           

 

Del primer libro de la Biblia, Génesis, escuchamos que Dios hizo, además del sol y la luna,  también las estrellas para iluminar y separar la luz de las tinieblas (Gen 1,16-18). Según esta palabra, la función de las estrellas es ser nuestro guía en la oscuridad. “Pues ellas brillan en su puesto de guardia, llenas de alegría; y cuando el creador les llame, ellas responden: ¡Aquí estamos! Y brillan alegres a su creador.” (Bar 3,34-35). Pero si Dios las tapa, ellas no pueden lucir (Job 9,7). Por tanto hay que estar convencido que están siempre presentes a pesar de que no se les ve y hay que  seguir a caminar en plena oscuridad. Sin embargo, cuando  miramos de noche al cielo y encontramos de nuevo a su brillo y luz, nos llenamos nuevamente de alegría, asombro  y admiración: “Al ver tu cielo, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has fijado, ¿qué es el hombre para que te acuerdes de él?” (Sal 8,4) y declaramos: “Alábenlo todas las estrellas que brillan” (Sal 14,83). Las estrellas nos guían para encontrarnos entre nosotros y con “Aquel que cuenta las estrellas una a una y llama a cada una a su nombre” (Sal 147,4).

 

Abrahán, soñador con las estrellas

 

En las estrellas está el gran sueño de los hombres: llegar a ser un pueblo soberano, unido en la diversidad, justicia y fraternidad; es nuestro sueño y fue el sueño de Abrahán, reconocido como padre de todos los que se levantan y comiencen a caminar en busca de poner en marcha este sueño humano. Abrahán se levantó y comenzó a caminar “sin saber a dónde iba” pero gracias a la perseverancia y convicción en su búsqueda, encontró la estrella de su sueño que le guiaba el camino. Sin embargo, llegó un momento en que la estrella desapareció; parecía que el sueño de Abrahán se extinguió; se quedó en la incertidumbre, en la oscuridad hasta que en alguna de aquellas noches oscuras,  Dios le sacó afuera a mirar las estrellas y dijo: “Mira al cielo y cuenta las estrellas, si puedes (Gen 15,5-6, cf. Gen 12,4). Te colmaré de bendiciones y multiplicaré tanto tus descendientes que serán tan numerosos como las estrellas del cielo… (Gen 22, 17) y te daré todas estas tierras” (Ex 32,13). 

 

Siglos después, el sueño se cumplió: “Ahora tu Dios te ha hecho un pueblo numeroso como las estrellas del cielo” (Dtr 10, 22; 28, 62). Pero el pueblo no se mantuvo así como Abraham y nosotros lo hemos soñamos.

 

Un pueblo de doce estrellas 

 

En el último libro de la Biblia, Apocalipsis,  aparece una mujer, símbolo del Pueblo de Dios, vestida de elementos cósmicos –astros-  que caracterizan el caminar del pueblo: “Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una diadema de doce estrellas sobre su cabeza” (Apc 12,2; cf. Gen 37,9). Igual que Dios regula con su sabiduría el curso de los astros, Él también  guía el curso de la historia humana. Hay sintonía. 

 

Las doce estrellas son  símbolo del sueño de Abrahán de un pueblo unido en justicia y fraternidad y en la diversidad; pues las doce estrellas simbolizan las doce tribus,  doce culturas, doce tradiciones, doce historias, doce caminos, unidos en el mismo sueño de ser un solo pueblo que se completa y enriquece en la diversidad. 

 

Los sabios se dejan guiar por la estrella 

 

Siempre en la más profunda oscuridad, cuando el pueblo sufre desigualdad, corrupción y pobreza, rebrota y rebrilla la estrella del sueño de Abrahán. En la historia del nacimiento de Jesús, encontramos  a  tres sabios de diferentes culturas y países, probablemente sufriendo la oscuridad  de su pueblo, se habrán encontrado en el mismo sueño de Abrahán. En medio de su caminar en plena noche, percibieron el brillo de una estrella que les acompañaba y guiaba. Estaban sedientos de justicia y fraternidad  infinitas que el mismo firmamento lleno de estrellas incontables, les afirmaba que era posible encontrarlo. Se reafirmaron con convicción y perseverancia de que siempre es posible llegar, aún a los sueños más lejanos. 

 

Pero de repente desapareció la estrella y se quedaron en plena oscuridad. A pesar de todo, siguieron su peligroso camino que les llevó errados al palacio de Herodes. Finalmente reapareció la estrella a la que los tres saludaron “con gran alegría” (Mt 2,9-10). La estrella les siguió guiando “hasta que se detuvo en Belén sobre un establo” (cf. Mt 2,1-12). Allí encontraron a un niño envuelto en pañales y dijeron a sus padres: “Hemos visto su estrella en el Oriente y venimos a adorarle” (Mt 2,2). Reconocieron  en su profunda sabiduría que habían encontrado lo que buscaron y  adoraron al niño en un pesebre.  

 

Parece que en la noche más oscura, la estrella la estrella les había conducido hacia  lo menos imaginable: Dios se manifiesta como niño pobre, ofreciéndose ser nuestro Hermano, hermano de todos los diferentes, quiso hacerse uno con nuestro sueño de ser un pueblo unido en justicia, hacerse uno con su propia creación… 

 

 

Imagen: https://www.canal13sanjuan.com/viral/2020/12/13/tras-siglos-se-podra-ver-la-estrella-de-belen-en-navidad-150422.html 

 

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