22 de Diciembre de 2020
[Por: Tere y Luis Van de Velde | CEB]
(…) Desde hace más de 3000 años el pueblo de la Biblia recuerda constantemente que “el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí y he visto la opresión a que los egipcios los someten” (Ex 3,9). La sangre derramada de “Abel”, asesinado por su hermano “Caín” es un relato que resume la triste condición humana a lo largo de toda la historia. Y como creyentes, el pueblo hebreo y también nosotros, cristianos/as recordamos siempre, “la voz de la sangre de tu hermano grita desde la tierra hasta mí” (Gen 4,10). Uno de los mandamientos y fundamentos del pueblo hebreo en formación ha sido su discernimiento de la Ley de Dios: NO MATARÁS. (Ex 20,13). Pero siguieron matando, también a sus propios profetas. Y aún hoy, con su Tora como “constitución” el estado de Israel (con bombas atómicas de bajo de sus brazos) sigue asesinando a miles y miles de hermanos palestinos/as. ¿Sería que la sangre derramada ya no clama a Dios y que los que matan ya no son homicidas?...
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