01 de Diciembre de 2020
[Por: Jesús Martínez Gordo | Religión Digital]
Pere Casaldáliga, el obispo catalán de São Félix do Araguaia (Estado de Mato Grosso, en la Amazonía brasileña), fallecido el pasado mes de agosto y enterrado entre un peón y una prostituta, solía recordar que la “libertad con hambre es como una flor sobre un cadáver”. Parafraseándolo, me atrevo a sintetizar lo que, a mi entender, resulta más destacable del debate surgido a raíz de la decapitación del profesor Samuel Paty en Paris, del asesinato de tres personas en la catedral de Niza, así como de los atentados de Viena (Austria): reivindicar el derecho a la libertad de expresión olvidando el deber de la fraternidad, también se asemeja a poner una flor sobre un cadáver…
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