22 de Noviembre de 2020
[Por: Marcelo Barros | Texto en español y en portugués]
En los Estados Unidos, cada año, el cuarto jueves de noviembre es el día de Acción de Gracias. Esta fecha, celebrada desde el siglo XVII, da gracias a Dios por las victorias conquistadas durante este año. La acción de gracias puede ser colectiva, pero también por victorias individuales. En una sociedad con millones de personas en situación de pobreza, un coche de lujo sale à la calle con un letrero: Este fue Jesús quien me lo dio. En siglos pasados, un propietario de tierras agradecía a Dios por el número de negros que había logrado comprar en África y por los territorios robados a tribus indígenas. Hasta hoy, este tipo de fe se expresa en las palabras escritas en las celdas de dólar: "Confiamos en Dios”.
Esta religión civil tiene poco que ver con el evangelio. Por esta razón, en el corazón del imperio, en nombre de Jesús, hermanos y hermanas de diversas iglesias luchan contra el armamentismo esparcido por todo el país, denuncian el imperialismo del gobierno y desacreditan la falsa ética de la sociedad dominante. En países como Brasil y Chile, la acción de gracias fue instituida por gobiernos militares que pretendían ser promotores de la civilización cristiana, así como hasta hoy el Imperio invade países y asesina a pueblos enteros en nombre del Bien que lucha contra el mal.
La acción de gracias es buena y debería ser una actitud permanente del creyente, pero si nos dejamos llevar por la amorosa inspiración del Espíritu. Según la Biblia, "ofrecer a Dios oraciones y ofrendas basadas en la injusticia es como quitarle la vida a un hijo, pensando en complacer a su padre" (Ecl 34:18ff).
Podemos estar agradecidos por la resistencia diaria de los pobres, por los gestos y manifestaciones de solidaridad que crecen en las realidades más desafiantes. Incluso cuando la realidad parece estar en un callejón sin salida, siempre encontramos en la fe fuerza y inspiración para retomar la esperanza.
Quien busca vincular la fe y la vida mantiene la esperanza de la realización del proyecto divino en el mundo. Esto se hará realidad aquí y ahora, en el hecho de que otro mundo será posible. Según el apóstol, esta esperanza tiene tres características: no se corrompe, no se desgasta, ni se diluye (1 P 1:3- 12). Nos llama, incluso en un año de tanto sufrimiento para la humanidad como lo ha sido en 2020, a permanecer unidos en comunidades, a resistir los virus que amenazan a la humanidad y al humanismo. Como dijo Oscar Romero, pastor y mártir de la Iglesia en El Salvador: "La gloria de Dios, por lo tanto la verdadera acción de gracias es promover la liberación de los pueblos oprimidos”.
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Nos Estados Unidos, cada ano, a quarta quinta-feira de novembro é o dia de ação de graças. Esta data, celebrada desde o século XVII, tem como objetivo agradecer a Deus as vitórias ocorridas durante este ano. A ação de graças pode ser coletiva, mas também por vitórias individuais ou de grupos que se sentem protegidos. Em uma sociedade com milhões de pessoas em situação de pobreza, um carro de luxo sai às ruas com um letreiro no vidro: Este carro foi Jesus que me deu.
Nos séculos passados, os senhores agradeciam pela quantidade de negros que tinham conseguido comprar e pelos territórios roubados das tribos indígenas. Até hoje, este tipo de ação de graças se expressa nas palavras escritas nas células do dólar: “Nós confiamos em Deus”.
Esta religião civil tem pouco a ver com o evangelho. Por isso, mesmo na sede do império, no nome de Jesus, irmãos e irmãs de várias Igrejas combatem o armamentismo espalhado pelo país, denunciam o imperialismo do governo e desmascaram a falsa ética da sociedade dominante. Em países como o Brasil e o Chile, o dia de ação de graças foi instituído por governos militares assassinos que se diziam promotores da civilização cristã, como até hoje o Império invade países e assassina povos inteiros em nome do Bem que luta contra o mal.
Conforme a Bíblia, “oferecer a Deus orações e ofertas baseadas em injustiças, é como tirar a vida de um filho, pensando agradar ao pai” (Eclo 34, 18 ss).
A ação de graças é boa e deve ser atitude permanente de quem crê, mas se nos deixamos mover pela inspiração amorosa do Espírito. Podemos agradecer a resistência cotidiana dos pobres, os gestos e manifestações de solidariedade que crescem nas periferias e nos ambientes humanos mais desafiadores. Podemos agradecer o fato de que ainda quando a realidade parece sem saída, optamos sempre por alimentar a esperança.
Quem procura ligar fé e vida mantém a esperança da realização do projeto divino no mundo. Isso se concretizará aqui e agora, no fato de que outro mundo será, sim, possível. Conforme o apóstolo, essa esperança tem três características: não se corrompe, não se desgasta, nem se dilui (1 Pd 1, 3- 12). Ela nos convoca a, mesmo em um ano de tantos sofrimentos para a humanidade como tem sido 2020, nos manter unidos/as em comunidades, resistir aos vírus que ameaçam a humanidade e o humanismo. Como dizia Oscar Romero, pastor e mártir da Igreja em El Salvador: A glória de Deus, portanto a verdadeira ação de graças é promover a libertação dos povos oprimidos.
Imagen: https://www.exitoysuperacionpersonal.com/frases-de-agradecimiento-y-gratitud/
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