15 de Noviembre de 2020
[Por: Marcelo Barros]
Este es el tema de la 4ª Jornada Mundial de los Pobres, que, según propuesta del Papa Francisco, la Iglesia Católica celebra en este domingo. Esta palabra bíblica (Ecl 7:32) nos llama a superar barreras de indiferencia social y construir una sociedad basada en la hermandad de todos.
En esta época de pandemia, una de las precauciones necesarias es evitar el contacto personal, especialmente con las manos. Sin embargo, el Papa Francisco propone que, a través de la Jornada Mundial de los Pobres, expresemos una comunión concreta con las personas más pobres que viven a nuestro alrededor. No basta la lucha estructural para cambiar el mundo. Debemos romper con la invisibilidad de los más pobres, muchas veces, tratados como desechables, o como obstáculos al progreso. Para encontrar una nueva esperanza para esta sociedad, es necesario ponerse junto a los más pobres en el camino de la utopía posible que los pueblos indígenas llaman "el bien vivir". Como siempre nos han enseñado las teologías ligadas al Cristianismo de la Liberación: junto con los pobres, contra la pobreza injusta.
Precisamente por esta razón, además de mostrar signos de cercanía à las personas concretas de los más pobres, el Papa siempre trata de dialogar con los movimientos sociales que organizan a los pobres en su camino de liberación. El sábado 24 de octubre, por cuarta vez en estos años, a través del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, reunió en el Vaticano a representantes de los movimientos sociales de todo el mundo. El objetivo fue escucharlos antes de reunir a jóvenes economistas de todo el mundo en la búsqueda de un nuevo modelo de economía para el mundo.
En su mensaje para nosotros con respecto a la celebración de este día, el Papa afirma:
"La meta de cada acción nuestra sólo puede ser el amor. Este es el objetivo al que nos dirigimos. Nada debería distraernos de él. Este amor significa compartir. Pide dedicación y servicio. Sin embargo, comienza con el descubrimiento de que hasta antes de que amáramos, fuimos por primera vez amados y despertados al amor. Este propósito aparece en el momento en que el niño se encuentra con la sonrisa de la madre, sintiéndose amado por el hecho mismo de existir. De la misma manera, una sonrisa que compartimos con los pobres es una fuente de amor y nos permite vivir en la alegría. Que nuestra mano extendida se enriquezca siempre con la sonrisa de quien no hace pesada su presencia, ni cobra interés por la ayuda que da, sino, al contrario, se alegra de vivir al estilo de los discípulos de Cristo”.
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