16 de Octubre de 2020
[Por: José I. González Fauss | Religión Digital]
Hay que reconocer que la última encíclica de Francisco es demasiado larga. Habría que recordar que una encíclica propiamente es una carta. Y esta es todo un libro. Digo esto no por afán de criticar, sino porque temo que voy a aumentar esa longitud, tratando de contextuar la encíclica: porque a los ciudadanos de este primer mundo que vivimos un poco más tranquilos (no por ser mejores sino por haber sido explotadores), y que solemos estar desinformados por el exceso de información, a lo mejor la encíclica nos parece una mera reflexión teórica sobre temas sociopolíticos y económicos. Esa sería una falsa lectura y, por eso, creo que puede ayudar a entenderla aquello que Ignacio de Loyola llamaba la “composición de lugar” o simplemente el contexto de la encíclica…
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