“Es tiempo de la Creación”

17 de Setiembre de 2020

[Por: Margot Bremer, RSCJ]




Francisco nos ha invitado este mes a reflexionar sobre el  “tiempo de la Creación”. Hoy, los teólogos comprometidos con la ecología, vuelven a una relectura de los textos  bíblicos de la Creación. También Francisco, en su carta encíclica Laudato Sí, da importancia a este tema, presente en los relatos bíblicos, buscando en ellos el “Evangelio de la Creación” (Título del cap. II). Encuentra allí una gran sabiduría, “ya que mediante su sabiduría el Señor fundó la tierra (Pr 3,19 en L.S.69). Intenta  releer los textos de la Creación en su contexto con una hermenéutica adecuada (68) y de ese modo poder descifrar su lenguaje simbólico. Con ese método ha descubierto “profundas enseñanzas sobre la existencia humana y su realidad histórica” (L66), sobre todo acerca de la relación del ser humano con el mundo (cf. 65). Los textos bíblicos le han urgido que la existencia humana se basa fundamentalmente en una relación tridimensional e interrelacionada: “relación con Dios, con el prójimo y con la tierra” (66). 

 

Leyendo hoy la calidad de estas relaciones nuestras desde la mirada de aquellos textos bíblicos, Francisco constata con preocupación que la armonía entre  este  relacionamiento se ha perdido: están en desarmonía en estado desproporcionado y desequilibrado. El hombre se ha puesto en el centro de la Creación y con eso en el lugar del Creador, pero “no somos Dios. La tierra nos precede y nos ha sido dada, no somos su dueño.” (L.S. 67), “la tierra es del Señor” (Sal 24,1 cf. L.S.67) afirma Francisco con juicio propio que “la Biblia no da lugar a un antropocentrismo despótico” (68). Al no reconocerse el ser humano como parte de la creación, se desubica y desnaturaliza de las leyes internas con los que fue creado el mundo, no les respeta  y no guarda los delicados equilibrios entre todos los seres creados (cf. 67). 

 

Cuando Laudato Si  habla del Evangelio de la Creación, quiere enfatizar que la naturaleza contiene leyes de vida que son válidas para todo lo creado, que incluye también a la especie humana. No hace ver la urgencia de cambiar nuestra mentalidad para un nuevo relacionamiento con la tierra y su naturaleza y así también con Dios Creador.  Hay que volver a una “relación de reciprocidad responsable  entre el ser humano y la naturaleza  (ibid)”. No lo dice Francisco, pero nosotros los misioneros, sabemos que así vivían los pueblos indígenas desde milenios. Todo lo creado contiene leyes internas que revelan la sabiduría del Creador que hay que respetarlas y recuperar una dimensión más encarnada/en-ecologizada con Dios que solo restablece la armonía entre las tres dimensiones. Hay que considerar esta interdependencia armónica ente tales relaciones como pensamiento,  como don y como proyecto del Espíritu Creador para llegar a la plenitud de vida.

 

En la encíclica Laudato Sí, Francisco nos quiere abrir los ojos para constatar que estamos al borde de un colapso. Nuestra situación ecológica a nivel planetaria es catastrófica. Parece que el planeta entero está en peligro de autodestruirse. Y todos los habitantes de nuestro planeta tierra estamos hundidos en una crisis. Los problemas están amontándose de tal manera que nos hacen sentir en un caos.

 

Constatamos cada vez más, sin embargo, que el universo no tiene una estructura estable, básicamente inmutable. Más bien experimentamos que la historia de nuestra propia vida y de la humanidad entera, es un proceso en permanente movimiento. La humanidad junto con el universo, en realidad,  estamos en el principio de un dinámico llegar a ser.

 

La Creación surge del movimiento

 

Los cristianos llamamos el comienzo del mundo y de la  vida: “Creación”. El sufijo -ión ya indica dinamismo y mo vimiento dentro de un proceso inacabado. En uno de los  textos bíblicos sobre la creación, ella ha sido iniciada por la actuación del Espíritu, simbolizado con el movimiento de un aletear (Gen 1, 3) que se mueve y remueve. Tal imagen nos invita a mirar nuestra crisis global, como un revolotear  entre cerrado y abierto, entre oscuridad y luz, entre enfermedad y salud, entre pasado y futuro,  entre muerte y vida. No olvidemos que estamos pasando la frontera de una época a otra, de un clima a otro, de una forma de sociedad a otra, de una cosmovisión antropocéntrica a otra ecológica integral, etc. Estos cambios nos llevan necesariamente a discernir y a buscar nuevos paradigmas, nuevos caminos, nuevos estilos de vivir y convivir. 

 

Sabemos que los relatos de Creación no quieren  hablar del inicio del mundo. Más bien han sido redactados desde una profunda  preocupación por la crisis que compartían con su pueblo.  Querían animar a buscar caminos junto con ellos. En el relato bíblico de Gen 1,1-2,4, la experiencia de crisis está presentada en la imagen de un caos sobre el cual aletea el Espíritu. Hoy también debemos experimentar el aletear del Espíritu. Siempre nos han enseñado que Dios creó el mundo de la nada. Sin embargo, la Biblia dice que lo creó del caos. No es el resultado de una investigación científica, sino ha sido redactado desde las experiencias históricas recogidas de la historia de su pueblo. Observaron varios intentos de refundaciones del pueblo que siempre se dieron a partir de una crisis nacional existencial. Por tanto podemos entender en una relectura de Génesis que la Creación es presentada a partir de experiencias históricas de recreaciones desde realidades caóticas.

 

El caos de hoy está presentado en L.S. con los siguiente síntomas: el cambio climático futura subida y desborde de agua de los mares, la contaminación, cultura del descarte, pérdida de la biodiversidad y de pluralidad de culturas, desertificación de regiones a causa de las deforestaciones, sociedad de consumo, desigualdad socio-económica, cultural y religiosa, exclusión, violencia, agresividad. Francisco sintetiza estos síntomas de  la amenaza de colapso y  caos con las palabras: “El actual sistema mundial es insostenible”.

 

Estos síntomas actuales son producto de la mente anti-natural, y coherentemente también anti- humano. Los seres humanos nos hemos separado de nuestra relación con la naturaleza; no nos sentimos conectados con la Tierra a pesar de que “somos tierra” (L.S.2). Por tanto también nuestra relación con Dios –sin su creación- ha perdido la armonía; queda des-aterrizada y des-encarnada.

 

Francisco nos llama a una conversión como Jesús al principio de su vida pública en Mt Mc: la metanoia. Es una llamada al cambio de mentalidad lo que implica movernos por dentro, que no es posible sin el “aletear” del Espíritu creador que nos mueve y renueve. Sin embargo, esta situación está invitándonos volver a las últimas raíces; a las de nuestra existencia de vida.

 

La luz (Gen 1,3) esclarece la oscuridad comienza primero a separar y ordenar lo confuso  en elementos cósmicos de los que cada uno recibe un  lugar y un nombre: día – noche;  cielo – tierra, tierra – mar.. Ese movimiento  posibilita  dar espacio a la vida: una diversidad de especies que juntos formarán una sagrada trama de la vida: plantas –  animales - seres humanos en armoniosa interdependencia. Tiempos y espacios  son interconectados por un  “amanecer y anochecer” (Gen 1,5.8.13.19.23). Esto demuestra que la constitución de la vida es la  interrelación. En su lenguaje simbólico este relato de la creación sugiere que la existencia humana se basa en tres relaciones fundamentales estrechamente conectadas: La relación con el Creador, con el prójimo y con todo lo creado (cf. L.S. 66). Creación es interrelación que tiende hacia la unidad en armónica y equilibrada diversidad.

 

 

El Leitmotiv de  Laudato Si es que todo está interconectado e interrelacionado. Por tanto es posible que lo nuevo surja de lo antiguo, es decir, que la nueva vida pueda surgir del caos, de la no-posibilidad del actual sistema de vida que está en crisis. Constatamos que el Espíritu, por ser creador, es coherentemente re-creador. La creación aún no está acabada, Pasará por caídas al caos pero está en camino hacia la plenitud de vida. Va en un ritmo entre evolución e involución. 

                  

Siempre se quería interpretar la palabra (pbsh) con el término “dominar” (Gen 1,28) para justificar la explotación ilícita de la tierra haciéndose centro y dueño de sus bondades.. Sin embargo, la palabra hebrea en su origen significa “pisar” que tiene  en el el sentido original “pisar haciendo camino”, es decir entrar en las huellas del camino iniciado por el Creador y continuarlo haciendo, convencidos de que “todo era muy bueno”. Este camino implica estar atento a la irrupción de un nuevo caos provocado por desviar  los seres humanos inventando propios caminos.

 

Separaciones dentro del caos para posibilitar vida nueva

 

Si deseamos realmente recrear vida nueva, una sociedad nueva, con valores más humanos más adecuados a las leyes de vida en la naturaleza, entonces lo primero sería echar un vistazo a nuestro sistema actual y separar los anti-valores de escombro de los auténticos valores humanos vivificantes, con los se puede construir un futuro. Francisco indica el camino, partiendo de los síntomas de enfermedad y muerte de nuestro sistema y rescatando los valores humanos que también están presentes -a veces ocultos y en estado  germinal- dentro del mismo sistema. Francisco en Laudato Si, nos indica el camino, partiendo de los síntomas y señalando la utopía, la meta hacia dónde caminar:

 

  • ? De la mercantilización de la Tierra y a la relación filial con una Madre bondadosa
  • ? De la usurpación de los bienes de la tierra aceptarlos como bien común para todos 
  • ? De la devastación despiadada de la naturaleza al cuidado de  vida de sus biosistemas
  • ? De la exclusión de los pobres a la  opción prioritaria para recuperar su dignidad
  • ? De una visión antropocéntrica  a una visión cósmica
  • ? De la visión fragmentaria a una visión holística 
  • ? De una homogeneidad dominante a la articulación de la diversidad 
  • ? De una tecnocracia a un uso instrumental de la técnica
  • ? De la imposición de una mono-cultura a la múltiple diversidad de culturas diferentes
  • ? De la separación entre razón y corazón a un sentipensar y corazonar integrales
  • ? De cierta independización al reconocimiento de nuestra  interdependencia
  • ? De un modo de pensar a nivel horizontal a la profundización desde el fondo 
  • ? De una  privatización comprada  a un justo repartir de los bienes comunes
  • ? Del afán de consumismo y lucro a una “feliz austeridad” liberadora
  • ? De una sociedad de descarte a una vida creativa de reutilización (re-….)
  • ? De la sobrevaloración de la cultura occidental a la valoración de la propia cultura
  • ? Del sentido individualista a un sentido comunitario
  • ? De la indiferencia a la desigualdad a un equilibrio y armonía en igualdad…
  • ? De una economía acumulativa a una economía solidaria circular

 

La Recreación es parte de la Creación

 

Estas situaciones  provocan preguntarse por el sentido de la vida; son momentos en que la memoria ayuda de bajar a la última raíz de nuestra existencia. Son momento de hacer discernimiento, de separar la muerte de la vida -lo falso o caducado- de lo generado por el Espíritu y poner los verdaderos  nombres en  ambos lados.

 

Ahora reconocemos haber provocado nosotros mismos la pandemia COVID 19 y muchas otras pandemias, mediante una convivencia nuestra en desigualdad y desequilibrio.  Hemos tolerado a construir un sistema económico capitalista con una política neoliberal y así vivimos en contra de todos los principios de vida de la creación, Hoy descubrimos la consecuencia de este verdadero  caos. 

 

Sin embargo, la misma experiencia concreta e histórica nos enseña, tanto la Biblia como todos los mitos indígenas de creación, que el caos no es el fin del mundo sino el comienzo de otro mundo. A veces es representado con una segunda creación (cf. diluvio). Es un mensaje esperanzador que nos debe animar sintonizar  con el “aletear” del espíritu creador sobre el caos y buscar juntos los brotes germinales de vida nueva. En el último libro de la Biblia, el Apocalipsis, el redactor ya ve un “cielo nuevo y una tierra nueva” (Apc 21,1). Se estaba dirigiendo a las pequeñas comunidades, perseguidas a muerte por el imperio romano y divididas entre sí por ideologías. En aquel momento, ellos se encontraron  en una crisis existencial, en un caos. Y sin embargo, era justamente éste el momento en que el Espíritu comenzó a re-aletear para inaugurar una nueva época con un nuevo sistema y una nueva cultura y otra Iglesia.  Hoy vivimos un momento histórico muy parecido; percibimos que el Espíritu está en espera de recrear desde nuestro caos. Por tanto, nuestra situación actual de caos nos arranca el grito del Salmo: “Envía tu Espíritu  y así se renueva la faz de la tierra” (Sal 104,30), reconociendo que hoy estamos en  “Tiempo de la Creación”.

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