01 de Setiembre de 2020
[Por: Margot Bremer]
Los últimos meses antes que nuestro inolvidable Bartomeu Meliá nos abandonó definitivamente el año pasado, él repetía muchas veces que hay que reaprender a ESCUCHAR. Sonaba como un consejo final que nos quería transmitir como la esencia de toda su rica e intensa vida para entrar -sin él ya- en la nueva época que está a la puerta. Bartomeu había adquirido una visión muy profunda y amplia de la vida guaraní. Buscaré e intentaré aquí encontrar su arte de escucha.
Es conocido que él dedicaba casi toda su vida a la investigación de la lengua y cultura guaraní en donde la Palabra tiene un lugar céntrico; es inseparable de la persona que lo pronuncia y tampoco es inseparable del Otro los Otros que la escucha. A Bartomeu le fascinaba la frase de Roa Bastos “Tradición oral es el único lenguaje que no se puede saquear, robar, repetir, plagiar, copiar. Es necesario acumular mucho olvido para escribir algo nuevo”1. Y lo mucho acumulado de lo mucho olvidado intentó recoger y sintetizar nuestro homenajeado. Parece que la necesidad de re-aprender a escuchar es el el testimonio más valioso y la herencia más encarecida que Bartomeu nos dejó para estos tiempos.
En los múltiples homenaje a él que se hizo en diferentes lugares, también en esta revista ACCION, se ha ponderado siempre la riqueza científica y profunda de su investigación sobre la Palabra que él encontró en el mundo guaraní. Por esa razón no quiero añadir un artículo más. Me he decidido interrelacionarlo con su último mensaje de que la Palabra necesita ser escuchada (a)jopysaka para que pueda actuar y transformar al otro y otros. Para eso necesita ser atendida integralmente, es decir, no solamente con la razón como una información sino también con el corazón para que sea acogida por la propia conciencia e inicia un proceso de crecimiento. Él buscaba y descubría los territorios más sagrados en donde más escuchaba y aprendía la Palabra viva de la lengua oral guaraní.
Bartomeu vivió y murió como un cristiano con una inmensa amplificación de su fe de la espiritualidad y cosmovisión con las visiones de la religión milenaria guaraní le enriquecía, profundizaba y complementaba lo propio. Ha sido uno de los pioneros que habían descubierto que se tratara siempre del mismo Dios en un diálogo interreligioso de diferentes culturas. Tuvo la experiencia personal que a cada uno de los interlocutores que entregaban su palabra al otro y escuchaban la del Otro en una respetuosa reciprocidad, le había profundizado como pocos su propia fe en la religión propia, gracias al encuentro dialogal con los líderes espiritualidad guaraní. “Tengo dos Biblias” solía decir, refiriéndose a la cristiana y la tradición oral guaraní impregnada de espiritualidad religiosa. No las mezclaba en una síntesis nueva pero sí, al no encontrar ninguna contradicción esencial, sabía adquirir una nueva visión desde una relectura que enriquecía y complementaba su propia religión. Él se entusiasmaba con la Palabra sagrada guaraní. “La Palabra (guaraní) es todo” solía decir y encontraba paralelas profundas en el prólogo del cuarto evangelio.
Escuchar la Palabra de la Creación
Francisco habla del “Evangelio de la Creación” ( LS cap II), es decir que la creación fue hecha por la Palabra de Dios, en colaboración con la Tierra y el Agua2. ¿Pero somos capaces hoy escuchar esa palabra creadora de la naturaleza? Además de contemplar su hermosura hay que reconocer también en ella un mensaje escondido (DA 470).
Bartomeu sabía escuchar ese mensaje de la Palabra de Nuestro Gran Padre Ñamandu gracias a la escucha abierta de la mitología guaraní. Poco a poco aprendió a escuchar ese mensaje, tanto en su participación de las celebraciones litúrgicas guaraníes con cantos sagrados y relatos míticos, tanto en las palabras de evaluación, discernimiento y decisión en consenso en las asambleas comunitarias, tanto en sus diálogos permanentes con los sabios/as y ancianos/as. Esta escucha le conducía a la creación entera, escuchando sus mensajes como discípulo. Escuchaba, por ejemplo, en la educación de una gata mamá de sus crías, la que el observaba, el mensaje de garantizar el crecimiento de la vida nueva no con prohibiciones y castigos sino mejor con ternura y delicadeza.
Cada guaraní es una Palabra de escuchar y ser escuchado
Cuando un recién nacido hijo/a guaraní es presentado al líder espiritual de la comunidad, éste pide a los dioses que le escuchen y le revelen el verdadero nombre del niño, fiel a la promesa del Creador: “Acuérdate de mí en tu vida (corazón), así haré que circule mi Palabra. Cuando mores en la tierra, de mi hermosa morad, has de acordarte.” (cf. Ayvu Rapytá, Cap. IV, 3b. 6). Cada guaraní es la historia de su nombre que es una palabra divina recibida por su propio nombre. De ese modo, él mismo es su nombre: es una palabra escuchada, inspirada y profetizada. Ese nombre está plenamente integrado en su futuro, le acompañará hasta la muerte por ser acompañado por ”aquél que mantiene erguido el fluir de su decir palabras”3 . Desde esta perspectiva, Bartomeu escuchaba de otra manera a las personas guaraní, escuchando y recibiendo cada palabra suya como un mensaje y considerándoles como mensajeros de la Palabra última.
Escuchar la palabra en la vida cotidiana
Varias veces Bartomeu repetía que para escuchar los relatos sagrados de los antepasados, siempre orales, hay que tener una disposición más especial que es la “grandeza de un corazón no bifurcado” que había aprendido de los chamanes guaraníes. Ellos saben entretejer sus relatos sagrados en los sucesos importantes de la vida comunitaria como sus celebraciones litúrgicas, sus asambleas (aty guazú), las irrupciones de catástrofes, las plagas, situación de hambre, sequía, inundación, heladas, las peregrinaciones a lugares sagrados, las memorias narradas por los ancianos, etc. La Palabra es Ñamandú y él está presente en toda la vida de la comunidad. Está presente desde los principios de la creación y se deja encontrar en todo lo creado: en la Madre Tierra, en los árboles, en los ríos, los arroyos, en los cerros, en las flores, en los pájaros y en todos los animales, y en la vida cotidiana de los guaraníes.
Pero Bartomeu no solamente escuchaba el mensaje de la creación, presente en cada creatura, sino también escuchaba el grito de sufrimiento y de indignación de los pueblos indígenas, que él asumía como su propio dolor, a causa de las graves injusticias que los blancos cometían con ellos y siguen cometiendo, acumuladas desde hace más de 500 años. Compartía “corazonando”, es decir, desde el fondo de su corazón y de su razón, las angustias y aflicciones de sus amigos indígenas y las denunciaba poética y polémicamente ante el gobierno y la población, indiferentes ambos, del Paraguay, haciéndose un verdadero profeta. Este mundo de cultura colonial, hostil a los indígenas, no quería escuchar sus justos reclamos de sus derechos humanos más fundamentales, sino la dictadura le hizo callar expulsando y desterrando su voz incómoda.
En el exilio, Bartomeu aprendió a escuchar tristemente el silencio, la ausencia de la Palabra cuando ocurrían tales crímenes.
Escuchar los principios de vida de la Madre Tierra
Muchas veces menciona Bartomeu las palabras jopoi y potyvo que había escuchado y que le habían marcado; no perdió la ocasión de citarlos porque los consideraba el fundamento del modo de ser guaraní, presente en su economía, en su organización y también de su religión de un Dios Palabra que necesita ser escuchada.
La circulación Palabra –Escucha es el modo de relacionarse en reciprocidad también con la tierra, considerada como un ser vivo al que respetan agradecidamente como Madre. Los guaraníes descubren en ella unos principios vida, válidos no solamente para flora y fauna, sino también para la humanidad la que forma parte de la creación, viviendo con todo lo demás creado en una hermosa interdependencia. Ellos se sienten emparentados con todos los seres vivos, formando una sagrada trama de vida. Es una “ciencia” Bartomeu aprendió y asumió la sabiduría de los guaraníes los que intentan sintonizar constantemente de nuevo con los principios de la Madre Tierra, entrando en su ritmo y dinamismo para estar en equilibrio y armonía con ella. Bartomeu se hizo parte guaraní respetándola como maestra de la vida: la Madre Tierra enseña el camino hacia el Buen Vivir (tekoporá) . De una larga experiencia con-vivencial con los guaraníes, Bartomeu observaba y escuchaba en esa armonía y cercanía con todas formas de vida “el buen modo de ser”, lugar donde pueden vivir plenamente la propia identidad cultural, lugar que ellos llaman “donde somos lo que somos”4. Obedeciendo a la escucha de los principios de vida, enraizados en la Madre Tierra como Palabra - mensaje de su Creador, Bartomeu denunciaba valientemente la sistemática usurpación y depredación de territorios indígenas que llevaba consecuentemente la desintegración social, cultural y religiosa de los pueblos originarios. Acudía a muchos tribunales, hasta internacionales, pero fue escuchado con poco éxito.
Recogiendo velas
El documento final del Sínodo de la Amazonía, celebrado en Roma Octubre 2019 sobre los nuevos caminos de la Iglesia y la Ecología Integral, señala que el Escuchar es siempre poner el oído a voces concretas en lugares concretos. Se refiere particularmente de la “Amazonía en su canto y en su grito” para una conversión profunda de nuestros esquemas y nuestras estructuras”... Bartomeu aprendió esta clase de escucha en otro lugar concreto, en las selvas de la Región Oriental paraguaya con los guaraníes. Escuchar la sabiduría de los guaraníes fue la más grande pasión de su vida que le transformó y marcó para siempre. Escuchando la Palabra guaraní, se dejaba conmover y convertir por el canto, la belleza espiritual, su sabiduría profunda. Descubrió que eran poetas, filósofos y teólogos pero también profetas. Bartomeu tomó el camino de la escucha a la conversión y desde este voluntario y gustoso discipulado él finalmente nació como maestro de escucha para nosotros. Escuchando su Palabra se dejaba conmover y convertir por el canto, la belleza espiritual y la sabiduría profunda. Descubrió que eran poetas, filósofos y teólogos pero también profetas. Nos abrió el horizonte para el futuro, escuchando el pasado.
Pero reconoce que hemos perdido nuestra capacidad de recordar de lo que hemos escuchado porque no lo hemos vivido. A través del aprendizaje de los ancianos cómo hacer memoria, él nos reveló el secreto de su modo de escuchar y nos lo transmite con estas palabras: “recordar es haber vivido y escuchado. Las experiencias de las cuales hemos hecho memoria, son mucho más creadoras de personalidad que los libros que uno leyó... Es ahí donde nace la memoria histórica. El pueblo indígena continúa siendo un pueblo de memoria tradicional, porque no lee, y gracias también a que no lee la seudomemoria de los “otros”5.
Bartomeu tomó el camino de la escucha a la conversión, intentando abrirnos los ojos para este tesoro escondido desde más de 500 años. Al final de su vida nos dejó la misión de aprender a escuchar lo que él había escuchado de esta inagotable y sagrada memoria guaraní que él intentó en muchas charlas, conferencias, libros y hasta poesías transmitir a nuestro mundo para que también nosotros, como él escuchemos el canto, la voz, el grito y la memoria de los primeros habitantes de nuestra tierra. ¡Gracias, Bartomeu!
Citas
1 Meliá, Bartomeu, Diálogos de la Lengua Guaraní, Atlas, Asunción, 2019, p.74.
2 Pues en el primer relato de Creación (sacerdotal) se describe la creación del mundo en un proceso de 8 etapas., que siempre comienza con la misma Palabra: “Hágase…” y se hace. Sin embarga para las plantas, árboles , semillas se omite esta palabra creadora y queda sustituida por: ”que la tierra produzca” al crear los primeros animales, acuáticas, se dice: “que las aguas revoloteen seres vivientes”(Gen 1,11.20)
3 León Cadogan, Ayvu Rapytá, , Asunción 1997, CEADUC - CEPAG p. 73.
4 cf. Meliá, Bartomeu, Diálogos de la Lengua Guaraní, Atlas, Asunción 2019, p.20.
5 Ibid, p.18.
Imagen: https://www.clacso.org/adios-bartomeu-melia/
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