10 de Junio de 2011
Cuatro de junio de dos mil once, el alba asoma en el horizonte al ritmo del palpitar de corazones afligidos por la muerte y la ausencia de quienes no debemos olvidar, pero también duelen la necedad y el cinismo de quienes se atreven a sostener o justificar el estado de guerra en nuestra patria, al costo de miles, decenas de miles, de vida inocentes. Es 4 de junio por la mañana y la caravana del consuelo inicia su recorrido hacia la reconstrucción pacífica de la justicia y dignidad en México. Por el Centro de Estudios Ecuménico
Cuatro de junio de dos mil once, el alba asoma en el horizonte al ritmo del palpitar de corazones afligidos por la muerte y la ausencia de quienes no debemos olvidar, pero también duelen la necedad y el cinismo de quienes se atreven a sostener o justificar el estado de guerra en nuestra patria, al costo de miles, decenas de miles, de vida inocentes. Es 4 de junio por la mañana y la caravana del consuelo inicia su recorrido hacia la reconstrucción pacífica de la justicia y dignidad en México. Por el Centro de Estudios Ecuménico
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