21 de Agosto de 2020
[Por: Maria Clara Bíngemer | Religión Digital]
He estado con Pedro Casaldáliga personalmente en dos ocasiones. En la primera, yo era estudiante de teología en la PUC-Río y un colega, un estudiante jesuita, me dijo: Don Pedro Casaldáliga está en la PUC. Corrimos a verlo en el auditorio de la RDC. La impresión fue una marca indeleble que me acompaña hasta hoy. La pequeña estatura y el cuerpo delgado ocupaban un espacio estrecho en el gran auditorio. Cuando abrió la boca, ese hombre de tez frágil se agitó y prendió fuego a toda la habitación con su voz estruendosa y su lengua de profeta. Me fui ungida y comencé a buscar ansiosamente sus escritos y poemas para conocerlo mejor…
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