14 de Agosto de 2020
[Por: José Manuel Vidal | Religión Digital]
Cuando cogí su mano fría y larga de dedos delgados y huesudos de pianista entre las mías, sentí un estremecimiento por dentro. Pensé que estaba acariciando la mano de un obispo-profeta, defensor de las causas más nobles de los oprimidos, símbolo de la lucha por la justicia en todo el mundo y abanderado de la teo-praxis de la liberación. Sentado al otro lado de Don Pedro Casaldáliga, el Padre Ángel, siempre rápido, puso palabras al embrujo del momento: “Estamos tocando carne de santo”…
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