22 de Junio de 2020
[Por: Eduardo de la Serna]
Cuando de ciertos grupos se espera una palabra se supone que esta sea clara y precisa a fin de que esa palabra diga algo. Una empresa emite un comunicado a partir de una situación. Después, por supuesto, los lectores haremos nuestra propia lectura y, por ejemplo, le creeremos o no, o interpretaremos los por qué u objetivos escondidos. De Vicentín, por caso. Pero hay colectivos para los que una palabra les es constitutiva. La Iglesia es un ejemplo de eso. Si cada vez que se espera una palabra (que no es necesariamente lo mismo que cada vez que se desea) esta se pronunciara, no haría falta empezar a medir, pesar y calcular: si digo esto pueden pensar aquello, si callo esto dirán esto otro y si esto o si… Porque entonces, son tantos, ¡pero tantos! los “si” que todo parece un gigantesco “no”…
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