Los pusilánimes, o nuestro chiquitaje

21 de Mayo de 2020

[Por: Eduardo de la Serna]




En lo personal tengo claro que el hecho de que uno desee algo que, en caso de ejecutarse resultaría algo bueno o malo, no transforma ese tal deseo en “bueno” o “malo”. Se trataría simplemente de un deseo, y a lo sumo revelaría una bondad o maldad del corazón, pero sin duda desear determinada cosa no es “moralmente” evaluable. Voy a ser extremo, con la única finalidad de ser entendido; puedo desear la muerte de alguien porque me resulta detestable. Ese deseo habla muy mal de mí, de mis cualidades o de mi humanidad, pero ese deseo no es ni bueno ni malo. Malo sería, en todo caso, si pongo medios para que eso se concrete; en este caso, para que tal persona efectivamente muera. El tema permite muchos más elementos de análisis, pero me interesa una simple mirada a partir de esto

 

 

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