Cuidar la casa común desde casa

21 de Mayo de 2020

[Por: Alirio Cáceres Aguirre]




En estos tiempos de pandemia, este es uno de los retos que se plantean. ¿Cómo cuidar el ambiente sin las calles llenas de gente? 

 

Hay alegría de constatar que muchos animales silvestres han salido de sus madrigueras y nidos para ocupar espacios urbanos. Son muchas las fotos de las playas limpias y los mares cristalinos. Sin duda, ahí hay una señal divina y una fuerte interpelación al modelo de relación con los ecosistemas que hemos implementado como sociedad. Pero, desde la epistemología de la ecología integral de Laudato Si´, la dicha no puede ser completa, si hay una especie en vía de extinción agonizando a nuestro lado. Se trata del ser humano. Los ancianos, los de enfermedades críticas, los migrantes, ahora los indígenas son blanco fácil del COVID19. Los que no acceden al servicio de salud. Los que padecen hambre. Los que no tienen doliente. Lo que no tienen casa.

 

No se trata de escoger uno u otro. Se trata de integrar. No es “o”, es “y”. Enfrentar la crisis en dimensión social y ambiental. El próximo 24 de mayo, se cumplirán 5 años de la encíclica Laudato Si´, sobre el cuidado de la casa común, y por eso desde el 16, se celebrará la Semana Laudato Si´, con un inmenso despliegue de actividades en todos los continentes (https://laudatosiweek.org/es/home-es/). Con una intuición profética, el Papa Francisco escribe:

 

“…Esta falta de contacto físico y de encuentro, a veces favorecida por la desintegración de nuestras ciudades, ayuda a cauterizar la conciencia y a ignorar parte de la realidad en análisis sesgados. Esto a veces convive con un discurso « verde ». Pero hoy no podemos dejar de reconocer que un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres. “(LS 49)

 

Con una perspectiva de justicia ante la inequidad planetaria (LS 48-52), retomamos este blog sobre Ecoteología, con un par de textos alusivos a la restauración de relaciones cotidianas desde la base social. El primero, escrito en 1994, en el contexto de Coordinador Pedagógico de la Obra Kolping de Colombia, miembro del grupo de lectura ecoambiental de la Biblia en la Casa de la Juventud de los jesuitas en Bogotá e integrante del Colectivo de Teatro – Danza “Apagonía” que llevó a escena la obra “El Loco de Asís”, inspirada en el musical “Venga toda la gente” sobre el Hermano Francisco. Estaba a unos días de proponerle a Andrea que formáramos un hogar. Eran tiempos de la guacamaya por la paz.  Es una página escrita con un corazón profundamente enamorado. Y sigue vigente…

 

Lo he rescatado puesto que, en la Arquidiócesis de Bogotá, hemos propuesto una campaña titulada “Familias Ecológicas, Hogares Sostenibles” en el periodo entre el cumpleaños de Laudato Si´ (24 mayo) y el Día Mundial del Ambiente (5 de junio). Estamos pensando en contribuir a una conversión ecológica integral y radical, mediante la conciencia de cada familia como Iglesia doméstica, santuario de la vida, ambiente protector, espacio de sana convivencia y nicho de ecología humana, que consume responsablemente, gestiona los residuos sólidos de forma integral, ahorra agua y energía, y siembra plantas ornamentales, aromáticas, vegetales comestibles con métodos de agroecología urbana. En este último aspecto, ligados a la Campaña de la Orden Franciscana: “Sembrar esperanzas, cosechar alegría” (http://www.ofmjpic.org/dia-internacional-de-la-tierra/ )

 

El segundo texto imagina que una Ecoparroquia es una red de hogares sostenibles que inciden en la formación de ecobarrios. Una comunión de comunidades, de familias ecológicas. El Papa nos ha invitado a pensar más allá de la cuarentena. Rediseñar la parroquia desde las directrices de Laudato Si´ sería otro de los retos para una Iglesia en salida, pobre y para los pobres, que cuida y trasforma la vida en nuestra casa común.

 

Historia de la familia ecológica

 

En días pasados me invitaron a almorzar a la casa de la “Familia Ecológica”. Lo primero que me impactó fueron el cariño y la hospitalidad de su acogida. Esa casa, esos rostros, esas flores, irradiaban amor por todas partes. Ellis hablaban con espontaneidad y alegría, no sé, había algo sorprendentemente fresco en sus miradas.

 

El ritual de alimento fue algo hermoso. Tras la bendición materna al partir el pan, sobrevino una cascada de manjares con sabor a Pachamama (Madre Tierra, en lengua indígena). Fueron muchos los consejos que me dieron, pues su vida es como un libro abierto, que se lee y se disfruta pero jamás se acaba de aprender.

 

Por ejemplo, recuerdo doce frases, sabias todas, sorprendentes. La Familia Ecológica es como un día de mercado en el pueblo, festiva, generosa y muy auténtica. Me gusta que su sabiduría la ofrecen por docenas, como el alimento. A ustedes yo les cuento sobre estos sabios productos de la tierra y supongo, algún día seré invitado a disfrutar ese “sancocho”, tan ecológico como fraterno.

 

1. “No comemos cuento”, dijo el abuelo Ecológico, alimentado con aire puro y la nobleza de los años. La Familia Ecológica no cree mucho en la publicidad pomposa de la comida sin paquetes, de enlatados o bebidas gaseosas. Sabe que agroquímicos y residuos de río contaminado en vegetales es veneno a largo plazo. No le cree a las frutas extranjeras, apetitosas pero irradiadas. Ni a los sabrosos pollos hormonados ni a la blancura de cierta azúcar que lentamente produce una muerte refinada.

 

2. La naturaleza tiene su ritmo. Aprende a danzar con él”, dijo alegremente una Joven Ecológica. Si cada fruto tiene su momento de cosecha, ¿Por qué insistir en comprar productos pagando mayor precio?

En Colombia, en nuestro continente, la Madre Tierra es generosa en su diversidad de climas, paisajes y alimentos. La Familia Ecológica goza cocinando los productos en cosecha y prefiere un plato natural y bien sabroso, o las conservas que ellos mismos preparan a una “comida chatarra” sin nutrientes.

3. “Cuando alguno se enferma, prefiero ir al mercado y no a la farmacia”, dijo con firmeza la señora Ecológica. Claro, ¿por qué comprar siempre un costoso medicamento, muchas veces importado, sabiendo que su esencia activa se puede cultivar en las huertas, encontrar en potreros y en algunos de los sabios consejos de la abuela?

 

4. “…Agua pasó por aquí…” cantaban los niños Ecológicos. ¿De dónde viene el agua que usamos? ¿Cómo sale después de usarla? Ojo al baño, a la cocina y al lavadero. Otro ojo a los detergentes y jabones. Y si aún no están seguros, pongan la mano en el bolsillo. Ahorrar agua es ganar vida y rebajar cuentas de servicios públicos.

 

5. “No bote corriente”. Nos quejamos de los cortes de agua y energía. Nos arruinamos pagando cuentas de la luz. Creemos que desarrollo es despilfarro, pero no es lo mismo el uso que el abuso. Controlemos bombillos, radio, televisor, computador, estufa eléctrica, calentador: evitemos tantas hidroeléctricas, tanta inundación inútil y aprenderemos que también hay un ecosistema en el bolsillo.

 
6. “Hay una contaminación que no se ve”. Además, dice la Familia Ecológica, tanto aparato eléctrico produce una radiación que jamás pasa inadvertida a través de esta pila bioenergética que es nuestro organismo.
 
7. “La basura no existe”, afirmó categóricamente papá Ecológico. En verdad, la Familia Ecológica no desperdicia nada y aprendió que reciclaje es enseñar que nada ni nadie es “desechable”

 
8. “Consuma menos y mejor para vivir más y mejor”, este trabalenguas lo dijo precozmente uno de los pequeños Angelitos de la Guarda con su boca toda llena de papaya. ¿Todo lo que consumimos (ropa, juegos, alimentos, elementos personales, etc) es lo que realmente necesitamos? Además, ¿no han notado que todo ahora es plástico, ropa plástica, zapatos plásticos, juegos plásticos, comidas plásticas, envueltos en mil y un plásticos que duran mil y un años en descomponerse?
 
9. “El mejor espectáculo es la Creación”. La Familia Ecológica muchas veces prefiere apagar el TV para hablar, jugar, orar o ver estrellas. El teléfono celular también merece reposo. Les encanta disfrutar la vida bajo una cascada, admirar todos los verdes y descubrir que en cada creatura está la mano del Señor.
 
10. “Nuestro hogar está lleno de ternura, flores, música y aromas”, me mostró mamá Ecológica con su tierno liderazgo femenino. Aman la yerbabuena, el cidrón, la limonaria y no se dejan engañar por las flores fabricadas, bajo plásticos, a costa de la salud de la tierra y de la gente.
 
11. “Hay que vivir abierto al mundo y a la historia”. Para la familia Ecológica, es fundamental estar al tanto de la situación social. Saben que la miseria y la injusticia son la causa de tanto malestar y que actitudes solidarias son las frutas que hay que cultivar en el huerto de la vida. Todos los seres son sus hermanos, hermano sol, hermana luna, hermanas las penas, la escasez, la enfermedad e incluso la muerte, esa pascua que abre ellos perdió su antifaz. 

 
12. “La fuerza del amor es la fuerza más ecológica del universo”. Por amor todo se conecta con todo. Por amor, todo co-existe, pre-existe, subsiste. Por amor, la vida insiste. Sí, la Familia Ecológica es la Familia del Amor.
 

Ayer fui a buscar de nuevo a la “Familia Ecológica” pues muchas preguntas burbujeaban en mi mente y la inquietud por tanto niño hambriento y desnutrido era una tormenta en mi corazón.

 

Fui a buscarla, pero no los encontré.

 

Me dijeron que se habían cambiado a un lugar más agradable aun que esta página.

 

Ahora guardo la esperanza que la “Familia Ecológica” se haya ido a vivir a tu casa y desde allí, haga florecer sonrisas saludables sobre el arcoíris cultural de nuestra patria, hermosa porción del planeta azul, nuestro hogar común,

 

Ecoparroquias: Iglesia que canta Laudato Si´

 

Artículo publicado en Boletín #57 del Centro Fuego Nuevo (Universidad Minuto de Dios):

http://www.nuevaevangelizacion.com.co/wp-content/uploads/2020/05/BoletinDigital57.pdf

 

Toda parroquia tendría que ser ecoparroquia. Todo templo, casa cural, centro pastoral:  un aula ambiental. El ambiente es sagrado. La creación es un don de Dios.  “En el vivimos , nos movemos, existimos” (Hechos 17, 28). Por eso, el lugar donde dos o tres se reúnen en el nombre del Señor, tiene que reverdecer, debe florecer. El entorno debe llenarse de vida. ¿Cómo hacerlo?

 

Desde que se publicó la encíclica Laudato Si´ esta es una pregunta recurrente. Ya se van a cumplir 5 años. En 2016, el Movimiento Católico Mundial por el Clima (MCMC) elaboró una Guía de Eco-Parroquias1 con un compendio de experiencias en varios países del mundo y algunas pautas para organizar comités “verdes” o “ecológicos”, promotores de la vivencia del mensaje de Laudato Si´.

 

Hay antecedentes de “Eco-Parish” en el ámbito anglosajón, antes de la publicación de la encíclica, en Reino Unido y en Estados Unidos, con comunidades católicas romanas y también anglicanas.

 

En el ejercicio de la diaconía como referente del programa de Ecología Integral de CARITAS de América Latina (que entre 2016 y 2019 se realizó en alianza con el Departamento de Justicia y Solidaridad- DEJUSOL del CELAM), tuve la posibilidad de divulgar Laudato Si´ y contribuir a la formación de Animadores en Ecología Integral y la conformación de redes territoriales como la REMAM (Red Ecológica Eclesial Mesoamericana) y la REICOSUR (Red de Ecología Integral del Cono Sur) inspiradas en la REPAM (Red Eclesial Panamazónica) y la REBAC (Red Eclesial del Río Congo). Fueron 18 países visitados en dos años y medio. Un periplo para aprender a “laudatosificar”. (dosificar “Laudato Si´” como ingrediente en la vida de la Iglesia, una pizca para amasar el pan de la vida). Las interacciones permitieron elaborar una narrativa, un discurso, un planteamiento más latinoamericano en función de precisar lo que debería ser una parroquia ecológica (o eco-parroquia) en nuestro medio.

 

De hecho, hay una cartilla sobre ecoparroquias, en proceso de publicación por parte del CELAM, que se basa en la Carta Pastoral “Discípulos Misioneros Custodios de la Casa Común: Discernimiento a la luz de Laudato Si´”. No se trata solo de una jurisdicción católica que mide su huella de carbono y establece un plan para reducirla. Ni tampoco de organizar un grupo ecológico y desentenderse de lo demás. Se trata de una opción consciente y valiente por repensar la identidad, vocación y misión de la parroquia en sus relaciones con el entorno,  fundamentada en la comunión con Dios, “comunidad preciosa de amor infinito” (LS 246, oración cristiana con la creación)

 

Así empezó en Bogotá…

 

El proceso de “polinización” internacional se dio a la par con el servicio como Animador Arquidiocesano para el cuidado de la creación en Bogotá (hoy en día, Coordinador Arquidiocesano para el cuidado de la casa común) dentro del Plan de Evangelización (Plan “E”). En la Ciudad -  Región se verifican y concretan muchas de las directrices globales en cuanto a formación de Animadores (Custodios de la creación), el trabajo en red a escala territorial (las siete diócesis de la Provincia Eclesiástica optaron por priorizar una acción pastoral conjunta en la cuenca del Río Bogotá) y la estructuración de una propuesta para que las instituciones católicas, de inspiración cristiana o con conciencia de la importancia de la dimensión espiritual de la Educación Ambiental, pudieran darle forma al llamado a la conversión que hace Laudato Si´. En este punto se ubican la innovación pastoral de las eco-parroquias.

 

Dado que en el trayecto conocí el programa Bandera Azul en Costa Rica y el profundo testimonio de vida de sus responsables, y paralelamente, fui adscrito a la Parroquia Santa María del Camino en Bogotá (es el lugar de residencia de mi familia), la decisión fue implementar el proyecto a escala local. De hecho, hoy por hoy, la situación de pandemia nos ha ayudado a comprender que el cuidado de la Casa Común comienza por casa y el quehacer evangelizador en el ámbito doméstico se realza en todo su sentido.

 

Gracias al respaldo y animación del Padre Amadeo Ballester, se hizo la respectiva convocatoria, se configuró un equipo base y se logró vivir la experiencia de diagnóstico, análisis y planificación de una evangelización desde y hacia lo ecológico. Con ello obtuvimos el galardón Bandera Azul como parroquia comprometida con la implementación de Laudato Si´. 

 

La bandera la recibimos durante un evento organizado por la Comisión de Ecología Integral de la CLAR (Confederación Latinoamericana de Religiosos) en Costa Rica y fue consagrada a la Virgen María en la Fiesta de la Inmaculada de diciembre 2019. Lo interesante es que, en el proceso, el padre Alfonso Canedo, párroco de San Marcelino Champagnat e integrante del equipo arquidiocesano para el cuidado de la casa común, se animó a postularse y logró también el galardón Bandera Azul con un destacado ejemplo de compromiso apostólico como custodio de la creación. 

 

El planteamiento para las ecoparroquias se basa en la experiencia con CARITAS y CELAM, así como con el MCMC. Además, se actualizan las  bases que me brindó el equipo de lectura ecoambiental de la Biblia,  “Creación”, acompañado del Padre Alejo Londoño S.J. durante los años 90, el Equipo de Investigación “ECOTEOLOGÍA” en la Pontificia Universidad Javeriana, el cual fundamos en 2002 con José Raúl Suárez, agrónomo y teólogo; y la MESETI (Mesa Ecoteológica Interreligiosa de Bogotá) que iniciamos en 2008 con la idea que el Distrito Capital  es la casa en la que habitamos diversos creyentes comprometidos con el ambiente, y es posible sentarse a la misma  “mesa” para acordar maneras de conservarla. Vale recordar que la Sabana de Bogotá está situada sobre una “meseta” en la cordillera oriental. Así, tras décadas de búsqueda de la “casa ecológica” y la “familia ecológica”, en la Casa de la Juventud, el Campus Javeriano, los templos menonitas, anglicanos, musulmanes, budistas, indígenas, católicos, se ha venido madurando una propuesta en la que confluyen la mirada de ingeniero, educador y teólogo con los inmensos aportes de personas sabias y convencidas de la misión como “amas de casa” en el mundo.

 

Esto lo expreso con convicción, pues si la comprensión de la ecología integral por parte de la Iglesia corresponde a pasar de la ciencia de la casa común a la conciencia del hogar común, más allá de una noción “verde” de lo ecológico, la relación es “multicolor” y se fundamenta en el amor misericordioso y cuidadoso de una mamá preocupada por el orden de la casa y el bienestar de los que la habitan. Para ser custodio de la Creación hay que estar dispuesto a ser Custodia de Cristo….

 

Así se hace la trenza…

 

La propuesta es que una ecoparroquia entrelace tres aspectos: la infraestructura, la cultura y el territorio. Infraestructura sin cultura no perdura y al cabo de un tiempo se convierte en basura. El ejemplo más visible es el de las canecas para separar los residuos. Si no hay personas que decidan clasificar el material en donde corresponde, al final, todos los recipientes serán de uso indiscriminado y el problema se multiplicará.

 

a) La infraestructura: se refiere a la gestión ambiental de las edificaciones. Por su practicidad, se toman como base los parámetros del programa Bandera Azul Ecológica Eclesial2, es decir:

Consumo responsable
Gestión Integral de Residuos Sólidos
Saneamiento básico
Ahorro de agua
Ahorro de energía
Combustibles fósiles
Gestión de Riesgos y Emergencias 

Se entiende que ya hay una decisión institucional, por lo que es conveniente formular una política de ecología integral, es decir una expresión, un manifiesto o declaración que exprese la voluntad política de implementar Laudato Si´ como medio para gestar un nuevo estilo de vida conforme al Evangelio.

Después hay que establecer una referencia, una línea base, un diagnóstico inicial. Es importante tener un punto de partida. La medición del progreso en cada uno de los parámetros requiere un diálogo interdisciplinario, un diálogo de saberes desde las vivencias cotidianas. Eso implica que debe haber alguien que de el primer paso y conforme un pequeño núcleo que va a dinamizar el proceso. Debe ser un grupo dispuesto a recibir nuevos miembros que se motiven por el camino. Un grupo abierto al diálogo y que se entrene en la búsqueda de decisiones prácticas por consenso.

De cualquier modo, el hecho de propiciar acciones conscientes en cada uno de esos parámetros, “dar el primer paso” como insistió el lema de la visita del Papa Francisco a Colombia es ya un logro. Lo importante es ser perseverante en el análisis de los datos que va arrojando el proceso.

 

b) La cultura: Se trata del cambio de hábito de la gente en relación al ambiente. Eso se logra por medio de la educación ecológica orientada por una ecopedagogía experiencial. Es como enseñar a nadar o montar bicicleta. Se trata de aprender haciendo.

En términos de capacitación, el programa Bandera Azul, exige que cada uno de los siete parámetros mencionados en la infraestructura tenga un planteamiento de evangelización ecológica. De hecho, un 25% del puntaje que se otorga para obtener el galardón, corresponde a este ítem. Pero, ¿Qué significa y qué implica esto?

 

Este concepto es muy importante pues se trata, obviamente de una educación ambiental, pero en perspectiva de fe. El propósito es dar ese “salto al Misterio” en el que la ética ambiental adquiere su sentido más hondo (LS 210)

 

Aquí hay varias precisiones:

    • El foco es la adhesión a Jesucristo y a través de su amistad, vivir la comunión con la Santísima Trinidad. Por más exitosa gestión ambiental, si no propiciamos una experiencia de encuentro con el Señor, no podremos darnos por satisfechos.
    • “Laudatosificar” significa aprender a alabar al Creación que nos acaricia en su creación. La forma de alabarlo es cuidar lo creado. Amor con amor se paga. “Laudato Si´” es el himno de canta Francisco de Asís embelesado por Dios presente en sus creaturas.
    • Hay que “laudatosificar” el anuncio Kerigmático, la catequesis de la creación, los sacramentos de iniciación, la liturgia, la actividad pastoral. Si bien es cierto que debe haber un equipo de animación del cuidado de la casa común, el compromiso es de toda la comunidad parroquial.
    • También es esencial que el enfoque ecopedagógico se base en la ecología integral. Una gran tentación es quedarse exclusivamente en la gestión ambiental, olvidando el buen trato, la solidaridad, la comunicación y otros valores que atañen a la ecología humana. La cultura del cuidado a los más pobres, débiles y vulnerables, no solo debe darse en tiempos de pandemia, es un asunto constitutivo de la experiencia de fe.

 

c) El territorio: La ecoparroquia no es una burbuja, ni auto referencial. Es un actor protagónico en el escenario social, por tanto, debe reconocerse en su responsabilidad con el entorno circundante:

 

    • Promoviendo el ecobarrio a partir de hogares sostenibles y rescate de los espacios públicos (brigadas de aseo, reforestación, embellecimiento de calles, etc son dinámicas que ayudan concientizar)
    • Tejiendo redes con otros actores sociales del sector o de influencia en el sector. La alianza con conjuntos residenciales, centros comerciales, establecimientos educativos, empresas, es prioritaria
    • La conciencia de pertenecer a una cuenca hidrográfica es definitiva para comprender el ordenamiento del territorio y el vínculo que tienen las edificaciones parroquiales y en general, las viviendas de los feligreses. ¿De dónde viene el agua que consumimos? ¿A dónde va a parar después que sale del sanitario, la ducha, la cocina, la lavadora?

 

Esto implica una formación crítica para la participación política, el diálogo con las entidades del Estado, las autoridades ambientales, empresas de servicios públicos, líderes cívicos, organizaciones no gubernamentales, siempre con la idea de trabajar por el bien común. El poder de la Iglesia es para servir. Si el párroco habla, propone, motiva es mucho lo que puede incidir para movilizar conciencias y generar transformaciones. Y si está respaldado por una comunidad organizada, que da testimonio coherente en el cuidado de la vida en la casa común, realmente puede influir mucho en la promoción de una cultura ecológica entre los habitantes del territorio, creyentes o no creyentes.

 

Así se entona la canción

 

“..nos unimos para hacernos cargo de esta casa que se nos confío, sabiendo que todo lo bueno que hay en ella será asumido en la fiesta celestial, Junto con todas las criaturas, caminamos por esta tierra buscando a Dios…Caminemos cantando. Que nuestras luchas y nuestra preocupación por este planeta no nos quiten el gozo de la esperanza” (LS 244)

 

Vivir Laudato Si´3 se parece mucho a la tarea de organizar el ministerio de música para animar la liturgia. Se necesita un repertorio, unas voces e instrumentos, alguien que entone y dirija, y mucha pasión para comunicar el mensaje con la belleza que toque el corazón. Laudato Si´ el cántico de las creaturas, un himno del Dios Creador del Hermano Sol. San Francisco de Asís lo cantó hace ocho siglos, casi ciego, decaído, estigmatizado, después de una noche oscura. El Papa Francisco nos propone al Hermano universal como ejemplo de una ecología integral vivida con alegría y autenticidad. Nos invita a cantarle a Creador, ¡Laudato Si´! ¡Alabado Seas! en armonía con todas sus creaturas. Una ecoparroquia es una coral en la que la Iglesia alaba al Creador, cuidando con responsabilidad y conciencia, la porción de la casa común que le corresponde.

 

Para el Centro Fuego Nuevo es un deleite y un desafío, contribuir a que esta búsqueda de consolidación de una propuesta latinoamericana y caribeña de ecoparroquia, a través de la investigación de la experiencia piloto en la Parroquia San Angela de Mérici, en la Diócesis de Engativá, en las riberas del Río Bogotá y cuyo párroco, Padre Ricardo Ruiz, está dispuesto a dirigir la “orquesta” y ayudar a hacer la trenza, para obtener criterios, estrategias e instrumentos que permitan que nuestras parroquias sean escenarios de nueva evangelización a partir de la sensibilización ecológica y a la par, ejemplos vivos de la responsabilidad socio ambiental de la Iglesia.

 

Que el tejido social y eclesial que se repara desde las familias, entendidas como Iglesia doméstica, contribuya a renovar la imagen de parroquia en comunión y participación. Cada hogar es un santuario de la vida. Desde casa comienza el cuidado de la Casa Común. Las prácticas cotidianas de buen trato, diálogo y convivencia, consumo responsable, reuso y reciclaje de residuos, ahorro de agua y energía, agricultura urbana, son algunos de los aspectos para dar el primer paso4. “Hago lo que puedo, lo mejor que puedo” nos recuerda Cristina Gaztelu en uno de sus diarios. Gotita a gotita como el colibrí podemos colaborar a apagar los incendios externos e internos del mundo. Paso a Paso. De grano en grano…

 

“En ti confiamos, Madre de la vida, no nos abandones en esta hora oscura. Amén” (De la oración Madre de la Amazonia, con la cual termina la Exhortación Post Sinodal “Querida Amazonia” del Papa Francisco).

 

Citas

 

1 Guía de Eco-Parroquias (MCMC) https://catholicclimatemovement.global/es/eco-parish-es/

2 Categoría Eclesial Ecológica del programa Bandera Azul  https://banderaazulecologica.org/landing-de-categorias/eclesial-ecologica

3 Compromiso Laudato si´ (MCMC) http://vivelaudatosi.org/

4 Hogares Sostenibles según Programa Bandera Azul https://banderaazulecologica.org/landing-de-categorias/hogares-sostenibles

 

 

Imagen: http://marcomidencehn.blogspot.com/2016/01/cuidar-nuestra-casa-comun-el-desarrollo.html 

 

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