01 de Mayo de 2020
[Por: Francisco José Bosch]
‘Las estrellas dicen que nosotros, somos los fugaces’ (Macaco)
Sobre los que ‘hacen historia’
Un hombre flaco, con una corbata siempre mal puesta, camina rápido por los pasillos de la Universidad Nacional de Mar del Plata. Hablando de mares, carteles cubren las paredes de toda la facultad en algo similar a una marea de consignas. El hombre desgarbado es profesor de una introducción historiográfica en la carrera de historia: se esfuerza en explicarnos a los estudiantes, diferentes formas en el oficio de contar la historia. De todas ellas, me deja una peculiar impresión, una escuela que logra descifrar todo un tiempo desde el relato de vida de un quesero italiano y sus gusanos. Un hombre, un trabajo y una vida que pintan una época, la narra.
Lejos de la marea de carteles de esa universidad, en un barrio donde la mayoría de persona se han visto excluidas de los espacios de letras, una mujer descalza cumple ciento cuatro años. La nariz rugosa, la mirada entre profunda y perdida, los pies arrugados y callados por la vida descalza. ‘Nunca me puse zapatos, ni esas zapatillas de vieja picara, ni esas’ dice frente a un grupo de chicos que inventan un circo en la colonia Las Palmas de San Salvador, Centroamérica. Lejos del mar y los libros, una mujer que, al contar su historia, cuenta la historia de su barrio, de su gente, de más de siete mil personas que viven al borde de la quebrada ‘La Lechuza’.
Kunda festeja sus ciento cuatro años con nosotros. Le llevamos un pastel, cantamos el cumpleaños feliz y compartimos un café. Ella tenía lista la leña y el fuego, listo el cacharro y el agua, para seguir contando historias. Kunda no fue a la escuela, pero es la responsable de haber cambiado mi percepción sobre el tiempo, me enseñó un modo particular de hacer historia. Ella narra el nacimiento de su comunidad haciendo un viaje siempre entre hechos mínimos de la vida de sus vecinos (historia de las multitudes) pero vinculándolos a un hecho macro, como si se tratara de los lados de una urdimbre por la que viaja el tejido de su relato: la toma de las tierras y la erupción del volcán de San Salvador, la construcción del puente y la represión de Maximiliano Hernández Martínez. Así, todo el siglo XX, mirada desde una barriada marginal de San Salvador, contado desde abajo, pero colando las periferias en las grietas del poder.
Sobre el cambio de época
Estar siendo aquí, sabernos vivos en la incertidumbre de este cambio de época que estamos atravesando, nos lanza a los cristianos a preguntarnos por los ‘signos de este tiempo’ (Gaudium Et Spes 11) y a buscar los lugares de esos signos (Lc 10,21). Basta con escuchar la voz de las barriadas para comprender que algo está pasando, que hay que saber leer esto, que es un tiempo de signos.
Estamos frente a una bisagra. Una puerta se ha se ha abierto. Una delgada línea de luz invade el espacio oscuro. Todavía huele a combustión. La máquina no se ha apagado hace mucho, pero ya no se escucha el eco de su rugido. Un silencio y una quietud nos alarma a todos. No hay rincón del globo que no se estremezca: la fantasía de vivir sanos en un mundo enfermo se ha terminado. Un ridículo hombre vestido de blanco, en la soledad de una plaza milenaria, con el respaldo de una desvencijada institución nos lo ha escupido al rostro. ¿Quién se cree?
Antes y después de su grito, una cronología de la pandemia, para sentipensar la percepción del tiempo desde un lugar preciso. Reconstruir la pandemia desde el movimiento popular que son las comunidades eclesiales de base de NuestrAmérica.
Un Kronos que no devora el tiempo
La fe cristiana cree en tiempos que condensan. Un Kayros es el tiempo propicio, lugar donde irrumpe la novedad de Dios en nuestro ahora, es un aguijón escatológico.
11 de marzo
Ginebra, Suiza
Un hombre negro, africano, doctor, toma el micrófono. Anuncia al mundo que un virus de la China se ha transformado en Pandemia mundial. Él es doctor en salud comunitaria y lo que se viene es la desconexión.
Guayaquil, Ecuador
Doscientas treinta personas en el salón de una escuela. Convocados al XI encuentro de Comunidades Eclesiales de Base de todo el continente. Una gran diversidad de rostros, acentos y miradas. Lejos del frio de Ginebra, el calor terrible de Guayaquil fue el marco para presentar ‘Bendita Mezcla’, un libro de teología narrativa, que recoge los relatos creyentes de hombre y mujeres organizados en la base. Son comunidades organizadas de vida digna, mezcla bendita que sostiene la vida.
El día del anuncio de la pandemia, en el camino al aislamiento, celebrar la mezcla pegados y transpirados en comunidad.
15 de marzo
Lenin Moreno anuncia el cierre de los aeropuertos.
Un grupo de asesores de las comunidades de base, pasa de pensar estratégicamente en los próximos cinco años, a resolver la salida del país. Coordinamos ese domingo a la noche, el desembarco en el aeropuerto de Guayaquil la mañana siguiente.
22 de marzo
Una semana después, la mayoría de los participantes del encuentro continental de CEBs, está aislado en su país de origen.
Tres compañeros argentinos han quedado varados en Lima. En pleno toque de queda ven crecer la violencia social en medio de la crisis. Duermen en un hostel por varios días, esperando la comunicación con el consulado para volver al país.
Finalmente, en este domingo 22, se realiza la Repatriación en un Hércules del ejército, de los tres compañeros que se quedaron varadas en Lima.
30 de marzo
Socorro Martínez, coordinadora continental de las comunidades de base, entra en terapia intensiva en la México infectada con Covic-19, con muchos calendarios encima.
2 de abril
Guayaquil se trasforma en la postal del horror den virus en América Latina. Cadáveres en las calles, en las puertas de las casas, quemados en las esquinas.
El gobierno anuncia que recoge 150 cadáveres de las calles.
7 de abril
En plena Semana Santa, se comienza a construir una fosa común, un cementerio improvisado en los márgenes de Guayaquil.
En Monte Sinaí se huele a muerte. Vienen pidiendo un cementerio hace años, pero el municipio aprovecha la pandemia, para construir en un terreno inundable de la comunidad, una fosa común. Los muertos sobran de las calles y ya son un escándalo mundial. Los quieren esconder en las periferias. La comunidad de Las Iguanas, resiste.
11 de abril
En el silencio del sábado de gloria, se cumple un mes de pandemia. El mundo se ha detenido. Por primera vez después de que la Iglesia católica copara las basílicas del imperio Romano, las celebraciones de la memoria del asesinato y resurrección de Jesús vuelven al espacio doméstico. Allí donde el primer cristianismo cuidó la memoria y narró la vida de ese hombre que sabía leer los signos de los tiempos. Las casas como templos, memorias del cristianismo primitivo.
16 de abril
Día de la presentación del Habeas Corpus de Rosy Iraheta a la corte suprema de Justicia de El Salvador, para que le realicen otra vez la prueba del Covid-19.
Antes, la travesía. Dos compañeras salvadoreñas han vivido una odisea para retornar a su país. Al llegar son puestas en cuarentena en centros de contención apartados. No han podido volver a sus casas. Unos días después, le realizan la prueba a Rossy y da positiva, a pesar de ser asintomática. Trasladada a un hospital, luego a otro en Planes de Renderos.
La gente toce. Ella se siente mal de a ratos. Solo un pedido de la justicia, por interposición del habeas corpus, logra que se realice nuevamente la prueba.
21 de abril
En México, termina el proceso de resurrección de Socorro. El doctor le da el alta, sin saber si contagia o no. Pero su voz se escucha tenue y fuerte, vivaz y potente. Ha vuelto a respirar profundo entre nosotros.
24 de abril
El ultimo compañero varado en Guayaquil, Vileci, compañero asesoras de las comunidades del Brasil, deja Ecuador después de 40 días. Logra volver en un vuelo de repatriación hasta Sao Pablo.
28 de abril
Rossy cruza el rio Lempa de vuelta a su casa. Las pruebas han sido realizas y dan negativo. No tiene el virus. Puede llegar a su hogar, a las comunidades del Bajo Lempa, a reposar el cuerpo y el alma, después de cincuenta y tres días de peregrinación.
Estamos hechos de Pascuas
El domingo de resurrección encontró a gran parte de la humanidad sin poder abrazarse. Pero como si fuera una caricia, llego de Roma (sí, del Vaticano), una carta para los movimientos populares del mundo, justo en ese día que se recuerda la victoria de los jodidos de este mundo frente al mal.
La carta de amor de Francisco, es un abrazo en tiempos de Pandemia: escribe sabiendo el papel que la iglesia en la base y los movimientos populares están jugando para sostener la barriga de los pobres de esta tierra. Pero a esa certeza y admiración del papa por los poetas sociales, se suma un pedido concreto de resurrección para los pueblos pobres.
Francisco delinea la resurrección en este cambio de época como un salario universal que reconozca la dignidad trabajadora y creadora del ser humano descartado por este sistema y, al mismo tiempo, como el jubileo de las deudas a los pueblos pobres.
La crisis se abre como una posibilidad de otros tiempos dentro de la carrera sin freno de la locomotora de la tragedia capitalista. El otro tiempo estaba siendo cultivado por lo bajo, pero ha irrumpido a escala planetaria con la pandemia. Las comunidades, una vez más, están listas para sobrevivir y para dar su magistral clase de super-vivencia a los males de cada tiempo.
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Los científicos juran que estamos hechos de átomos, los narrados de historias y los creyentes decimos que estamos hechos de pascuas: pasos fundamentales que damos en cada tiempo, de la mano del Dios compañero.
Francisco Bosch
Caminante con las Cebs de A. Latina
Pie de foto: Kunda, maestra de ‘otra historia’, y los chicos del Circo de Las Palmas, EL Salvador.
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