¿Qué puede venir después del coronavirus?

29 de Abril de 2020

[Por: Leonardo Boff | Texto en español y portugués]




Muchos lo han visto claramente: después del coronavirus, ya no va a ser posible continuar el proyecto del capitalismo como modo de producción, ni del neoliberalismo como su expresión política. El capitalismo sólo es bueno para los ricos; para el resto es un purgatorio o un infierno, y para la naturaleza, una guerra sin tregua.

Lo que nos está salvando no es la competencia –su principal motor– sino la cooperación, ni el individualismo –su expresión cultural– sino la interdependencia de todos con todos.

 

Pero vayamos al punto central: hemos descubierto que el valor supremo es la vida, no la acumulación de bienes materiales. El aparato bélico montado, capaz de destruir varias veces la vida en la Tierra, ha demostrado ser ridículo frente a un enemigo microscópico invisible que amenaza a toda la humanidad. ¿Podría ser el Next Big One (NBO) que temen los biólogos, “el próximo gran virus” que destruya el futuro de la vida? No lo creemos. Esperamos que la Tierra siga teniendo compasión de nosotros y nos esté dando sólo una especie de ultimátum.

 

Dado que el virus amenazador proviene de la naturaleza, el aislamiento social nos ofrece la oportunidad de preguntarnos: ¿cuál fue y cómo debe ser nuestra relación con la naturaleza y, más en general, con la Tierra como Casa Común? La medicina y la técnica, aunque muy necesarias, no son suficientes. Su función es atacar al virus hasta exterminarlo. Pero si continuamos atacando a la Tierra viva, “nuestro hogar con una comunidad de vida única”, como dice la Carta de la Tierra (Preámbulo), ellos contraatacará de nuevo con más pandemias letales, hasta una que nos exterminará.

 

Sucede que la mayoría de la humanidad y los jefes de estado no son conscientes de que estamos dentro de la sexta extinción masiva. Hasta ahora no nos sentíamos parte de la naturaleza ni tampoco como su parte consciente. Nuestra relación no es la relación que se tiene con un ser vivo, Gaia, que tiene valor en sí mismo y debe ser respetado, sino de mero uso según nuestra comodidad y enriquecimiento. Estamos explotando la Tierra violentamente hasta el punto de que el 60% de los suelos han sido erosionados, en la misma proporción los bosques húmedos, y causamos una asombrosa devastación de especies, entre 70-100 mil al año. Esta es la realidad vigente del antropoceno y del necroceno. De seguir esta ruta vamos al encuentro de nuestra propia desaparición.

 

No tenemos otra alternativa que hacer, en palabras de la encíclica papal “sobre el cuidado de la Casa Común”, una “conversión ecológica radical”. En este sentido, el coronavirus no es una crisis como otras, sino la exigencia de una relación amistosa y cuidadosa con la naturaleza. ¿Cómo implementarla en un mundo que se dedica a la explotación de todos los ecosistemas? No hay proyectos listos. Todo el mundo está a la búsqueda. Lo peor que nos podría pasar sería, después de la pandemia, volver a lo de antes: las fábricas produciendo a todo vapor aunque con cierto cuidado ecológico. Sabemos que las grandes corporaciones se están articulando para recuperar el tiempo perdido y las ganancias.

 

Pero hay que reconocer que esta conversión no puede ser repentina, sino gradual. Cuando el presidente francés Macron dijo que “la lección de la pandemia era que hay bienes y servicios que deben ser sacados del mercado”, provocó la carrera de decenas de grandes organizaciones ecologistas, como Oxfam, Attac y otras, pidiendo que los 750.000 millones de euros del Banco Central Europeo destinados a remediar las pérdidas de las empresas se destinaran a la reconversión social y ecológica del aparato productivo en aras de un mayor cuidado de la naturaleza, más justicia e igualdad sociales. Lógicamente, esto sólo se hará ampliando el debate, involucrando a todo tipo de grupos, desde la participación popular hasta el conocimiento científico, hasta que surjan una convicción y una responsabilidad colectivas.

 

Debemos ser plenamente conscientes de una cosa: al aumentar el calentamiento global y aumentar la población mundial devastando los hábitats naturales, acercando así los seres humanos a los animales, éstos transmitirán más virus, a los cuales no seremos inmunes, que encontrarán en nosotros nuevos huéspedes. De ahí surgirán las pandemias devastadoras.

 

El punto esencial e irrenunciable es la nueva concepción de la Tierra, ya no como un mercado de negocios que nos coloca como sus señores (dominus), fuera y por encima de ella, sino como una superentidad viviente, un sistema autorregulado y autocreador, del que somos la parte consciente y responsable, junto con los demás seres como hermanos (frater). El paso de dominus (dueño) a frater (hermano) requerirá una nueva mente y un nuevo corazón, es decir, ver a la Tierra de manera diferente y sentir con el corazón nuestra pertenencia a ella y al Gran Todo. Unido a ello, el sentido de inter-retro-relación de todos con todos y una responsabilidad colectiva frente al futuro común. Sólo así llegaremos, como pronostica la Carta de la Tierra, a “un modo de vida sostenible” y a una garantía para el futuro de la vida y de la Madre Tierra.

 

La fase actual de recogimiento social puede significar una especie de retiro reflexivo y humanista para pensar en tales cosas y nuestra responsabilidad ante ellas. Es urgente y el tiempo es corto, no podemos llegar demasiado tarde.

 

*Leonardo Boff ha escrito Cómo cuidar de la Casa Común, Vozes 2018 y La opción Tierra: la solución de la Tierra no cae del cielo, Record 2009.

 

Traducción de Mª José Gavito Milano

 

*      *      *

 

O que poderá vir depois do coronavírus?

 

Muitos já sentenciaram: depois do coronavírus não é mais possível levar avante o projeto do capitalismo como modo de produção nem do neoliberalismo como sua expressão política.O capitalismo é somente bom para os ricos; para os demais é um purgatório ou um inferno e para a natureza, uma guerra sem tréguas.

 

O que nos está salvando não é a concorrência – seu motor principal – mas a cooperação, nem o individualismo – sua expressão cultural – mas a interdependência de todos com todos.

 

Mas vamos ao ponto central: descobrimos que a vida é o valor supremo, não a acumulação de bens materiais. O aparato bélico montado, capaz de destruir por várias vezes, a vida na Terra se mostrou ridículo face a um inimigo microscópico invisível, que ameaça a humanidade inteira. Seria o Next Big One (NBO) do qual temem os biólogos, “o próximo Grande Vírus”, destruidor do futuro da vida? Não cremos. Esperamos que a Terra tenha ainda compaixão de nós e nos dê apenas uma espécie de ultimato.

 

Já que o vírus ameaçador provém da natureza, o isolamento social nos oferece a oportunidade de nos questionarmos: qual foi e como deve ser nossa relação face à natureza e, em termos mais gerais, face à Terra como Casa Comum? Não são suficientes a medicina e a técnica, por mais necessárias. Sua função é atacar o vírus até exterminá-lo. Mas se continuarmos a agredir a Terra viva,”nosso lar com uma comunidade de vida única”como diz a Carta da Terra (Preâmbulo) ela contra-atacará de novo com pandemias mais letais, até uma que nos exterminará.

 

Ocorre que a maioria da humanidade e dos chefes de Estado não têm consciência de que estamos dentro da sexta extinção em massa. Até hoje não nos sentíamos parte da natureza e nós humanos a sua porção consciente; nossa relação não é para com um ser vivo, Gaia, que possui valor em si mesmo e deve ser respeitado mas de mero uso em função de nossa comodidade e enriquecimento. Exploramos a Terra violentamente a ponto de 60% dos solos terem sido erodidos, na mesma proporção as floresta úmidas e causamos uma espantosa devastação de espécies, entre 70-100 mil por ano. É a vigência do antropoceno e do necroceno. A continuar nesta rota vamos ao encontro de nosso próprio desaparecimento.

 

Não temos outra alternativa senão, fazermos nas palavras da encíclica papal “sobre o cuidado da Casa Comum” uma “radical conversão ecológica”. Nesse sentido o coronavírus é mais que uma crise como outras, mas a exigência de uma relação amigável e cuidadosa para com natureza. Como implementá-la num mundo montado sobre a exploração de todos os ecossistemas? Não há projetos prontos. Todos estão em busca. O pior que nos pode acontecer, seria, passada a pandemia, voltarmos ao que era antes: as fábricas produzindo a todo vapor mesmo com certo cuidado ecológico. Sabemos que grandes corporações estão se articulando para recuperar o tempo e os ganhos perdidos.

 

Mas há que conceder que esta conversão não poderá ser repentina, mas processual. Quando o Presidente francês Maccron disse que “a lição da pandemia era de que existem bens e serviço que devem ser colocados fora do mercado” provocou a corrida de dezenas de grandes organizações ecológicas, tipo Oxfam, Attac e outras pedindo que os 750 bilhões de Euros do Banco Central Europeu destinados a sanar as perdas das empresas fossem direcionados à reconversão social e ecológica do aparato produtivo em vista de mais cuidado para com a natureza, mais justiça e igualdade sociais. Logicamente isso só se fará ampliando o debate, envolvendo todo tipo de grupos, desde a participação popular ao saber científico, até surgir uma convicção e uma responsabilidade coletivas.

 

De uma coisa devemos ter plena consciência: ao crescer o aquecimento global e ao aumentar a população mundial devastando habitats naturais e assim aproximando os seres humanos aos animais, estes transmitirão mais vírus que encontrarão em nós novos hospedeiros para os quais não estamos imunes. Daí surgirão as pandemias devastadoras.

 

O ponto essencial e irrenunciável é a nova concepção da Terra, não mais como um mercado de negócios colocando-nos como senhores (dominus), fora e acima dela mas como um super Ente vivo, um sistema autoregulador e autocriativo, do qual somos a parte consciente e responsável, junto com os demais seres como irmãos (frater). A passagem do dominus (dono) a frater (irmão) exigirá uma nova mente e um novo coração, isto é, ver de modo diferente a Terra e sentir com o coração a nossa pertença a ela e ao Grande Todo. Junto a isso o sentido de inter-retro-relacionamento de todos com todos e uma responsabilidade coletiva face ao futuro comum. Só assim chegaremos, como prognostica a Carta da Terra, a “um modo sustentável de vida”e a uma garantia de futuro da vida e da Mãe Terra.

 

A atual fase de recolhimento social pode significar uma espécie de retiro reflexivo e humanístico para pensarmos sobre tais coisas e a nossa responsabilidade face a elas. O tempo é curto e urgente e não podemos chegar tarde demais.

 

Leonardo Boff escreveu Como cuidar da Casa Comum, Vozes 2018 e A opção Terra: a solução da Terra não cai do céu, Record 2009.

 

Tomado de: https://leonardoboff.org/2020/04/26/o-que-podera-vir-depois-do-coronavirus/

 

Imagen: https://elpais.com/elpais/2020/03/20/opinion/1584718117_210500.html 

 

 

 

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.