24 de Abril de 2020
[Por: Andrés T. Queiruga | Religión Digital]
El cambio cultural que supuso la entrada, lenta pero imparable, de la Modernidad supuso un cambio irreversible en el afrontamiento del problema del mal. El plano teórico, que antes quedaba absorbido y asimilado por la confianza básica, apoyada en la evidencia y plausibilidad sociocultural de la fe, ha hecho valer su relevancia. Con la agudización del espíritu crítico a partir de la Ilustración, apareció la posibilidad del ateísmo, y la confianza subjetiva ya no era suficiente para ocultar y asimilar la dificultad teórica. La contradicción entre la existencia terrible del mal y la fe en Dios que, siendo omnipotente e infinitamente bueno, no lo evitaba, lo consentía o incluso lo mandaba, era demasiado fuerte como para poder ser ignorada…
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