El (re)descubrimiento eclesial del ambiente digital: entre luces y sombras

09 de Abril de 2020

[Por: Moisés Sbardelotto]




En estos tiempos de aislamiento y confinamiento, la Iglesia, en sus diversas expresiones, se ve desafiada a ser más “audaz y creativa” al repensar el estilo y los métodos evangelizadores (cf. Evangelii gaudium, n. 33). La pandemia de coronavirus está transformando la vida y la práctica de la Iglesia de varias maneras.

 

Frente a la suspensión de las misas y otros encuentros eclesiales en varias diócesis y parroquias de todo el mundo, comenzando por el Vaticano, en donde las celebraciones litúrgicas del Triduo Pascual en sí no serán abiertas al público, la comunidad cristiana ha volcado su mirada y sus energías principalmente hacia el ambiente digital.

 

En muchos países, Estados y ciudades que han cerrado prácticamente todo, la Iglesia puede continuar siendo, y quizás aún más, “en salida”, como pide el papa Francisco. Esta vez, sin embargo, a través de las “calles digitales”, que, como dice el Papa, también están “pobladas de humanidad, a menudo herida: hombres y mujeres que buscan una salvación o una esperanza”.

 

Juan Pablo II ya decía, en su mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales (JMCS) de 2002, que “internet puede ofrecer magníficas oportunidades para la evangelización”. Su sucesor, Benedicto XVI, afirmó que “el ambiente digital no es un mundo paralelo o puramente virtual, sino que forma parte de la realidad cotidiana de muchos”, y, por eso, “si la Buena Noticia no se da a conocer también en el ambiente digital podría quedar fuera del ámbito de la experiencia de muchas personas” (JMCS 2013).

 

Hoy, el Papa Francisco también reitera que “internet puede ofrecer mayores posibilidades de encuentro y de solidaridad entre todos; y esto es algo bueno, es un don de Dios”. Según él, “la red digital puede ser un lugar rico en humanidad: no una red de cables, sino de personas humanas” (JMCS 2014).

 

Sin embargo, en este momento histórico y sin precedentes en la vida de la Iglesia y de las religiones en general, a menudo hay enfoques apresurados o distanciamientos recelosos al ambiente digital. Eso dificulta que la pastoral, en el caso cristiano, se “encarne” más profundamente en la cultura emergente. Por esta razón, es importante prestar atención y reflexionar sobre algunas cuestiones comunicacionales que surgen ante este “signo de los tiempos” de la pandemia y que inciden en aspectos teológicos, eclesiológicos y pastorales de la relación entre la Iglesia y el ambiente digital. El pensamiento del Papa Francisco contribuye en este sentido.

 

Destaco aquí tres puntos específicos que demandan nuevas resignificaciones: las nociones de comunicación y relación; participación y presencia; y de comunidad. En el ambiente digital, especialmente en tiempos de aislamiento social, esas experiencias se viven de manera innovadora y, por lo tanto, la forma en que las pensamos y enunciamos también necesita ser problematizada.

 

 

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