06 de Abril de 2020
[Por: José Manuel Vidal | Religión Digital]
Llueve en Roma, a veces a cántaros y, otras veces, escampa. La lluvia y el cielo encapotado añaden tristeza y pesadumbre a la oración convocada por el Papa, para “unir nuestras voces al cielo” y pedir el fin de la pandemia. Tarde-noche con sabor milenarista en la Plaza de San Pedro desierta. La imagen de un Papa en medio de esa soledad, implorando a Dios el fin de la peste del coronavirus, huele a milenarismo y a miedo sofocado y sublimado en la esperanza en Aquel que todo lo puede…
Descargue el artículo.
©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.