29 de Marzo de 2020
[Por: Marcelo Barros]
En este momento de pandemia en el mundo, es importante reflexionar sobre qué son la inmunidad y lo que debe se la comunión humana. Es urgente distinguir a qué virus debemos ser inmunes y cómo ser inmunes, sin perder la unidad que nos conecta con todos/as y el todo del universo.
De hecho, inmunidad y comunidad son dos términos que parecen oponerse. Los que son inmunes ya no son comunas, término que designa la comunión. En latín antiguo, el término communio designa la común unión, pero también proviene de común munus. Eso quiere decir que hay comunión cuando se asume el munus común, eso es, el peso: llevar el peso uno de los otros.
En la tradición cristiana, la comunión es la interdependencia que existe entre todas las personas de fe (comunión de los santos), pero también la falta de inmunidad espiritual entre todos (comunión en las cosas santas). Por lo tanto, el bien que uno hace contagia a todos, así como el pecado de uno hace daño a todos. La comunión hace posible, como escribió el apóstol, ser uno, como un cuerpo que tiene muchos miembros. Cada miembro tiene su propia función, pero el cuerpo es uno.
Inmunidad es lo que permite autoprotección. Físicamente, nuestro organismo tiene células de defensa que evitan que un virus o bacteria se instale. Cuando se destruyen esas células, la inmunidad se debilita y aparece cualquier enfermedad. Entonces, la inmunidad fisiológica es fundamental. Sin embargo, Eduardo Galeano advirtió que vivimos en una "sociedad de desvínculo".
Nadie sabe si el Coronavirus se produjo biológicamente como arma de guerra. El hecho mismo de que tal virus pueda haber sido producido como arma en laboratorio revela el modelo de sociedad en que vivimos. Por supuesto, tenemos que tener mucho cuidado con el coronavirus. Sin embargo, los virus del odio, de la intolerancia, de la xenofobia, del racismo, machismo y discriminación social matan más que esa pandemia actual.
El hambre, causada por el crimen de la desigualdad social, causa más enfermedades y muertes que cualquiera de esos virus que, de vez en cuando, afectan al mundo. Para el coronavirus se buscan vacunas. Para los virus que destruyen lo que nos hace humanos, solo hay una vacuna: la solidaridad amorosa. La opción de que la vida sea la convivencia y la comunión tiene que ser experimentada hasta la última gota. Sin ningún miedo. El amor no mata. En algunos días, celebraremos la Pascua. Las comunidades judías la llaman "la fiesta de nuestra liberación". Afirmar que Jesús ha resucitado es testificar que el amor es más grande que la muerte.
Imagen: https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-52048856
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