27 de Marzo de 2020
[Por: Mauricio Fuentes]
Todavía recuerdo de forma muy viva la primera vez que escuché hablar al pensador esloveno Slavoj Žižek. Era mayo del año 2001 y, en el marco de la Feria del Libro de Buenos Aires, presentaba algunas ideas que siempre me resultaron impracticables hasta ahora. Él decía que el sistema capitalista no era invulnerable, pero que para ello era necesario entrar en un plano de no-hacer. Lo que mantenía con vida la explotación del hombre por el hombre, según su mirada, era la voracidad de la misma acción humana. Nuestro ritmo de “permanente hacer” es lo que sostiene la maquinaria. Y esto, decía, solamente podía ser contrarrestado con quietud…
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