22 de Marzo de 2020
[Por: Marcelo Barros]
El hecho que, cada año, la ONU conmemora el 22 de marzo como día internacional del cuidado con el agua es ocasión fundamental para despertar a la sociedad sobre la urgencia de defender el agua como bien común de todos. Sin agua no hay vida.
Sin embargo, en todo el mundo, especialmente en países pobres de África, en América Latina y el Caribe, grandes empresas agrícolas destruyen inmensas regiones de bosque para plantar soja. Usan agrotóxicos que contaminan la tierra y envenenan los ríos. Amenazan la vida de grupos indígenas, matan a los pajaritos y animales que vienen a beber de aquella agua.
En toda la América Latina, decenas de empresas extractivas trabajan con mercurio y materiales altamente tóxicos arrojados al río para encontrar metales preciosos o solo mineral de hierro.
Actualmente, varios pueblos viven un estrés hídrico y decenas de conflictos internacionales tienen el agua como elemento provocador. El hecho que millones de personas no tienen acceso al agua potable revela el carácter injusto y predatorio del sistema económico mundial. En todo el mundo, movimientos sociales y comunidades tradicionales piden que las legislaciones nacionales prohíban que el agua sea mercantilizada y privatizada.
Todas las tradiciones espirituales están de acuerdo en que el agua es bien común de la humanidad e incluso de todos los seres vivos. Por eso, actualmente, foros y encuentros piden a las Iglesias y comunidades luchar juntos para transformar esa realidad. Y desde ahora, vivir una espiritualidad verdaderamente ecuménica y ecológica.
Sea cual sea la religión o también sin ninguna adhesión religiosa, la espiritualidad se revela en una actitud de amor hacia todas las criaturas. El universo entero es un inmenso altar, en lo cual podemos contemplar la presencia de Dios. Por razones históricas, en el cristianismo esa espiritualidad ecológica aún no ha ganado toda su potencialidad. Sólo en tiempos recientes, después de que el papa Francisco escribió la encíclica Laudatum si’ sobre la Ecología Integral, las comunidades cristianas pasaron a enlazar más Ecología y Espiritualidad.
Qué bueno sería que el respecto reverencial que la mayoría de las personas tiene a los símbolos religiosos también se desarrollara en relación al agua, a la tierra y a la vida de todos los seres, principalmente la vida humana.
Para los cristianos, según el evangelio, Jesús promete a sus discípulos el Espíritu Divino, la energía de amor que lo hizo vivir y amar. Muchas tradiciones espirituales creen que ese Espíritu se manifiesta en cada fuente de agua como Amor para todo el universo.
Imagen: El País
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