13 de Marzo de 2020
[Por: Ilka Oliva Corado | Crónicas de una inquilina]
Apareció con su cámara colgada del cuello y comenzó a ofrecer sus fotografías, como quien ofrece queso fresco cuarteado, flores recién cortadas, escobas, limar cuchillos, comprar botellas y papel periódico; así simple en un día cualquiera de arrabal. Fue para la década del noventa cuando en Ciudad Peronia solo existía un fotógrafo que llegaba de la capital los domingos a retratar y regresaba a las semanas a entregar las fotografías que dejaba fiadas y que le iban pagando por pocos…
Descargue el artículo.
©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.