20 de Febrero de 2020
[Por: Leonardo Boff | Texto en español y portugués]
Varias amenazas se ciernen sobre el sistema-vida y el sistema-Tierra: el holocausto nuclear; la catástrofe ecológica del calentamiento global y de la escasez de agua potable; la catástrofe económica/social sistémica con la radicalización del neoliberalismo que produce una acumulación extrema a expensas de una pobreza asombrosa; la catástrofe moral con la falta general de sensibilidad hacia las grandes mayorías sufrientes; la catástrofe política con el resurgimiento mundial de la derecha y la corrosión de las democracias. Tal como están, la Tierra y la humanidad no pueden continuar así, a riesgo de sufrir un armagedón ecológico-social.
Centrándonos en el escenario reciente de Brasil: las fuertes lluvias de febrero de 2020 con inundaciones desastrosas que afectaron a varias ciudades del país y paralelamente incendios terribles en Australia, seguidos inmediatamente por inundaciones inesperadas. Tales eventos extremos son signos inequívocos de que la Tierra ha perdido ya su equilibrio y está buscando uno nuevo. Y este nuevo podría significar la devastación de porciones importantes de la biosfera y de una parte significativa de la especie humana. Esto va a suceder, simplemente no sabemos cuándo y cómo. El hecho es que ya estamos en la sexta extinción masiva. Hemos inaugurado, según algunos científicos, una nueva era geológica, la del antropoceno, en la cual la actividad humana es responsable de la destrucción de las bases que sostienen la vida.
Los diferentes centros científicos que monitorean sistemáticamente el estado de la Tierra atestiguan que, de año en año, los elementos principales que perpetúan la vida (agua, suelos, aire puro, fertilidad, climas y otros) se deterioran día a día. ¿Cuándo va a parar esto?
El 29 de julio de 2019 se alcanzó el Día de la Sobrecarga de la Tierra (the Earth Overshoot Day). Esto significa que en esta fecha se han consumido todos los recursos naturales disponibles. Ahora la Tierra ha entrado en rojo y en descubierto. ¿Cómo llegar a diciembre? Si insistimos en mantener el consumo actual, tenemos que aplicar la violencia contra la Tierra obligándola a darnos lo que ya no tiene o no puede reemplazar. Su reacción a esta violencia se expresa por los diversos fenómenos ecológicos y sociales ya mencionados, especialmente por el aumento de dióxido de carbono y metano (23 veces más dañino que el CO2) y por el crecimiento de la violencia social ya que la Tierra y la humanidad constituyen una única entidad relacional.
O cambiamos nuestra relación con la Tierra viva y con la naturaleza o, según Sigmund Bauman, “engrosaremos el cortejo de aquellos que se dirigen hacia su propia tumba”. Esta vez no disponemos de un Arca de Noé salvadora.
No tenemos otra alternativa sino cambiar. Quien crea en el mesianismo salvador de la ciencia es un iluso: la ciencia puede mucho pero no todo: ¿detiene ella los vientos, contiene las lluvias, limita el aumento de los océanos? No basta disminuir la dosis y continuar con el mismo veneno o solo limar los dientes del lobo. Él seguirá siendo feroz.
Necesitamos asumir urgentemente un tipo diferente de relación con la naturaleza y la Tierra, contrario al dominante. Vale la pena decir que se necesita un nuevo paradigma de producir, distribuir, consumir y vivir en la misma Casa Común. El cambio exige construir algunos pilares que sean equivalentes a los cimientos que soportan el nuevo paradigma. De lo contrario, repetiremos siempre lo mismo y de peor manera. Es como si quisiéramos curar las heridas de la Tierra cubriéndola con venditas.
Primero: una visión espiritual diferente del mundo y su correspondiente ética. Esto, a mi modo de ver, no tiene necesariamente que ver con la religiosidad, sino con una nueva experiencia de la realidad, una determinada sensibilidad y un espíritu diferente. La alternativa es esta:
O nos relacionamos con la naturaleza y la Tierra como un baúl lleno de recursos para nuestra explotación y uso, queriendo someterlas a nuestros propósitos; este es el paradigma actual,
O nos relacionamos sintiéndonos parte de la naturaleza y de la Tierra, adaptándonos a sus ritmos, no encima sino al mismo nivel que todas las criaturas, con la conciencia de cuidarlas y protegerlas para que continúen existiendo y dando a la comunidad de vida, de la cual somos miembros, todo lo que necesitan para vivir y para seguir co-evolucionando. Este es el paradigma alternativo que implica respeto y veneración, ya que formamos un todo orgánico dentro del cual cada ser tiene un valor en sí mismo, independientemente del uso que le demos, pero relacionado siempre con todos los demás.
Esta nueva sensibilidad y espiritualidad diferente, constituyen el nuevo paradigma. Puede dar lugar a otro tipo de civilización, integrada en el conjunto y otra forma de habitar la Casa Común. Sin esta sensibilidad/espiritualidad y su traducción en una ética ecológica, no podremos superar el caos “caótico” actual. Reiteramos firmemente: todo dependerá del tipo de relación que establezcamos con la Tierra y con la naturaleza: ya sea de uso y explotación o de pertenencia y convivencia, respetuosa y cuidadora.
Segundo: rescatar el corazón, el afecto, la empatía y la compasión. Esta dimensión del pathos ha sido descuidada en nombre de la objetividad de la tecnociencia. Pero en ella anidan el amor, la sensibilidad hacia los demás, la ética de los valores y la dimensión espiritual. Si no hay lugar para el afecto y el corazón, no hay razón para respetar la naturaleza y escuchar los mensajes que, en este caso, son enviados por las inundaciones y el calentamiento global. La tecnociencia ha producido una especie de lobotomía en los seres humanos que ya no sienten sus gritos. Se imaginan que la Tierra es una simple despensa de recursos infinitos al servicio de un proyecto de enriquecimiento infinito. Un planeta finito no soporta un proyecto infinito. Debemos pasar de una sociedad industrialista y consumista que agota la naturaleza a una sociedad que conserva y cuida toda la vida y vive un consumo responsable y compartido. Debemos articular el corazón y la razón para estar a la altura de la complejidad de nuestras sociedades.
Esta perspectiva del corazón y el afecto se experimenta diariamente en Brumandinho-MG, donde criminalmente 272 personas fueron víctimas de la ruptura de la presa y de la falta de sensibilidad de los administradores de la compañía minera Vale SA. En la acción del obispo local don Vicente Ferreira, compositor, cantante y poeta y sus expertas colaboradoras Marina Oliveira, Marcela Rodrigues y Maria Júlia Gomes Andrade, entre otros, se trasluce todo el cuidado afectuoso y la empatía cordial con los familiares de las víctimas. Los 272 globos, uno por cada persona tragada por el barro, tenían la siguiente inscripción: “Me duele demasiado la forma en que te fuiste”. Fueron lanzados al cielo infinito, donde estarán en Dios.
Tercero: tomar en serio el principio de cuidado y de precaución. O cuidamos lo que queda de la naturaleza, regeneramos lo que tenemos devastado e impedimos nuevas depredaciones, como el MST que se propuso en este 2020 plantar un millón de árboles en las áreas asoladas por el agronegocio, o nuestro tipo de sociedad tendrá los días contados.
La precaución exige que no se tomen medidas ni se realicen experimentos cuyas consecuencias no puedan controlarse. Además, la filosofía antigua y moderna ya ha visto que el cuidado pertenece a la esencia humana, y más, que es la condición previa necesaria para que surja cualquier ser. También es la guía anticipada de toda acción. Si la vida, también la nuestra, no se cuida, enferma y muere. La prevención y el cuidado son decisivos en el campo de la nanotecnología y de la inteligencia artificial autónoma. Esta, con sus algoritmos de millones de datos, puede tomar decisiones, sin que lo sepamos, y penetrar en arsenales nucleares, activar las ojivas y lanzarlas, poniendo fin a nuestra civilización.
Cuarto: el respeto a todos los seres. Cada ser tiene valor intrínseco y tiene su lugar en el conjunto de los seres. Incluso el más pequeño de ellos revela algo del misterio del mundo y del Creador. El respeto impone límites a la voracidad de nuestro sistema depredador y consumista. Quien mejor formuló una ética de respeto fue el médico y pensador Albert Schweitzer (+1965). Él enseñaba: la ética es la responsabilidad y el respeto ilimitado por todo lo que existe y vive. Este respeto por el otro nos obliga a la tolerancia, que es urgente en el mundo y entre nosotros, particularmente bajo el gobierno brasileño de extrema derecha que alimenta el desprecio por los negros, los indígenas, los quilombolas, las personas LGBT y las mujeres.
Quinto: actitud de solidaridad y de cooperación. Esta es la ley básica del universo y de los procesos orgánicos. Todas las energías y todos los seres cooperan entre sí para mantener el equilibrio dinámico, garantizar la diversidad y que todos pueden co-evolucionar. El propósito de la evolución no es otorgar la victoria a los más adaptables, sino permitir que cada ser, incluso el más frágil, pueda expresar virtualidades que emergen de aquella Energía de Fondo o Fuente que hace ser todo lo que es, que sostiene todo en cada momento, de donde salió todo y a la que todo vuelve. Hoy, debido a la degradación general de las relaciones humanas y naturales, debemos, como proyecto de vida, ser conscientemente solidarios y cooperativos. De lo contrario, no salvaremos la vida ni garantizaremos un futuro prometedor para la humanidad. El sistema económico y el mercado no se basan en la cooperación sino en la competición, la más desenfrenada. Por eso crean tantas desigualdades hasta el punto de que el 1% de la humanidad tiene el equivalente al 99% restante.
Sexto: es fundamental la responsabilidad colectiva. Ser responsable es darse cuenta de las consecuencias de nuestros actos. Hoy hemos construido el principio de la autodestrucción. El dictamen categórico es entonces: actúa de manera tan responsable que las consecuencias de tus acciones no sean destructivas para la vida y su futuro y no activen la autodestrucción.
Séptimo: acometer todos los esfuerzos posibles para lograr una biocivilización centrada en la vida y en la Tierra. Todo lo demás se destina a este propósito. El tiempo de las naciones ha pasado. Ahora, en el contexto de un nuevo paradigma, es hora de construir y salvaguardar el destino común de la Tierra y la humanidad. Su realización solo se logrará si construimos sobre los pilares mencionados. Entonces podemos vivir y convivir, convivir e irradiar, irradiar y disfrutar la alegre celebración de la vida.
*Leonardo Boff es ecoteólogo, filósofo y ha escrito: Cómo cuidar de la Casa Común, Vozes 2019.
Traducción de Mª José Gavito Milano
O novo paradigma significa uma espiritualidade diferente e uma ética própria para enfrentar os desastres ecológicos atuais e futuros
Várias ameaças pairam sobre o sistema-vida e o sistema-Terra: o holocausto nuclear; a catástrofe eeológica do aquecmento global e da escassez de água potável; a catástrofe econômico/social sistêmica com a radicalização do neoliberalismo que produz extrema acumulação à custa de uma pobreza espantosa; a catástrofe moral com a falta generalizada de sensibilidade para com as grandes maiorias sofredoras; a catástrofe pólítica com a ascensão mundial da direita e a corrosão das democracias. Assim como se encontram, Terra e humanidade não poderão continuar, sob o risco de um armagedon ecológico-social.
Concentrando-nos no panorama recente no Brasil: as grandes chuvas de fevereiro de 2020 com inundações desastrosas que afetaram várias cidades do país e paralelamente incêndios fenomenais na Austrália, seguidos imediatamente de inesperadas inundações. Tais eventos extremos constituem sinais inequívocos de que a Terra já perdeu o seu equilíbrio e está buscando um novo. E esse novo poderá significar a devastação de importantes porções da biosfera e de parte significativa da espécie humana. Isso vai ocorrer, apenas não sabemos quando e como. O fato é que já estamos dentro da sexta extinção em massa. Inauguramos, segundo alguns cientistas, uma nova era geológica, a do antropoceno, pela qual a atividade humana se revela a responsável pela destruição das bases que susentam a vida.
Os diferentes centros científicos que sistematicamente acompanham o estado da Terra atestam que, de ano para ano, os principais itens que perpetuam a vida (água, solos, ar puro, fertilidade, climas e outros) estão se deteriorando dia a dia. Quando isso vai parar?
O dia da Sobrecarga da Terra (the Earth Overshoot Day) foi atingido no dia 29 de julho de 2019. Isto significa: até esta data foram consumidos todos os recursos naturais disponíveis. Agora a Terra entrou no vermelho e no cheque especial. Como chegar até dezembro? Se teimarmos em manter o consumo atual, temos que aplicar violência contra a Terra forçando-a a nos dar o que já não tem ou não pode mais repor. Sua reação a esta violência se expressa pelos vários fenômenos ecológicos e sociais já referidos, especialmente o aumento do dióxido de carbono e do metano (23 vezes mais danoso que o CO2) e pelo crescimento da violência social já que Terra e Humanidade constituem uma única entidade relacional.
Ou mudamos nossa relação para com a Terra viva e para com a natureza ou segundo Sigmund Bauman,“engrossaremos o cortejo daqueles que rumam na direção de sua própria sepultura”.Desta vez não dispomos de uma Arca de Noé salvadora.
Não temos outra alternativa senão mudarmos. Quem acredita no messianismo salvador da ciência é um iludido: a ciência pode muito mas não tudo: ela detém os ventos, segura as chuvas, limita o aumento dos oceanos? Não basta diminuir a dose e continuar com o mesmo veneno ou apenas limar os dentes do lobo. Ele continuará com sua ferocidade.
Precisamos assumir urgentemente um outro tipo de relação para com a natureza e a Terra, contrário àquele dominante. Vale dizer faz-se mister um novo paradigma de produzir, distribuir, consumir e conviver na mesma Casa Comum. A mudança demanda construir algumas pilastras que equivalem ao fundamento que sustenta o novo paradigma. Caso contrário repetiremos sempre o mesmo e de forma pior. É como se quiséssemos curar as feridas da Terra cobrindo-a de band-aids.
Primeiro: uma visão espiritual diferente do mundo e sua correspondente ética. Isso não tem, necessariamente, a ver com a religiosidade, mas com uma nova experiência da realidade, uma determinada sensibilidade e um espírito diferente. A aleternativa é esta:
Ou nos relacionamos com a natureza e a Terra como um baú cheio de recursos para a nossa exploração e uso, querendo submetê-las aos nossos propósitos; este é o paradigma vigente.
Ou nos relacionamos sentindo-nos parte da natureza e da Terra, adaptando-nos a seus ritmos, não acima mas ao pé de todas as criaturas, com uma consciência de cuidá-las e protegê-las para que continuem existindo e dando à comunidade de vida, da qual somos membros, tudo aquilo que precisam para viver e elas para continuar a co-evoluir. Esse é o paradigma alternativo que implica respeito e veneração, pois formamos um todo orgânico dentro do qual cada ser possui um valor em si mesmo, independente do uso que fazemos dele, mas sempre relacionado com todos os demais.
Esta nova sensibilidade e espiritualidade diferente, constituem o novo paradigma. Ele poderá dar origem a um outro tipo de civilização, integrada no todo e um outro modo de habitar a Casa Comum. Sem essa sensibilidade/espiritualidade e sua tradução numa ética ecológica, não superaremos o caos “caótico” atual. Enfatizamos firmemente: Tudo dependerá do tipo de relação que estabeleceremos com a Terra e a natureza: ou de uso e exploração ou de pertença e convivência respeitosa e cuidadora.
Segundo: resgatar o coração, o afeto, a empatia e a compaixão. Esta dimensão do pathos, foi descurada em nome da objetividade da tecnociência. Mas nela se aninha o amor, a sensibilidade para com os outros, a ética dos valores e a dimensão espiritual. Porque não se dá lugar ao afeto e ao coração não há porquê respeitar a natureza e escutar as mensagens que ela nos está, no caso, enviadas pelas enchentes e pelo aquecimento global. A tecno-ciência operou uma espécie de lobotomia nos seres humanos que já não sentem seus clamores. Imaginam ser a Terra um simples dispensa de recursos infinitos a serviço de um projeto de um enriquecimento infinito.Um planeta finito não suporta um projeto infinito. Devemos passar de uma sociedade industrialista e consumista que exaure a natureza para uma sociedade que conserva e cuida de toda a vida e vive um consumo responsável e compartido. Devemos articular coração e razão para dar conta da complexidade de nossas sociedades.
Esta perspectiva do coração e do afeto é vivida diturnamente em Brumandinho-MG, local no qual criminosamente 272 pessoas foram vitimadas pelo rompimento da barragem e pela falta de sensibilidade dos administradores da mineradora Vale S.A. Na ação do bispo local Dom Vicente Ferreira, compositor, cantor e poeta e suas exímias colaboradoras Marina Oliveira, Marcela Rodrigues e Maria Júlia Gomes Andrade entre outros, transparece todo o cuidado afetuoso e a empatia cordial para com os parentes das vítimas. Os 272 balões significando os tragados pela lama, traziam a seguinte inscrição:”Dói demais o jeito que vocês foram embora”. Foram lançados ao infinito do céu, onde eles estarão em Deus.
Terceiro: tomar a sério o princípio de cuidado e de precaução. Ou cuidamos do que restou da natureza, regeneramos o que temos devastado e impedimos novas depredações, como o MST que se propôs neste ano de 2020 plantar um milhão de árvores nas áreas assoladas pelo agronegócio, ou então nosso tipo de sociedade terá dias contados.
A precaução exige que não se coloquem atos nem se façam experimentos cujas consequências não possam ser controladas. Ademais, a filosofia antiga e moderna já viu que o cuidado é da essência humana, mais ainda, a pré-condição necessária para que surja qualquer ser. É também o norteador antecipado de toda ação. Se a vida, também a nossa, não for cuidada, adoece e morre. A prevenção e o cuidado são decisivos no campo da nanotecnologia e da inteligência artificial autônoma. Esta, com seu algoritmo de milhões de dados, sem sabermos, pode tomar decisões e penetrar em arsenais nucleares, ativar as ogivas, lançá-las, pondo fim à nossa civilização.
Quarto: o respeito a todo ser. Cada ser tem valor intrínseco e tem seu lugar no conjunto dos seres.Mesmo o menor deles revela algo do mistério do mundo e do Criador. O respeito impõe limites à voracidade de nosso sistema depredador e consumista. Quem melhor formulou uma ética do respeito foi o médico e pensador Albert Schweitzer (+1965). Ensinava: ética é a responsabilidade e o respeito ilimitado por tudo o que existe e vive. Esse respeito pelo outro nos obriga à tolerância,urgente no mundo e entre nós, particularmente sob o governo brasileiro de extrema-direita que nutre desprezo aos negros, índigenas, quilombolas, LGBT e às mulheres.
Quinto: atitude de solidariedade e de cooperação. Esta é a lei básica do universo e dos processos orgânicos. Todas as energias e todos os seres cooperam uns com os outros para que se mantenha o equilíbrio dinâmico, se garanta a diversidade e todos possam co-evoluir. O propósito da evolução não é conceder a vitória ao mais adaptável mas permitir que cada ser, mesmo o mais frágil, possa expressar virtualidades que emergem daquela Energia de Fundo ou da Fonte que faz ser tudo o que é, que, em cada momento, tudo sustenta, da qual tudo saiu e para qual tudo retorna. Hoje, devido à degradação geral das relações humanas e naturais devemos, como projeto de vida, ser conscientemente solidários e cooperativos. Caso contrário, não salvaremos a vida nem garantiremos um futuro promissor para a Humanidade. O sistema econômico e o mercado não se fundam na cooperação mas na competição, a mais desenfreada. Por isso criam tantas desigualdade a ponto de 1% da humanidade possuir o equivalente aos 99% restantes.
Sexto: fundamental é a responsabilidade coletiva. Ser responsável é dar-se conta das consequências de nossos atos. Hoje. construimos o princípio da auto-destruição. O ditame categórico é então: aja de forma tão responsável que as consequências de tuas ações não sejam destrutivas para a vida e seu futuro e não ativem a auto-destruição.
Sétimo: envidar todos os esforços na consecução de uma bio-civilização centrada na vida e na Terra.Tudo o mais se destina a esse propósito. O tempo das nações já passou. Agora, no contexto de um novo paradigma, é o tempo da construção e salvaguarda do destino comum Terra e Humanidade. Sua realização só se fará, se construirmos sobre as pilastras acima referidas. Então poderemos viver e conviver, conviver e irradiar, irradiar e desfrutar da alegre celebração da vida.
Leonardo Boff é eco-teólogo, filósofo e escreveu: Como cuidar da Casa Comum, Vozes 2019.
©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.