30 de Enero de 2020
[Por: Leonardo Boff | Texto en español y portugués]
El 25 de enero de 2020 se celebró en Brumadinho-MG un acto para recordar el trágico desastre criminal de la ruptura de la presa de la compañía Vale S.A. Nos hieren los ojos y rompen nuestros corazones aquellas imágenes que mostró la televisión: la fuga de 12 millones de metros cúbicos de residuos, sepultando bajo olas de barro y muerte a 274 personas, los daños a la economía de miles de familias campesinas, indígenas y quilombolas, los impactos químicos de los metales que van a sedimentarse en el fondo de los ríos, la contaminación de los ecosistemas, de la flora, de la fauna y de la vegetación de las riberas de los ríos. La velocidad de la ola asesina era de 80 km por hora. Es el mayor desastre de compañías mineras en el mundo, con más víctimas que el de Stava en Italia en 1985 que mató a 267 personas. Aquí fueron 274.
La celebración fue meticulosamente preparada, con una gran peregrinación, con la participación de personas de todas partes de Brasil y de diferentes iglesias. El lema era: Porque la vida Vale más o La vida Vale más que el beneficio. Quizás el momento más conmovedor ocurrió en la “mística” hecha por los familiares de las víctimas, con testimonios, poesías y canciones y la suelta de 274 globos (número de víctimas) con la inscripción: Me duele demasiado la forma en que te fuiste. Ascendieron a lo alto, hacia el cielo, donde las víctimas, llamadas “nuestras joyas”, estarán en el seno de Dios Padre y Madre de bondad infinita.
Para todas las instancias, incluso oficiales, hubo una negligencia culpable de Vale, a pesar de que era consciente de la inseguridad de la presa y de los riesgos para las poblaciones circundantes. Es por eso que no hubo ningún accidente sino una tragedia criminal cuyos responsables están siendo acusados de varios tipos de delitos.
Desde entonces se ha establecido un enfrentamiento entre dos lecturas: la de la empresa minera Vale, que insiste en el hecho del accidente y su renuencia a reparar adecuadamente los daños y a dar la compensación necesaria a los familiares de las víctimas. Se presenta con orgullo “como una compañía minera global que transforma los recursos naturales en prosperidad y desarrollo sostenible. Con sede en Brasil y operaciones en unos 30 países, la compañía emplea a aproximadamente 125 mil empleados, incluidos los propios y terceros permanentes”. Se olvida de que en 2012 fue elegida por Public Eye People'scomo la peor compañía del mundo, el “Oscar de la Vergüenza”. Dentro de la lógica del capital, busca solamente obtener ganancias incluso a costa de vidas humanas. Para noviembre de 2019 estaban previstos 7.25 mil millones de reales (aún sub judice) como dividendos para los accionistas. Pero en las negociaciones con los familiares de las víctimas y ante el daño a toda una región es dura y chantajea a la población: si no aceptan sus propuestas no habrá empleos ni prosperidad para la región. Es un engaño, pues debido a la nefasta Ley de Kandir, Vale no paga ningún impuesto sobre la exportación y solo el 2% como Compensación Financiera por la Explotación de Recursos Minerales. Por lo tanto, el beneficio principal no se destina a Brasil ni a la población.
La otra lectura es llevada a cabo por la Arquidiócesis, especialmente por el obispo local don Vicente Ferreira y por sus dos eximias asistentes, Marina Oliveira y Camila Rodrigues, quienes abandonaron sus quehaceres y estudios para liderar las lecciones a sacar de este hecho criminal. Se trata de mostrarle a la población que esta forma de organizar la minería y buscar ganancias es típica del sistema del capital. Produce una doble injusticia: una, social, explotando el trabajo y la otra, ecológica, devastando la naturaleza circundante. Se muestra como enemigo de la vida de la naturaleza y de la vida humana, como el Papa Francisco muestra acertadamente en su encíclica de ecología integral sobre “el cuidado de la Casa Común”. Los cambios deben comenzar con cada uno: cómo cuidar la casa, el agua, la basura, cada árbol y los animales. Es importante no ser rehén de una empresa que solo promete empleo, pero al precio de contaminar la atmósfera y afectar a la vida, especialmente a la vida de los niños. Debemos ser inventivos y buscar formas alternativas de garantizar la vida de todos, más sana y compartida mejor.
El obispo don Vicente usa sus habilidades personales para aumentar este nuevo nivel de conciencia en la población, pues es poeta, cantante y toca la guitarra. Se encuentra con la dura oposición de los católicos carismáticos y de otros apoyados por la compañía Vale, que no ven en esto el cumplimiento del mandato divino de “cuidar y proteger” el Jardín del Edén, sino como mera política. Así, se muestran sin empatía con los familiares de las víctimas. Los conservadores quieren reducir la fe solamente al espacio religioso, sin haber aprendido la lección del Concilio Vaticano II de que hacer política “es el acto de amor más grande”. No política partidista, sino política como bien común, como solidaridad con quienes más sufren, y política como defensa de los derechos de cada persona humana y de la naturaleza. Su fe es estéril, porque no conduce a la salvación. Lo que salva no son las prédicas sino las prácticas, de amor, de compasión y de solidaridad, como lo está haciendo el “Comité de Apoyo y Solidaridad con los afectados por los crímenes de Vale” y la pastoral de don Vicente Ferreira y sus asistentes.
Nosotros que hemos estado allí en las celebraciones, damos este testimonio. Y nuestro testimonio es verdadero.
*Leonardo Boff es teólogo y ha escrito Como cuidar da Casa Común, Vozes 2018.
Traducción de Mª José Gavito Milano
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Brumadinho: “Dói demais o jeito que vocês foram embora”
No dia 25 de janeiro de 2020 se celebrou em Brumadinho-MG um ato de recordação do trágico desastre criminoso do rompimento da barreira da Vale S.A. Ferem-nos os olhos e rompem nossos corações aquelas imagens mostradas pela TV: a liberação de 12 milhões de metros cúbicos de rejeitos, o sepultamento sob ondas de lama e morte de 274 pessoas, os danos à economia de milhares de famílias camponsas, indígenas e quilombolas, os impactos químicos dos metais que vão se sedimentar no fundo dos rios, a contaminação dos ecossistemas, da flora, da fauna e das matas ciliares dos rios. A velocidade da onda assassina era de 80 km por hora. È o maior desastre de mineradoras do mundo, com mais vítimas do que aquele de Stava na Itália em 1985 que dizimou 267 pessoas. Aqui foram 274.
A celebração foi minuciosamente preparada, com uma grande romaria, acorrendo pessoas de todas as partes do Brasil e de diversas igrejas.O lema era: “Porque a vida Vale mais”. Ou: “A vida Vale mais do que o lucro”. O momento talvez mais comovedor ocorreu na “mística” feita pelos parentes das vítimas, com testemunhos, poesias e cânticos e a soltura de 274 balões (número das vítimas) com a inscriação: “Dói demais o jeito que vocês foram embora”. Eles subiram para o alto, rumo ao céu, onde as vítimas, chamadas de “nossas jóias”, estarão no seio de Deus Pai e Mãe de infinita bondade.
Para todas as instâncias até oficiais houve descaso culposo da Vale, mesmo ciente na insegurança da barragem e dos riscos para as populações circunvizinhas. Por isso não ocorreu um acidente, mas um tragédia criminosa cujos responsáveis estão sendo indiciados por vários tipos de crime.
Estabeleceu-se, desde então, um embate entre duas leituras: a da mineradora Vale que insiste no fato do acidente e de sua relutância em reparar adequadamente os danos e de fazer as compensações necessárias aos parentes dos vitimados. Orgulhosamente se auto-apresenta “como uma mineradora global que transforma recursos naturais em prosperidade e desenvolvimento sustentável. Com sede no Brasil e atuação em cerca de 30 países, a empresa emprega aproximadamente cerca de 125 mil empregados, entre próprios e terceiros permanentes”. Esquece que em 2012 foi eleita pelo Public Eye People’s a pior empresa do mundo, o “Oscar da Vergonha”. Dentro da lógica do capital, visa apenas o lucro mesmo à custa de vidas humanas. Para novembro de 2019 estavam previstos (mas ainda sub judice) 7.25 bilhões de reais como dividendos para os acionistas. Mas nas negociações com os parentes das vítimas e face aos danos a toda uma região, se mostra dura e chantageia a população, caso não aderir a suas propostas: não haverá empregos e prosperidade para a região. É um engodo, pois, pela nefasta Lei Kandir a Vale não paga nenhum imposto sobre a exportação e apenas 2% como Compensação Financeira pela Exploração de Recursos Minerais. Portanto, o lucro principal não vai para o Brasil e para a população.
A outra leitura é levada avante pela Arquidiocese, especialmente pelo bispo local Dom Vicente Ferreira e por suas duas exímias auxiliares, Marina Oliveira e Camila Rodrigues que largaram seus afazeres e estudos para liderarem as lições a serem tiradas do fato criminoso. Trata-se de mostrar para a população que este modo de organizar a mineração e buscar o lucro é própria do sistema do capital. Ele produz uma dupla injustiça: uma, social, explorando a mão de obra e outra, ecológica, devastando a natureza circundante. Ele se mostra inimigo da vida da natureza e da vida humana, como bem o mostra o Papa Francisco em sua encíclica de ecologia integral “sobre o cuidado da Casa Comum”. As mudanças devem começar com cada um, como cuidar da casa, da água, do lixo, de cada árvore e dos animais. Importa não ficar refém de uma empresa que apenas promete emprego, mas a preço de contaminar a atmosfera e afetar a vida especialmente das crianças. Devemos ser inventivos e buscar formas alternativas de garantir a vida de todos, mais sã e melhor compartilhada.
O bispo Dom Vicente usa suas habilidades pessoais para suscitar este novo nível de consciência na população, pois é poeta, cantador e tocador de violão. Encontra dura oposição de católicos carismáticos e outros apoiados pela Vale, que não veem nisso o cumprimento do mandato divino de “cuidar e proteger” o jardim do Éden, mas como mera política. Assim se mostram sem empatia para com os parentes das vítimas. Conservadores, querem reduzir à fé apenas ao espaço do religioso, sem ter aprendido a lição do Concílio Vaticano II que fazer política “e o mais alto ato de amor”, não política partidária, mas política como bem comum, como solidariedade com aqueles que mais sofrem e política como defesa dos direitos de cada pessoa humana e da natureza. Sua fé é estéril, pois não leva à salvação. O que salva não são prédicas mas práticas, de amor, de compaixão e de solidariedade como vem sendo feitas pelo “Comité de Apoio e Solidariedade aos Atingidos pelos Crimes da Vale” e pela pastoral de Dom Vicente Ferreira e de seus auxiliares.
Nós que lá estivemos nas celebrações, damos este testemunho. E o nosso testemunho é verdadeiro.
Leonardo Boff é teólogo e filósofo e escreveu “Como cuidar da Casa Comum”, Vozes 2018.
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