09 de Enero de 2020
[Por: Pablo Richard]
Pueblo – Biblia: Historia de la gestación de este blog
Hoy existen dos espacios institucionalizados y reconocidos donde se lee e interpreta la Biblia: la Liturgia y la Academia.
El espacio litúrgico de la Palabra de Dios, a pesar de las reformas, sigue siendo un espacio lejano a la vida del Pueblo de Dios, un espacio demasiado formal, institucionalizado y fragmentario.
El espacio académico es el otro espacio de la Palabra de Dios. La exégesis o ciencia bíblica es la ciencia con un mayor desarrollo en estos últimos 50 años. El problema con la exégesis es su lejanía del Pueblo de Dios. Los avances, realmente extraordinarios de la ciencia bíblica no llegan a las iglesias. La academia es un mundo cerrado, donde los exégetas conversan entre ellos mismos. Hay un abismo entre exégesis y Pueblo de Dios.
Esto está siendo superado en América latina de dos maneras: por un lado, dándole a la exégesis una orientación pastoral; por otro lado, formando a los agentes de pastoral lo mejor posible en los métodos exegéticos de estudio de la Biblia. La exégesis mantiene su nivel científico, pero su orientación es ahora explícitamente la comunicación de la Palabra de Dios al Pueblo de Dios. También los agentes de pastoral, sin dejar de ser los líderes de la comunidad, se apropian de los instrumentos científicos necesarios para una comprensión más profunda de la Biblia.
Los actores en este encuentro entre lectura Popular de la Biblia y exégesis con orientación pastoral son los ministros Populares de la Palabra, también escuelas bíblicas, talleres o seminarios bíblicos, donde participan agentes de pastoral y maestros preparados en el estudio de la Biblia.
Este encuentro entre Pueblo y Biblia llega con el tiempo a producir materiales escritos: artículos y libros adaptados para uso de los biblistas populares y para escuelas de formación bíblica. También para los exégetas profesionales dedicados la lectura Popular de la Biblia. Este trabajo de producción escrita en el movimiento bíblico puede tener un formado propio de la lectura popular de la Biblia, pero también una producción en libros científicos más desarrollados, a condición que se mantenga la metodología Pueblo Vida.
Siete etapas del camino de la Biblia
Quisiera esbozar aquí un camino, para caminar dentro de la Biblia. Proponemos siete etapas para caminar, donde hay un comienzo y un final. Un comienzo para entrar en el texto de la Biblia, pero también un final para salir del texto hacia la vida.
Este camino pude utilizarse en la lectura orante de la Biblia, en forma personal o como guía para un retiro espiritual. Pero también puede usarse como metodología para el estudio de la Biblia o para construir una pastoral bíblica.
Las siete etapas de este camino bíblico son:
1. Qué dice el texto
La lectura orante, comunitaria o pastoral de la Biblia no es solo un estudio del texto, sino un encuentro vivo y personal con la Palabra de Dios. El punto de partida es descubrir lo que dice el texto. No leer en el texto lo que ya tenemos en la cabeza. Leer el texto en toda su objetividad, totalidad, unidad y personalidad. Debemos meternos dentro del texto, con nuestras manos, nuestro corazón y nuestra mente, para “sacar” todo su mensaje. Todo esto es lo que llamamos el sentido literal del texto.
2. Qué me dice el texto
La tarea siguiente es descubrir el sentido espiritual del texto. Escuchar la Palabra de Dios que me habla personalmente en el momento mismo cuando leo el texto. No basta solo leer el texto, sino hacer hablar al texto para escuchar la Palabra de Dios que me habla directamente a través del texto, El texto es el sacramento, visible y eficaz, de la Palabra de Dios. Así como no hay Eucaristía sin pan y vino, tampoco podemos escuchar la Palabra de Dios si no tenemos un texto de la Biblia en nuestras manos. Participamos del cuerpo y la sangre de Jesús, cuando comemos el pan y bebemos el vino. Igualmente escuchamos la Palabra de Dios, cuando leemos y hacemos hablar el texto de la Biblia. Nosotros no creemos en un Dios que habló en el pasado y que hoy está mudo, sino creemos en un Dios vivo que nos habla hoy.
3. Cual es mi respuesta a la revelación de la Palabra que Dios
No se puede escuchar la Palabra de Dios y quedar callados. Nuestra oración debe ser en primer lugar escuchar a Dios y luego responder a su Palabra. El texto bíblico mismo me enseña a rezar. El texto me da las palabras, la gramática y los símbolos para orar. Muchas veces en nuestra oración hablamos demasiado, pero no hacemos silencio para escuchar a Dios.
4. Cual es el cambio de vida que me exige escuchar la Palabra de Dios
No se puede escuchar a Dios y seguir siendo el mismo. El texto lo podemos escuchar y entender solamente si estamos dispuestos a una conversión. Si no somos capaces de escuchar la Palabra de Dios, es porque aún no nos hemos convertidos, no hemos cambiado nuestra manera de pensar. Debemos dejar que la Palabra de Dios nos juzgue, nos estremezca y transforme nuestra manera de pensar, amar y actuar. El texto es un espejo donde yo me descubro y me decido a cambiar. Yo leo el texto, pero también el texto me lee a mí.
5. El Libro de la Vida y el Libro de la Biblia
El Libro de la Vida es el primer libro de Dios, la Biblia es el segundo libro de Dios, que nos permite discernir, en el Libro de la Vida, dónde está Dios, cómo es Dios y cuál es su Palabra para nosotros. La Biblia capacita nuestros ojos y oídos para transformar toda la realidad cósmica e histórica en una gran revelación de Dios. La Biblia nos revela la Palabra de Dios, pero también nos revela cuando y donde Dios se revela en nuestra realidad. Debemos escuchar la Palabra de Dios con un ojo en la Biblia y el otro ojo en la realidad donde vivimos. Al descubrir que el Libro de la Vida es el primer Libro de Dios, ya empezamos a “salir” del texto de la Biblia hacia el “texto” de la Vida. Esta perspectiva es lo que justifica el método VER-DICERNIR-ACTUAR. Primero hay que mirar la realidad, para en un segundo momento discernir en ella la paciencia de Dios y Lugo actuar.
6. La Palabra de Dios se revela para que nuestro pueblo tengan vida
La Palabra de Dios nos transforma en discípulos y discípulas del Reino de Dios, para que nuestros pueblos tengan vida. “Yo vine para que tengan vida y la tengan en abundancia “(Jn 10,10). Vida significa concretamente: tierra, trabajo, educación, salud, participación y gozo para todos. “La Gloria de Dios es el ser humano vivo, la gloria de ser humano es la contemplación de Dios” (Gloria Dei vivens homo, gloria autem hominis visio Dei). (San Irineo).
7. El Espíritu Santo es el que hace posible el estudio y la Lectura Orante de la Biblia.
“El Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todo y les recordará todo lo que yo les he dicho” (Jn 14, 26).
Textos de la tradición que iluminan nuestro camino en la Biblia
“Tenemos que ver con los ojos bien abiertos y con los pies bien puestos en la tierra, pero el corazón bien lleno de Evangelio y de Dios” (Mons Romero).
“Instruidos por aquello que nosotros mismos sentimos, ya no percibimos el texto como algo que sólo oímos, sino como algo que experimentamos y tocamos con nuestras manos; no como una historia extraña e inaudita, sino como algo que damos a luz desde lo mas profundo de nuestra corazón, como si fuesen sentimientos que forman parte de nuestro propio ser. Insistimos: no es la lectura la que nos hace penetrar en el sentido de las palabras, sino la propia experiencia nuestra adquirida anteriormente en la vida de cada día”. (Juan Casiano: siglo V)
“Sin el Espíritu Santo, Dios está lejos, Cristo se queda en el pasado, el Evangelio resulta letra muerta, la Iglesia una mera organización, la autoridad un poder, la misión una propaganda, el culto un arcaísmo y el obrar moral un obrar de esclavos.” (Atenágora citado en Vat.II)
“La Escritura se ha de leer e interpretar con el mismo Espíritu con que fue escrita” (San Jerónimo, citado en la Dei Verbum nº 12)
“La Ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo” (“Ignoratio Scripturarum Ignoratio Christi est”: San Jerónimo, citado en la Dei Verbum nº 25)
“Cuando al leer las Escrituras se nos escapa la compresión, y algo de lo escrito sigue oscuro e incomprensible, es señal que aún no nos hemos convertido al Señor” (Orígenes 185-253d.C.)
“Recen para que entiendan” (“orent ut intelligant”: Orígenes)
“A Dios hablamos cuando oramos, a Dios escuchamos cuando leemos sus Palabras” (San Ambrosio, años 337-397 d.C.)
“No podemos segregar la Palabra de Dios de la realidad histórica en que se pronuncia, porque no sería ya Palabra de Dios. Sería historia, libro piadoso, una Biblia que es libro en nuestra biblioteca. Pero se hace Palabra de Dios porque anima, ilumina, contrasta, repudia, alaba lo que se está haciendo hoy en esta sociedad” (Mons.Romero: 27 Nov.1977)
Algunos textos de la constitución Dei Verbum del Concilio Vaticano II
“Dios, que habló en otros tiempos, sigue conversando siempre con la Esposa de su Hijo amado; así el Espíritu Santo, por quien la voz viva del Evangelio resuena en la Iglesia, y por ella en el mundo entero, va introduciendo a los fieles en la verdad plena y hace que habite en ellos intensamente la Palabra de Cristo” (Nº 8)
“El oficio de interpretar auténticamente la Palabra de Dios, oral o escrita, ha sido encomendado únicamente al Magisterio de la Iglesia, el cual lo ejercita en nombre de Jesucristo. Pero el Magisterio no está por encima de la Palabra de Dios sino a su servicio” (Nº 10) Comentario: la Palabra de Dios es por lo tanto la máxima autoridad en la Iglesia, con la ayuda del Magisterio.
“A los exégetas toca...ir penetrando y exponiendo el sentido de la Sagrada Escritura, de modo que con dicho estudio pueda madurar el juicio de la Iglesia “(Nº 12)
Documento: “La interpretación de la Biblia en la Iglesia”, de la Pontificia Comisión Bíblica, publicada en 1993. Este documento interpreta también positivamente el Movimiento Bíblico en América latina, en la tradición de la Dei Verbum, Medellín, Puebla y en la corriente de la Teología latinoamericana.
Una reflexión final
“La Biblia, el segundo libro de Dios, fue escrita para ayudarnos a descifrar el mundo, para devolvernos la mirada de la fe y de la contemplación, y para transformar toda la realidad en una gran revelación de Dios” (San Agustín 354-430 d.C.)
El primer libro de Dios es el libro de la vida y de la historia humana, también de la naturaleza, la tierra, el mar y el universo. La Biblia nos revela la Palabra de Dios, pero también nos revela donde Dios se revela. Esto es muy importante para no encerrarnos en un “biblicismo”, que encierra la Palabra de Dios en un papel.
Algo parecido a Teología de la Liberación, donde lo primero es la “práctica”, y lo segundo la “teoría” de la Liberación”. Un texto teológico que no haga ninguna alusión a la Palabra de Dios y ninguna relación con una práctica concreta es un texto abstracto irrelevante.
Imagen: https://sites.google.com/site/educadorescuriosos/home/1-1-sagrada-escritura
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