Dos Papas: dos modelos de hombre, dos modelos de Iglesia

10 de Enero de 2020

[Por: Leonardo Boff | Texto en español y portugués]




Acabo de ver la película Dos Papas, del consagrado cineasta brasileiro Fernando Meirelles.

 

Considero que la película está técnica y estéticamente bien hecha, reproduciendo los espacios grandiosos del Vaticano y de sus jardines. Está basada en hechos históricos, por supuesto, con la creatividad que permite este tipo de arte, particularmente en la construcción de diálogos. Pero en ellos se entrevén sus respectivas teologías y sus afirmaciones conocidas.

 

Lo que digo es una opinión estrictamente personal. He tenido el privilegio de conocer personalmente a los dos Papas, con los cuales mantuve y mantengo relaciones bastante cercanas y de amistad.

 

Papa Ratzinger: finísimo y riguroso


Con el profesor Joseph Ratzinger tengo una deuda de gratitud por haber valorado positivamente mi tesis doctoral sobre “La Iglesia como Sacramento Fundamental en el Mundo secularizado”, voluminosa, más de 500 páginas impresas. Me ayudó financieramente con una cantidad considerable de marcos y encontró una editorial para su publicación, cuando nadie quería arriesgarse a publicar un libro de estas dimensiones. La recepción en la comunidad teológica internacional fue excelente, considerada una obra fundamental, especialmente por el reconocido especialista en el tema Iglesia Jean Yves Congar, dominico francés.

 

El profesor Ratzinger es una persona de trato finísimo, extremadamente inteligente, nunca lo he visto levantar la voz, pero es muy tímido y reservado.

 

Al saber que había sido elegido Papa, inmediatamente pensé: “Es un Papa que sufrirá mucho porque quizás no haya abrazado nunca a la gente, mucho menos a una mujer, ni haya estado expuesto a las multitudes”.

 

Nuestra amistad se fortaleció porque durante cinco años, a partir de 1974, en la semana de Pentecostés (que suele caer hacia mayo) alrededor de 25 reconocidos teólogos y teólogas progresistas de todo el mundo nos reuníamos en la ciudad de Nimega en los Países Bajos o en otra ciudad europea. Durante una semana discutíamos ecuménicamente, acompañados por un pequeño grupo de científicos, hasta de Paulo Freire, sobre temas relevantes del mundo y de la Iglesia. Editábamos una revista, Concilium, que se publicaba en 7 idiomas y aún se sigue publicando (en Brasil por la Editora Vozes). En ella, las mejores mentes del mundo colaboraron en las diferentes áreas del conocimiento, desde la sexualidad y la Teología de la Liberación hasta la moderna cosmología.

 

El Prof. Ratzinger se sentaba casi siempre a mi lado. Después del almuerzo, mientras casi todos echaban una siesta, él y yo paseábamos por el jardín, discutiendo temas de teología, nuestros favoritos San Agustín y San Buenaventura, de los cuales he leído prácticamente toda la obra.

 

Cada uno en su papel sin perder la relación

 

Hecho cardenal y presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tuvo la ingrata misión de interrogarme sobre el libro Iglesia: Carisma y poder en 1984. Cumplió institucionalmente su papel de interrogador y yo el de defensor de mis opiniones. Fue un diálogo firme pero siempre elegante por su parte, incluso cuando, después del interrogatorio, tuvimos una segunda parte, es decir, un encuentro aún más difícil con él y con los Cardenales brasileños Don Paulo Evaristo Arns y Don Aloysio Lorscheider que me acompañaron en Roma y testificaron a mi favor. Éramos tres contra uno. Debo admitir que él se sentía incómodo.

 

Después de un año, recibí la resolución del proceso doctrinal con la deposición de la cátedra de teología, de mis tareas en la Editorial Vozes y la imposición de un “silencio obsequioso” que me impedía hablar, enseñar, entrevistar y publicar cualquier cosa. La decisión final después del interrogatorio fue tomada por 13 cardenales (13 para romper el empate). Más tarde me enteré por un emisario de su secretario privado que él, el Card. Ratzinger, votó a mi favor pero fue el voto perdedor. Hay que decir que cada vez que los periodistas le preguntaban sobre mí, él respondía con humor que soy “ein frommer Theologe” (un teólogo piadoso) que algún día profundizará su verdadero camino teológico.

 

La película no retrata la figura fina y elegante que lo caracteriza. En una escena levanta la voz y casi grita, lo que me parece totalmente improbable y en contra de su carácter.

 

A pesar de estar ahora en diferentes situaciones, el Papa y yo, un teólogo promovido a laico, nunca perdimos nuestra amistad. En sus noventa años, cuando se organizó un Festschrift (un libro de homenaje), en el que escribieron muchas personas notables, a petición suya me pidieron que escribiera mi testimonio sobre él, lo cual hice con agrado. La amistad es más fuerte que cualquier doctrina siempre humana.

 

El Papa Francisco: tierno, fraterno e innovador

 

Con referencia a Jorge Mario Bergoglio, ahora Papa Francisco, diría lo siguiente: Nos conocimos en 1972 en el Colegio Máximo de San Miguel en Buenos Aires, exponiendo la singularidad del camino espiritual de San Ignacio de Loyola (él) y el camino espiritual de San Francisco (yo). Allí discutimos sobre hermenéutica de un francés, cuyo nombre no recuerdo, y también sobre la vertiente de la teología de la liberación argentina (del pueblo silenciado y la cultura oprimida), la nuestra brasileña y la peruana (sobre la injusticia social y la opresión histórica de los pobres y los afrodescendientes). De esta reunión hay una foto que él, desde Roma, tuvo la amabilidad de enviarme, donde aparecemos todo un grupo de teólogos y teólogas, la mayoría ya no están entre nosotros, algunos perseguidos y torturados por la represión bárbara del ejército argentino o del chileno. Después nos perdimos de vista.

             

El Papa Francisco: teólogo de la liberación integral

 

Supe por su profesor de teología, recientemente fallecido, Juan Carlos Scannone, el mayor representante de la teología de la liberación argentina, que Bergoglio entró a la Orden Jesuita como una vocación adulta (antes era químico, como aparece en la película). Inmediatamente se entusiasmó con este tipo de teología de la liberación de cuño argentino y allí hizo un voto que siempre cumplió, incluso como cardenal de Buenos Aires: cada semana pasaba una tarde o incluso un día en una villa miseria, siempre solo, entraba en las casas y hablaba con todo el mundo. No vivía en el palacio cardenalicio, ni tenía un coche. Andaba en bus o en metro. Vivía solo en un apartamento y hacía su comida.

 

Fue Superior Mayor de los Jesuitas de Argentina, actuando especialmente en la región de Buenos Aires. Joven, era muy riguroso. Aquí tuvo que enfrentarse a una situación muy grave que lleva en su corazón hasta el día de hoy: dos jesuitas, el padre Jalics y el padre Yorio (a este lo conocí personalmente en Quilmes) vivían en un barrio pobre, apoyando a los pobres y marginados. Los que trabajaban con el pueblo, como en Brasil en 1964 (y quizás también hoy bajo el nuevo gobierno autoritario de Bolsonaro) eran considerados marxistas y subversivos. Estaban vigilados por los órganos de seguridad militar. Bergoglio fue informado de que serían secuestrados con las torturas subsiguientes. Trató de salvarlos incluso apelando al voto de obediencia, típico de su Orden, en el sentido de que dejaran la favela para no ser víctimas de la represión violenta.

 

Ellos argumentaron de forma evangélica: “Un pastor no abandona a su rebaño, a su pueblo; participa de su destino; vale más obedecer al Dios de los pobres que obedecer a un superior religioso humano”.

 

Efectivamente fueron secuestrados y duramente torturados. Jalics se reconcilió con Bergoglio y vive en Alemania, mientras que Yorio se sintió abandonado y se distanció de él (murió en Uruguay hace años). Pude sentir su amargura personal al mismo tiempo que trataba de comprender el impasse al que se enfrenta una autoridad religiosa responsable en situaciones límite. Aun así, Bergoglio escondió a muchos en el Colegio Máximo de San Miguel o los llevó a la frontera de otro país para escapar de una muerte segura.

 

Papa Francisco: el cuidado de la Casa Común

 

Al ser elegido Papa, volvimos a comunicarnos. Sabiendo que había estado ocupado intensamente con el tema de la ecología integral, involucrando a la Casa Común, la Madre Tierra, me solicitó colaboración, lo que hice con asiduidad. Pero me advirtió: “no envíes los textos al Vaticano, porque no me los entregarán (el famoso sottosedere de la Curia: sentarse encima y olvidar), sino envíalos directamente al embajador argentino ante la Santa Sede, que todos los días muy temprano toma el mate conmigo”. Hice siempre eso. Dicen por ahi que se nota la presencia de mis pensamientos y temas en la encíclica Laudato Si: sobre el cuidado de la Casa Común (2015). Pero la encíclica es del Papa y el puede eligir los consultores que quiere. También envié textos al Sínodo Panamazónico de 2019. Contestó agradeciéndolo.

 

Al elegir el nombre de Francisco bajo la inspiración de su amigo brasileño, el cardenal Cláudio Hummes, que le susurró el nombre de Francisco y de hacer una clara opción por los pobres, se transformó. El rigor jesuítico se unió con la ternura franciscana. Con los problemas internos de la Curia, la pedofilia y la corrupción financiera en el Banco Vaticano es extremadamente estricto. Por el contrario, con la gente es visiblemente tierno y fraterno.

 

Ningún papa anterior ha amonestado con tanta dureza al sistema que ha perdido su sensibilidad, su solidaridad con los millones de pobres y hambrientos, su capacidad de llorar y es adorador del ídolo del dinero. Depreda la naturaleza y es anti-vida y anti-Madre Tierra. No necesitamos indicar a qué sistema se refiere. Su opción por los pobres es rotunda. Debido a sus valientes posturas ante la emergencia ecológica de la Tierra, el calentamiento global y la deshumanización de las relaciones humanas, se ha convertido en un líder religioso y político. Su voz es escuchada y respetada en todo el mundo.

 

Dos modelos de hombre y dos modelos de Iglesia

 

El propósito de la película es mostrar dos modelos de personaje religioso y dos modelos de Iglesia.

 

Primero muestra cómo Ratzinger y Bergoglio, ambos, son humanos, profundamente humanos. En este sentido, ambos tienen su lado positivo y también su lado oscuro. El Papa Benedicto XVI, su indulgencia y leniencia con los pedófilos. No debemos olvidar que escribió a todos los obispos, bajo sigilo pontificio que nunca debe romperse, para que no entregasen a los sacerdotes y obispos pedófilos a los tribunales civiles. Esto desmoralizaría a la institución de la Iglesia. Debían confesar el pecado y ser trasladados a otro lugar. El Papa no se dio cuenta suficientemente de que no se trataba solo de un pecado perdonable por la confesión. Era un crimen contra inocentes que la justicia común debía investigar y castigar. No se pensó en las víctimas, solo en salvaguardar la imagen de la Iglesia institución. Tal omisión fue fuertemente criticada por el Cardinal Bergoglio como aparece claramente en la pelicula.

 

El papa Benedicto XVI siguió la huella de Juan Pablo II, que era moral y doctrinalmente conservador. Intentó relativizar el aggiornamento del Concilio Vaticano II (1962-1965). Veía a la Iglesia como una fortaleza asediada por todos los lados por enemigos, es decir, por los errores y las desviaciones de la modernidad. La solución propuesta fue volver a la gran disciplina anterior, proveniente del Concilio de Trento (1545-1563) y del Concilio Vaticano I (1869-1870). La centralidad era la ortodoxia y la sana doctrina, como si las predicas fuera lo que salvaba y no las prácticas. En esta línea, el Card. Joseph Ratzinger fue estricto: más de 110 teólogos y teólogas fueron condenados, depuestos de sus cátedras, silenciados (en Brasil, Yvone Gebara y yo personalmente) o castigados de alguna manera. Uno de ellos, un excelente teólogo, fue condenado sin ninguna explicación. Estaba tan deprimido que pensó en suicidarse. Solo se curó cuando fue a América Central para trabajar con las comunidades eclesiales de base. La vida de fe del pueblo sensillo y pobre le devolvió el sentido  de la vida.

 

Hubo un invierno eclesial severo. Toda una generación de sacerdotes se formó en este estilo doctrinal, con la mirada puesta en el pasado, usando los símbolos del poder clerical. Del mismo modo, fueron consagrados una pléyade de obispos, más autoridades eclesiásticas ortodoxas que pastores en medio de su pueblo.

 

El Papa Francisco es un modelo distinto de personalidad religiosa. Él viene del fin del mundo, fuera de la vieja y casi agonizante cristiandad europea. Y ha traído una primavera para la Iglesia y para el mundo político mundial.

 

Primeramente innovó los hábitos. Al negarse a usar la “mozzeta”, esa pequeña capa blanca llena de brocados que los papas llevaban sobre sus hombros, símbolo del poder absoluto de los emperadores romanos paganos, en la película dice claramente: “el carnaval ha terminado”. No acepta la cruz de oro, continúa con su cruz de hierro; rechaza los zapatos rojos (de Prada) y continúa con sus viejos zapatos negros. No se anuncia a sí mismo como Papa de la Iglesia, sino como Obispo de Roma y solo a partir de ahí, Papa de la Iglesia universal. Al ser presentado como nuevo Papa pide al pueblo que rece por él y le de la bendición. Solamente después él bendice al pueblo. Aquí aparece claramente una nueva visión teológica, conforme al Concilio Vaticano II: primero viene el Pueblo de Dios y después el Papa y las demás autoridades eclesiásticas al servicio de este Pueblo de Dios.

 

Anima a la Iglesia no con el derecho canónico, sino con el amor y la colegialidad (en consulta con la comunidad de obispos). En su primer discurso público dice: “cómo me gustaría una iglesia pobre y para los pobres”. No vive en el palacio papal, lo que sería una ofensa para el poverello de Asís, sino en una casa de huéspedes. A la hora de comer guarda fila como los demás y comenta con humor: “así es más difícil que me envenenen”.

 

Prescinde de un automóvil especial y de un cuerpo de protección personal. Se mezcla entre la gente, da las manos a quienes se las extienden y besa a los niños. Es padre y abuelo querido de las multitudes.

 

Su modelo de iglesia es el de un “hospital de campaña” que atiende a todos sin preguntar de dónde vienen y cuál es su situación moral. Es una “iglesia en salida” hacia las periferias humanas y existenciales. Respeta los dogmas y las doctrinas, pero afirma claramente que prefiere situarse vivamente ante el Jesús histórico, optando por un encuentro directo con las personas y el cuidado pastoral de la ternura. Insiste en que Jesús vino a enseñarnos a vivir el amor incondicional, la solidaridad y el perdón. Para él es central la misericordia infinita de Dios. Y va más allá al decir: “Dios no conoce una condenación eterna, porque perdería ante el mal. Y Dios no puede perder. Su misericordia no tiene límites”. Por lo tanto, llama a todos, una vez purificados de su maldad, a la casa que el Padre y Madre de bondad han preparado para todos desde la eternidad. Morir es sentirse llamado por Dios y uno va alegremente al Gran Encuentro.

 

En términos de ecumenismo, enfatiza que las distintas iglesias deben reconocerse mutuamente y todas juntas ponerse al servicio del Reino de justicia, de solidaridad, de fraternidad y de amor, alimentando la llama sagrada de la espiritualidad que se oculta dentro de cada persona.

 

Es otro tipo de pontificado, otro modelo de ser humano que reconoce que perdió la paciencia cuando una mujer tiró de su mano y se la apretó con fuerza. Molesto, le palmeó la mano dos o tres veces. Pero al día siguiente pidió públicamente perdón. Es naturalmente humilde y reconoce su debilidad.

 

Dos Papas: diferentes y complementarios

 

El Papa Francisco abrió toda su humanidad, dándose el derecho a la alegría de vivir, de animar a su equipo favorito, el San Lorenzo, de disfrutar de la música de los Beatles, y hasta conquistó al Papa Benedicto XVI para bailar un tango, impensable en un severo académico alemán. Aquí aparece no el Papa, sino el hombre Bergoglio que desentraña la humanidad recogida del hombre Ratzinger. Ambos son diferentes, pero se unen en el baile de un tango de personas mayores.

 

La película es una hermosa metáfora de la condición humana, con dos formas diferentes de realizar la humanidad, que no se oponen sino que se componen y completan, una con ternura y la otra con vigor.

 

Vale la pena ver la película, porque nos hace pensar y nos ofrece lecciones de escucha mutua, de dialogo abierto, de verdades dichas sin tapujos y una amistad que va creciendo a medida que la relación se distiende con cada encuentro. El perdón que se dan uno a otro y el abrazo final, largo y amoroso, engrandece lo humano y lo espiritual presente en cada uno de nosotros.

 

*Leonardo Boff es teólogo, filósofo y miembro de la Comisión Internacional de la Carta de la Tierra.

 

Traducción de Mª José Gavito Milano

 

*     *     *

 

Dois Papas: dois modelos de homem, dois modelos de Igreja

 

Acabei de assistir o filme do consagrado cineasta brasileiro Fernando Meirelles: Dois Papas.

 

Considero o filme tecnica e esteticamente bem elaborado, feito nos próprios espaços grandiosos do Vaticano. Sua base é fundada em fatos históricos, evidentemente, com a criatividade que este tipo de arte permite, particularmente na construção dos diálogos. Mas neles se entrevê suas respectivas teologias e afirmações conhecidas.

 

O que digo é opinião estritamente pessoal. Tive o privilégio de conhecer a ambos os Papas pessoalmente e com os quais entretive e entretenho relações de certa proximidade e até amizade.

 

Papa Ratzinger: finíssimo e rigoroso

 

Com o Prof. Joseph Ratzinger tenho uma dívida de gratidão por ter apreciado minha tese doutoral sobre “A Igreja como Sacramento Fundamental no Mundo secularizado”, volumosa, mais de 500 páginas impressas. Ajudou-me financeiramente com uma soma considerável de marcos e encontrou um editora para sua publicação, pois ninguém queria assumir o risco de lançar um livro desta proporção. A acolhida na comunidade teológica internacional foi grande, considerada uma obra fundamental, especialmente pelo renomado especialista em Igreja Jean Yves Congar, dominicano francês.

 

O Prof. Ratzinger é uma pessoa finíssima no trato, extremamente inteligente e nunca o vi alçando a voz; mas é muito tímido e reservado.

 

Ao saber de sua eleição a Papa, logo pensei: “É um Papa que vai sofrer muito, pois talvez jamais tenha abraçado pessoas, muito menos  uma mulher e se exposto àsmultidões”.

 

Nossa amizade se fortaleceu porque durante cinco anos, a partir de 1974, toda semana de Pentecostes (por volta de maio) cerca de 25 teólogos e teólogas progressistas, renomados do mundo inteiro, nos encontrávamos em Nimega na Holanda ou em outra cidade europeia. Durante uma semana discutíamos ecumenicamente, acompanhados por um pequeno grupo de cientistas, inclusive de Paulo Freire, sobre temas relevantes do mundo e da Igreja. Editávamos uma revista Concilium que se publicava em 7 línguas que ainda continua a ser publicada (no Brasil pela Editora Vozes). Ai colaboraram as melhores cabeças mundiais, nas várias áreas do conhecimento que vai da sexualidade, da Teologia da Libertação, à moderna cosmologia.

 

O Prof. Ratzinger sentava-se quase sempre ao meu lado. Depois do almoço enquanto quase todos tiravam uma sesta eu e ele passeávamos pelo jardim, discutindo temas de teologia, nossos preferidos, Santo Agostinho e São Boaventura dos quais li praticamente toda obra.

 

Cada um em seu papel sem perder a relação

 

Feito Cardeal e Presidente da Congregação para a Doutrina da Fé, teve a ingrata missão de me interrogar sobre o livro Igreja: carisma e poder em 1984. Ele cumpria institucionalmente sua função de interrogador e eu de defensor minhas opiniões. Foi um diálogo firme, mas sempre elegante da parte dele, mesmo quando, após o interrogatório, tivemos um encontro já mais duro com ele e os Cardeais brasileiros Dom Paulo Evaristo Arns e Dom Aloysio Lorscheider que me acompanharam em Roma e testemunharam a meu favor. Éramos três contra um. Devo reconhecer que ele se sentia constrangido.

 

Depois de um ano, recebi a solução do processo doutrinário com a deposição da cátedra de teologia, de minhas funções na Editora Vozes e a imposição de um “silêncio obsequioso” que me impedia de falar, de ensinar, de dar entrevistas e de publicar qualquer coisa. A decisão final após o interrogatório foi feita por 13 cardeais (13 para desempatar). Soube mais tarde, através de um emissário de seu secretário particular que ele, Card. Ratzinger, votou a meu favor mas foi voto vencido. Cabe dizer que sempre que jornalistas perguntavam a ele sobre mim, respondia, com certo humor, que sou “ein frommer Theologe”( um teólogo piedoso) que um dia vai aprofundar seu verdadeiro caminho teológico.

 

O filme não retrata a figura fina e elegante que o caracteriza. Em certa cena, levanta a voz e quase grita, o que, me parece, totalmente inverosímil e contra seu caráter.

 

Apesar de estarmos agora em situações diferentes, ele Papa e eu um um teólogo promovido a leigo, nunca perdemos a amizade. Por seus 90 anos, ao ser organizada uma Festschrift (um livro de homenagem), na qual muitos notáveis escreveram, a pedido dele solicitaram-me que escrevesse meu testemunho a seu respeito, o que fiz, prazerosamente. A amizade é mais forte que qualquer doutrina sempre humana.

 

O Papa Francisco: terno, fraterno e inovador

 

Com referência ao Jorge Mario Bergoglio, agora Papa Francisco, diria o seguinte: Conhecemo-nos em 1972 no Colégio Máximo de San Miguel em Buenos Aires, cada um discorrendo sobre a singularidade do caminho espiritual de Santo Inácio de Loyola (ele) e o caminho espiritual de São Francisco (eu). Ai discutimos a vertente da teologia da libertação de tipo argentino (do povo silenciado e da cultura oprimida) e a nossa brasileira e peruana (sobre a injustiça social e a opressão históricasobre os pobres e afrodescendentes). Deste encontro há uma foto que ele, desde Roma, teve a gentileza de me mandar, onde aparecemos, todo um grupo de teólogos e teólogas, a maioria não mais entre nós, alguns perseguidos e torturados pela repressão bárbara dos militares argentinos ou chilenos. Depois nos perdemos de vista. 

 

(Ele é o terceiro da esquerda para a direita e eu o segundo da esquerda)

 

O Papa Francisco: teólogo da libertação integral

 

Soube pelo seu professor de teologia, recentemente falecido, Juan Carlos Scannone, o representante maior da teologia da libertação argentina. que Bergoglio entrou para a Ordem Jesuítica como vocação adulta (era químico antes, como aparece no filme). Entusiasmou-se logo com a teologia da libertação e aí mesmo fez um voto que cumpriu sempre, mesmo como cardeal de Buenos Aires: toda semana passar uma tarde ou mesmo um dia numa favela (villa miseria), sempre sozinho, entrando nas casas e conversando com todo mundo.

 

Foi Superior Maior da Província dos Jesuitas da região de Buenos Aires. Era muito rigoroso. Aqui teve que enfrentar uma situação gravíssima que carregou no coração até os dias de hoje: dois jesuitas, o padre Jalish e o padre Yorio (que conheci pessoalmente em Quilmes) viviam numa favela, apoiando os pobres e marginalizados. Quem trabalhava com o povo, como no Brasil de 1964 (e talvez também hoje sob o novo governo) seriam considerados marxistas e subversivos. Eram vigiados pelos órgãos de segurança dos militares. Bergoglio soube que seriam sequestrados com as torturas que se seguiam. Tentou salvá-los até apelando ao voto de obediência, típico de sua Ordem, no sentido de abandonaram a favela para não serem vítimas da repressão.

 

Eles argumentaram de forma evangélica: “um pastor não abandona seu rebanho, seu povo; participa de seu destino; vale mais obedecer ao Deus dos pobres do que obedecer a um superior religioso”.

 

Efetivamente foram sequestrados e duramente torturados. Jalish se reconciliou com Bergoglio e vive na Alemanha, enquanto Yorio se sentiu abandonado e distanciou-se dele (morreu no Uruguai, anos atrás). Pude sentir sua amargura pessoal, ao mesmo tempo que procurava entender o impasse que uma autoridade religiosa, com responsabilidade, enfrenta em situações-limite. Mesmo assim, Bergoglio escondeu a muitos no Seminário Maior de San Miguel ou os levou até a fronteira de outro país para fugirem da morte certa.

 

Papa Francisco: o cuidado da Casa Comum

 

Ao ser eleito Papa, voltamos a nos comunicar. Sabendo que havia me ocupado intensivamente com otema da ecologia integral, envolvendo a Casa Comum, a Mãe Terra, solicitou-me subsídios, coisa que fiz com assiduidade. Mas logo me advertiu:”não mande os textos para o Vaticano, pois, não me serão entregues (o famoso sottosedere da Cúria: sentar em cima e esquecer) mas envie-os diretamente ao embaixadorargentino junto à Santa Sé, especialmente aquele que todos os dias, bem cedo, toma o chimarrão (el mate), comigo”. Assim fiz sempre. Dizem por aí que se nota a presença  de pensamentos e tópicos meus na encíclica Laudado Si: sobre o cuidado da Casa Comum (2015). Isso não importa, pois a encíclica é do Papa e ele escolher os consultores que quiser.  Igualmente enviei textos para  o Sínodo Panamazônico de 2019. Respondeu várias vezes agradecendo.

 

Ao escolher o nome de Francisco sob inspiração de seu amigo brasileiro, o Card. Dom Cláudio Hummes que lhe sussurrou o nome  ao ouvido e  de logo fazer uma opção clara pelos pobres, ele se transformou. O rigor jesuítico se uniu com a ternura franciscana. Com os problemas internos da Cúria, a pedofilia e a corrupção financeira dentro do Banco do Vaticano é extremamente rigoroso. Contrariamenete, com o povo é visivelmente terno e fraterno.

 

Nenhum Papa anterior castigou tão duramente o sistema que perdeu a sensibilidade, a solidariedade com os milhões de pobres e famintos, a capacidade de chorar e que são adoradores do ídolo do dinheiro. Depredam a natureza e são anti-vida e anti-Mãe Terra. Não precisamos declarar a que sistema se refere. Sua opção pelos pobres é altisonante. Tornou-se por suas posturas corajosas face à emergência ecológica da Terra, ao aquecimento global e à desumanização das relações humanas, um líder religioso e político. Sua voz é ouvida e respeitada pelo mundo afora.

 

Dois modelos de homem e dois modelos de Igreja

 

O propósito do filme é mostrar dois modelos de personagens religiosas e dois modelos de Igreja.

 

Primeiramente mostra como ambos, Ratzinger e Bergoglio. são humanos, profundamente humanos. Nesse sentido: ambos possuem seu lado luminoso e também seu lado sombrio. O Papa Bento XVI sua leniência com os pedófilos. Não devemos esquecer que escreveu a todos os bispos, sob sigilo pontifício que jamais deve ser quebrado, de nãoentregar os padres e os bispos pedófilos aos tribunais civis. Isso desmoralizaria a instituição Igreja. Deviam, sim, confessar-se do pecado e ser transferidos para outro lugar. O Papa não se deu conta suficientemente de que não tinha a ver apenas com um pecado perdoável pela confissão. Tratava-se de um crime contra inocentes que a justiça comum deve investigar e punir. Não se pensou nas vítimas, apenas na salvaguarda da imagem da instituição-Igreja. Tal omissão foi fortemente criticada por Bergoglio.

 

O Papa Bento XVI colocou-se na esteira do João Paulo II que era moral e doutrinariamente conservador. Procurou relativizar o arggiornamento do Concílio Vaticano II (1962-1965). Via a Igreja como uma fortaleza sitiada por todos os lados por inimigos, vale dizer, pelos erros e desvios da modernidade. A solução que se propunha era a de voltar à grande disciplina anterior, vinda do Concílio deTrento (século XVI) e do Concílio Vaticano I (1870). A centralidade era a ortodoxia e a sã doutrina, como se fossem as prédicas que salvassem e não as práticas. Nesta linha o Card. Joseph Ratzinger foi rigoroso: mais de 110 teólogos ou teólogas foram condenados, depostos de suas cátedras, silenciados (no Brasil Yvone Gebara e eu pessoalmente) ou de alguma forma punidos. Um deles, excelente teólogo, foi condenado sem recebernenhuma explicação. Ficou tão deprimido que pensou em suicidar-se. Só se curou quando foi à América Central A trabalhar com as comunidades eclesiais de base.Viveu-se um inverno eclesial severo.Toda uma geração de padres foi formada nesse estilo doutrinário e com os olhos voltados ao passado, usando os símbolos do poder clerical.  Igualmente, toda uma plêiade de bispos foram sagrados, mais autoridades eclesiásticas ortodoxas que pastores no meio de seu povo.

 

Outro modelo de personalidade religiosa é o Papa Francisco. Ele vem do fim do mundo, de fora da velha e quase agônica cristandade europeia. Ele trouxe uma primavera para aIgreja e para o mundo secularizado.

 

Primeiramente inovou os hábitos. Ao negar-se de vestir a “mozzeta” o pequeno manto branco, cheio de brocados que os papas carregam aos ombros, símbolo do absoluto poder dos imperadores romanos pagãos, diz o filme claramente : “acabou-se o carnaval”. Não aceita a cruz dourada, continua com sua cruz de ferro; rejeita o sapatovermelho (Prada) e continua com o seu velho sapato preto. Não se anuncia como Papa da Igreja, mas como bispo de Roma e somente a partir daí, Papa da Igreja universal. Animará a Igreja não com o direito canônico, mas com o amor e com a colegialidade (consultando a comunidade dos bispos). Em sua primeira fala pública diz “como gostaria uma Igreja pobre para os pobres”. Não mora no palácio papal, o que seria uma ofensa ao poverello de Assis, mas numa casa de hóspedes. Come na fila como os outros e comenta, com humor:”assim é mais difícil que me envenenem”.

 

Dispensa um carro especial e um corpo de proteção pessoal. Mistura-se no meio do povo, dá as mãos a quem as estende e beija as crianças. É pai e avô querido das multidões.

 

Seu modelo de Igreja é o de “um hospital de campanha” que atende a todos, sem perguntar de onde vem e qual é sua situação moral. É uma “Igreja em saída” para as periferias humanas e existenciais. Respeita os dogmas e doutrinas mas diz claramente que preferecolocar-se vivamente diante do Jesus histórico, opta pelo encontro direto com as pessoas e a pastoral da ternura. Insiste que Jesus veio para nos ensinar a viver o amor incondicional, a solidariedade e o perdão. Central para ele é a misericórdia infinita de Deus. Vai mais longe ao dizer :”Deus não conhece uma condenação eterna pois perderia para o mal. E Deus não pode perder. Suamisericórdia não conhece limites”. Por isso chama a todos, uma vez purificados de suas maldades, para a casa que o Pai e Mãe de bondade preparou para todos desde toda a eternidade. Morrer é sentir-se chamado por Deus e vai-se alegre para o Grande Encontro.

 

Eis outro tipo de pontificado, outro modelo de ser humano que reconhece que perdeu a paciência quando uma mulher o puxou e apertou longa e duramente sua mão. Irritado, bateu-lhe a mão por duas ou tres vezes. Mas no dia seguinte pediu publicamente perdão.

 

Dois Papas: diferentes e complementares

 

O Papa Francisco abriu sua inteira humanidade, dando-se o direito à alegria de viver, de torcer pelo seu time de estimação o San Lorenzo, de apreciar a música dos beatles até conquistar o Papa Bento XVI a dançar um tango, impensável a um severo acadêmico alemão. Aqui aparece não o Papa mas o homem Bergoglio que desentranha humanidade recolhida do homem Ratzinger. Ambos são diferentes mas se integram na dança de um tango de pessoas anciãs.

 

O filme é uma bela metáfora da condição humana, de dois modos diferentes de realizar a humanidade, que não se opõem mas se compõem e se completam, uma com a ternura e a outra com o rigor. Vale ver o filme, pois nos faz pensar e nos oferece lições de mútua escuta, de verdades ditas sem rebuços e de uma amizade que vai crescendo namedida em que a relação se descontrai  de encontro a encontro. O perdão que um dá ao outro e o abraço final, longo e carinhoso, engrandece o humano e o espiritual presentes em cada  um de nós.

 

 

Leonardo Boff é teólogo,filósofo e membro da Comissão Internacional da Carta da Terra.

 

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