23 de Diciembre de 2019
[Por: Juan Manuel Hurtado López]
1. Memoria peligrosa
Johann Baptist Metz tuvo el mérito de rescatar del olvido la memoria peligrosa que tiene la narración del sacrificio de Cristo. Por medio de su Teología Política puso en evidencia que en la Eucaristía nos encontramos, no sólo ni principalmente con un acto litúrgico y meramente cultual que realiza la Iglesia sobre todo el domingo, sino ante la memoria peligrosa de la narración de un inocente injustamente asesinado que clama justicia y ante la responsabilidad insoslayable de los actores y sociedad que realizaron ese crimen. Es decir, nos encontramos ante la muerte de un inocente ajusticiado impunemente por las autoridades religiosas y políticas de su tiempo y en ese asesinato en la cruz encuentran expresión y exigencia de justicia todos los asesinados y masacrados de la historia.
¿Quién se hace responsable de los asesinados? Punto culminante de esta cadena lo encuentra Metz en Auschwitz donde 6 millones de judíos fueron exterminados. Y esto lo lleva a plantearse la pregunta de la Teodicea: ¿Quién es Dios después de Auschwitz, dónde estaba? Y responde con dos obras principalmente: Dios después de Asuchwitz y Memoria Passionis.
2. Dimensión apocalíptica del tiempo
Metz critica la concepción lineal y evolutiva del tiempo que se ha instalado en la sociedad y en la Iglesia. Es decir, la concepción de un tiempo lineal en el que todo camina hacia adelante y en clave ascendente. La concepción del progreso humano como continuo. Pero eso no es verdad. Lo demuestran las dos Guerras Mundiales y Auschwitz.
Metz introduce la concepción apocalíptica del tiempo como ruptura, discontinuidad en medio de los tiempos humanos. Es la concepción de la apocalíptica judía que encontramos en la Biblia. Ésta da al tiempo su verdadero sentido: algo lleno de significado porque es novedad, ruptura, discontinuidad. Algo nuevo aparece. Sin esta concepción del tiempo como ruptura, no hay Resurrección y tampoco hay esperanza dentro de la historia humana.
3. La dimensión política de la fe
Desde el principio aclara Metz que no se trata de la antigua teología política que justificó el poder de los poderosos como se hizo en tiempo de Constantino, en las Cruzadas, en la Edad Media, en la Colonia o en otros tiempos. Por el contrario, se trata de fundamentar que la fe bíblica, la fe en Jesucristo, no se puede reducir a algo intimista, individual, sino que siempre la confesión de la fe en Jesucristo tiene una dimensión pública, política que incide en la sociedad y en la Iglesia, puesto que se trata de la narración de una vida, de hechos liberadores de Jesús y de sus seguidores; se trata de testimonios públicos de la fe.
Su libro “La fe en la historia y en la sociedad” de los años 70s así lo fundamenta. Es una teología política como teología narrativa que cuestiona, desinstala, provoca y martillea la conciencia y ante la cual uno no se puede quedar indiferente. Pero esta concepción de la dimensión política de la fe ya la había iniciado en dos de sus obras: Teología del mundo y en Más allá de la Religión burguesa. Si la fe no es confrontada con la historia, pierde su identidad.
Ahí Metz confronta la fe con ideologías y expresa la capacidad de la fe para cuestionar estructuras de poder y sistemas de pensamiento. La fe bíblica parte de la intervención de Dios en la historia desde Abraham, el Éxodo, hasta la definitiva intervención histórica de Dios en la humanidad por medio de la Encarnación del Hijo de Dios y de la obra escatológica de la predicación del Reino de Dios de Jesús de Nazareth por fuerza del Espíritu.
La Teología Política de Metz desinstala cualquier refugio de la fe que pretenda quedar fuera de la historia y de la sociedad. Por el contrario, la fe debe hacerse cargo del presente y del futuro, de los vencedores y de los vencidos de la historia, del Reino de Dios y del imperio del mal. El texto que proclamamos en el Credo: “…y bajó a los infiernos”, no es mera metáfora, sino que es realidad doliente, misteriosa y escandalosa de lo que Cristo realizó con el imperio del mal y de la liberación que nos alcanzó del pecado y de la muerte mediante su muerte y Resurrección.
La Teología Política de Metz es una Teología Fundamental que responde a lo que pide el apóstol Pedro: “Estén siempre dispuestos a dar razón de su esperanza a todo aquel que les pida explicaciones” (I Pe 3,15).
4. El Dios de la compasión
En su profunda obra “Memoria Passionis”, Metz retoma con seriedad intelectual y con fe responsable el tema de Dios, el tema de la teodicea y el tema del sufrimiento humano, sobre todo cuando éste es causado por la injusticia.
Las diversas imágenes de Dios que nos han llegado de la filosofía: un Dios eterno, todopoderoso, impasible, inmutable…no corresponden ni al pensamiento bíblico ni a la realidad. Porque ¿Cómo se puede compaginar un Dios omnipotente, omnisciente, impasible, con las atrocidades de la historia humana, con el sufrimiento de los inocentes? No hay respuesta.
Por el contrario, afirma Metz, los humanos no supimos lo que es Dios desde el conocimiento de Dios; sino que desde el conocimiento y comprensión de Jesucristo llegamos a entender lo que es Dios. No tenemos otra imagen de Dios más que la manifestada y revelada en Jesús de Nazareth. Dios es Dios conceptualmente, sólo a partir de Jesucristo. Y Jesús de Nazareth sí sufrió y se compadeció de los que sufrían, de sus angustias y penas.
El único Dios que conocemos, dirá Metz, es el Dios de la compasión por los últimos, por los humillados y masacrados de la historia. Es el Dios de la misericordia. Por esto debemos asumir una “espiritualidad de ojos abiertos” al dolor, al sufrimiento.
Estos cuatro acercamientos que hemos apenas señalado en relación con algunos núcleos del pensamiento de Metz, nos muestran el decisivo y gran aporte que ha hecho Johann Baptist Metz a la teología y a la Iglesia.
Imagen: https://www.elmemo.com.ar/poder/murio-johann-baptist-metz-padre-de-la-teologia-politica
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