Silencio para remansar el Misterio

20 de Diciembre de 2019

[Por: Rosa Ramos]




…porque pido silencio
no crean que voy a morirme:
me pasa todo lo contrario:
sucede que voy a vivirme.

Pablo Neruda

 

En esta cultura del ruido y la velocidad, del cambio constante, de tantos eventos, hace falta silencio para vivirse, al decir del poeta citado. O para vivir más hondamente.

 

A mí me hace falta el silencio. Seguramente a ti, o a usted, también.

 

Soy leona de dos mundos, muy sociable y muy solitaria. Amo la gente, estar con otros, ver a los amigos con mucha frecuencia, visitar enfermos y acompañar distintos eventos importantes de cada persona de un vasto entorno. Pero simultáneamente necesito tiempos y espacios personales; sin ellos colapso, me irrito, estoy insatisfecha.  Es en el silencio en que realmente valoro, aquilato, y diría que amo mejor a todos. Desde el silencio comprendo, capto lo que se me escapa en el bullicio.

 

Creo -más allá de mi necesidad personal- que el silencio es una necesidad común y hoy más urgente en tanto tan ausente.

 

En el silencio podemos no sólo escuchar sino “volver a ver” o descubrir el camino a recorrer. No hablo de un silencio vacío, sino en ese silencio habitado por tantos hermanos y hermanas, por tantos rostros y acontecimientos que inquietan, que nos interrogan como humanidad, como civilización.

 

Para pasar del caos al cosmos, de la locura a la sensatez, de la impaciencia a la paz, del atropello al respeto, de la prepotencia al cuidado…. Necesitamos tiempos y espacios de silencio.

 

Espacio y tiempo de silencio como cuando el gusano de seda se envuelve y forma la crisálida. Lo expresa muy bien el pedagogo Rubem Alves: “No habría mariposas si la vida no pasara por largas y silenciosas metamorfosis”.

En un mundo donde sobreabunda la palabra vacía, los discursos, los juicios, la estridencia que no dice nada, dice el mismo autor:  “La verdad habita en el silencio que existe envuelto en las palabras”.

 

Hace falta silencio antes y después de una conversación importante, un silencio preparatorio del encuentro profundo y un silencio luego para decantar. A veces hasta hay que hacer algo para dar curso a las emociones y pasar del caos al cosmos, a  algunos les hace bien caminar, a otros. Ir al jardín o al balcón a ocuparse de las plantas, a otros tejer o cocinar… aunque parezca extraño es otro modo de hacer silencio.

 

Estamos a punto de celebrar una fiesta importante para los cristianos: Noche Buena y Navidad. El misterio de la Encarnación se nos impone como algo inconmensurable y es preciso silencio para rumiarllo, para asumir esa locura de Dios de hacerse uno de nosotros, paciente y lentamente en una gestación como todas y en una larga infancia. 

 

Muchas veces pasamos por alto el silencio de Dios en Jesús de Nazaret. Quizá contemplarlo nos ayude a aceptar el silencio elocuente de Dios en nuestra historia en gestación.

 

Imagen: https://www.bioenergeticabcn.com/los-beneficios-del-silencio-para-el-bienestar/ 

 

 

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