Hermano Islam, más allá de la islamofobia (2)

19 de Diciembre de 2019

[Por: Juan José Tamayo]




De la Ilustración filosófica de Al-Ándalus al diálogo actual de civilizaciones

 

Hermano Islam: el título es lo suficientemente expresivo de lo que he pretendido al escribir este libro: a) contribuir a superar la islamofobia interior y exterior, que “es real, mata”, como dijo Gamal Fouda, imán de la mezquita de Al Nur, de la ciudad neozelandesa de Christchurch, en la plegaria por los atentados terroristas que costaron la vida a 50 personas; b) estrechar los lazos de hermandad con el Islam y poder llamarle “Hermano Islam”.

 

El libro se estructura en seis capítulos que ofrecen análisis y reflexiones que ayudan a descubrir dimensiones desconocidas del islam. En el primero hago un análisis del fenómeno de la Ilustración filosófica en al-Ándalus como uno de los momentos más brillantes de nuestra historia, que se caracterizó por la gran creatividad cultural, el pluralismo interno y su capacidad de integración de los monoteísmos judío y cristiano.  Hubo un diálogo simétrico entre fe y razón sin servidumbre de una a la otra y con respeto a la autonomía de ambas, la elaboración de la filosofía crítica de la religión guiada por la razón, la lógica y la ciencia, una de una teoría crítica de la sociedad con especial reconocimiento de la igualdad entre hombres y mujeres en el caso de Averroes. 

 

El capítulo segundo profundiza en el pluralismo étnico, religioso y cultural  dentro del mundo árabe-musulmán –religiones originarias, judaísmo, cristianismo, diferentes tendencias islámicas, etc.- como hecho, como valor en sí mismo y como riqueza a cultivar. Tal pluralismo desmiente al mito de la uniformidad del que tanto se habla infundadamente. Es el propio Corán el que pone de manifiesto la diversidad a todos los niveles, defiende la libertad religiosa, se niega a imponer las creencias, está a favor de la libertad de conciencia e incluso del derecho a la increencia. Especial atención presto al actual debate entre los intelectuales en torno al laicismo y a las diferentes posiciones sobre el mismo. 

 

El capítulo tercero se adentra en las relaciones entre islam y occidente. Dos son los enfoques enfrentados en dicha relación. Uno es el belicista e intolerante, que analizo en tres manifestaciones: el choque de civilizaciones de Huntington, las provocativas caricaturas de Mahoma de 2005 y el desafortunado discurso de Ratisbona del Papa Benedicto XVI en Ratisbona en 2006, que contrapuso la imagen violenta de Dios en el islam a la idea racional de la divinidad en el cristianismo. 

 

Otro es el enfoque dialogante e integrador, que personalizo en Barack Obama durante su presidencia de los Estados Unidos, que rompió con el paradigma beligerante de su predecesor George Bush y se mostró alejado de la doctrina excluyente del “Destino Manifiesto”. Se refirió a Dios en las tres revelaciones religiosas monoteístas, dijo que Estados Unidos nunca estaría en guerra contra el islam y defendió la creación del Estado palestino. 

 

El capítulo cuarto presenta a Córdoba como símbolo de pluriverso religioso, cultural y lingüístico en dos vertientes: una, la significación religiosa y cultural de la emblemática Mezquita-Catedral de dicha ciudad; otra, el movimiento cultural que el filósofo iraní Ramin Jahanbegloo llama “Paradigma Córdoba”. En la primera parte destaco la indebida apropiación de la Mezquita-Catedral por parte de la diócesis de Córdoba a través de la inmatriculación por la módica cantidad de 30 euros cuando se trata de un monumento declarado por la UNESCO patrimonio de la Humanidad. 

 

Analizo críticamente la interpretación de la Mezquita-Catedral en clave exclusivamente cristiana y cuestiono la negativa del obispado cordobés a compartir un espacio interreligioso que pertenece al cristianismo y al islam, alegando que crearía desorientación entre los fieles. Mi propuesta es reivindicar la Mezquita como espacio público intercultural e interreligioso y no como propiedad privada de la Iglesia católica y menos aún como mercantilización de un bien religioso y cultural. 

 

En la segunda parte del capítulo reflexiono sobre el significado de la experiencia vivida en Córdoba en uno de los períodos más brillantes de nuestra historia que Ramin Jahanbegloo llama “Paradigma Córdoba”, que fue un ejemplo paradigmático de alianza mediterránea con las figuras estelares de Averroes y Maimónides iluminando el panorama filosófico-cultural y de encuentro fecundo entre la mística y la filosofía personalizadas respectivamente en el joven Ibn Arabi y el anciano Averrores. 

 

Un ejemplo de cambio de paradigma del anatema al diálogo civilizatorio y religioso es el intelectual francés Roger Garaudy, a quien dedico el capítulo quinto. A mediados de los 70, tras su conversión al islam, abrió un nuevo horizonte de diálogo, el de las civilizaciones, que empieza por hacer una crítica de las principales culturas que han conformado la historia de occidente, al que califica de “accidente”, considera necesario recuperar las dimensiones emancipatorias de las tradiciones culturales y religiosas no occidentales y la necesidad de una nueva civilización bajo el signo del “proyecto-esperanza”, que desarrolle una democracia participativa apoyada en iniciativas surgidas de la asociaciones de base. 

 

Garaudy es consciente de las dificultades para dicho proyecto, que centra en tres: los fundamentalismos, las guerras de religiones y el monoteísmo del mercado, legitimado por la teología de la dominación. Pero cree que las dificultades son vencibles a través de su propuesta del diálogo de civilizaciones, que parte de una concepción no hegemónica, sino sinfónica, de las culturas, y defiende una política que no se mueva solo en el orden de los medios, sino en el de los fines. 

 

El libro se completa con un capítulo dedicado a la mística, preferentemente en el cristianismo y el islam, como superación de los fundamentalismos, que, aun no estando vinculados ni directa ni necesariamente a las religiones, encuentran en ellas su caldo de cultivo, hasta el punto de convertirse en una de sus más graves perversiones, sobre todo cuando desembocan en terrorismo. Estamos asistiendo a una revalorización de la mística como experiencia antropológica fundamental y como experiencia religiosa profunda en ambas religiones.

 

No se trata de una experiencia intimista y evasiva de la realidad, sino que se ubica en la historia y posee una capacidad transformadora radical del entorno en que viven las personas místicas. La mística interreligiosa e intercultural como lugar de cruce y de encuentro de espiritualidades, que debe vivirse en medio de la sociedad, pero también en las afueras, constituye a mi juicio, la respuesta más adecuada a los fundamentalismos religiosos que se producen no solo en grupos extremistas, sino que con frecuencia están instalados en el seno de las mismas instituciones religiosas y en no pocos de sus dirigentes, que los alimentan.   

 

 

Juan José Tamayo es Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid.

 

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