Respirar para sacar la voz…

29 de Noviembre de 2019

[Por: Sofía Chipana Quispe]




Salgo como la cigarra después de un largo silencio, respirando para sacar la voz desde mi nueva condición física, pero también de la situación que vive hoy Bolivia. Respiro y respiro profundamente pensando en sacar la voz… Desde esa conexión con las calles que día a día nos dejaban el eco de sus demandas sectoriales, de esas calles en las que parecía que mirarnos a los ojos era posible, porque estábamos superando nuestros viejos complejos coloniales del racismo y el clasismo. De esas calles donde vernos diferentes era posible, de esas calles donde los diversos pueblos podían llegar con sus trajes y expresiones para nutrirnos de un nuevo conocimiento. 

 

Y desde las otras calles que son mis rutas cotidianas, que el 2003 levantó su mirada al ser reconocida por su resistencia de defensa de una de las fuentes de Bolivia, el gas, porque enfrentó en las calles con palos, piedras, barricadas al sistema hegemónico y neoliberal que respondió con balas, sembrando terror y dolor. Este territorio habitable a los cuatro mil metros que alberga la diversidad de pueblos andinos y que se fue construyendo de a pocos y con empeño, en medio del caos propio de las ciudades emergentes, salen nuevamente a las calles, para gritar “fúsil, metralla el pueblo no se calla”, porque el estigma de su ser salvaje, terrorista, vandálico surge nuevamente, para invalidar su palabra, al igual que los otros pueblos que en diversas regiones buscan expresar su sentir. 

 

Es difícil entrar en el debate de que en Bolivia hubo golpe o no, porque refleja la gran polarización que vivimos. Lo que me conecta con el sentir que tuve cuando leía en espacios públicos el cartelito que decía, “somos iguales ante la ley”, que me llevaba a preguntarme, ¿sólo ante la ley? La tensa relación que vivimos en Bolivia, me da la impresión que parte del reconocimiento como iguales por un mandato, pero no desde el reconocimiento de la dignidad del otro/a. 

 

Después del 20 de octubre, el mandato se deslegitimó, ya venía debilitándose desde el 2016 cuando “Bolivia le dijo No” con un 51%, al cuarto mandato de Evo Morales, el gran debate nos acompañó todo este tiempo por el voto del otro 49% que dijo Si; y se desmoronó con los “indicios” de un fraude electoral, que llevó a las calles a la población a fin de derrotar al “dictador”, sin esperar el informe de la OEA; hasta que finalmente el 10 de noviembre.  

 

Se trata de un largo proceso, y no de un reciente movimiento, y que en estos últimos meses tuvo una fuerza visible e impulsora que ora, tiene como amuletos la Biblia, la virgen María, a Cristo y un rosario en la mano, a quiénes encomendó su misión de restaurar la democracia. Por ello para los que lucharon por restablecer la democracia, no se trata de un golpe, aunque algunos tienen sus discrepancias con el que nombraron como “Macho Camacho”. Pero al final la supuesta “democracia” se recuperó, gracias al repliegue de la policía y de la sugerencia de renuncia que emitió el alto mando militar que no quería derrame de sangre boliviana. 

 

Así que una vez deslegitimado el mandato, nuestras diferencias se convirtieron en amenaza, y volvió a salir el prejuicio y el racismo a  flor de piel en todos los ambientes. Y se agudizó después de la renuncia de Evo Morales y su gabinete, cuando el país quedó en suspenso, por lo que María Galindo la bautizó como la “noche de los cristales rotos”, porque se sembró el miedo, por la fuerza destructora que saqueó, destruyó, quemó y robo todo lo que pudo, generando un gran pánico en algunas ciudades, sobre todo en La Paz y el Alto. Lo que se interpretó como la revancha de los seguidores del MAS, el partido de Evo Morales. Y se las asoció a algunas poblaciones empobrecidas e indígenas, por lo tanto, la acción de la fuerza represora de la policía y la fuerza militar para esas poblaciones está muy bien justificada. Pese a que la marcha de los que buscaron la democracia en algunas poblaciones tuvo sus excesos, vejámenes a las mujeres que vestían sus trajes típicos, cortar el pelo y bañar con pintura roja a una alcaldesa, el amedrentamiento a dirigentes a fines al MAS, y golpes a los que estaban contra la “democracia”.

 

Un aspecto que nos parece pertinente rescatar, es que se interpretó como victimización el que Evo Morales en su renuncia hiciera alusión, que el ser “indígena es un pecado”, en realidad lo fue. Una gran población que se asume en su linaje “blanco”, no aceptó de ninguna manera ser gobernado por un “indio”, porque los espacios de poder estatal con sus muchas limitaciones tenían otros rostros, y como muchos de los funcionarios anteriores, también obraron muchas veces, sin el buen querer, el buen pensar y el buen hacer. 

 

Sin embargo, pese a que Morales y su círculo más cercano se fueron, muchos “indios” e “indias” nos quedamos para seguir siendo, por lo que me parece importante no asociar a los pueblos movilizados con un partido político, ni ellos ni la gran narrativa sagrada (símbolos, signos, relatos) que los acompaña. Como diría las palabras de las mujeres indígenas, “no se trata de un hombre, se trata de la lucha de un pueblo que trajo las voces de las antepasadas y antepasados”, de sus luchas y demandas de muchos años por ser reconocidos en su dignidad y por habitar en un territorio sano y sanador, donde la crianza muta de la vida fluye, y no ser sólo mano de obra para el consumo. 

 

Pese a que los diversos pueblos andinos, son subestimados en sus saberes, hay una sospecha de fondo que no habrá que desestimar, y seguro que lo están rumeando en sus comunidades. Ya que el vacío repentino a quién algunos/as eligieron en las elecciones, deja la pregunta, ¿de “qué realmente pasó”?, y mucho más ahora que son reprimidos con mucha violencia por militares y la policía en sus movilizaciones a la que tienen que reaccionar con cierta autodefensa y amenazas; ya que ésa fuerza goza de impunidad, por el decreto 4078 promulgado por el gobierno de transición. 

 

Pese a que estamos aún convulsionados y no vemos el horizonte, llegará el tiempo en que los pueblos corazonemos, de qué manera ayudó estos catorce años en la vida de los pueblos, y en qué se tiene que seguir creciendo, porque aún seguimos con el desafío de reconocernos en nuestra plurinacionalidad y rescatar que el crecimiento de nuestros pueblos no pasa sólo por las leyes, sino por reconocer nuestros saberes, espiritualidades, ciencias y tecnologías, desde un proceso intracultural, para salir al encuentro intercultural, a fin de seguir por las rutas del Buen Convivir. Y también llegará el tiempo de preguntar al hermano Evo Morales ¿dónde quedó el gobernar obedeciendo al pueblo? y ¿cómo entendió la circulación del servicio?

 

Finalmente, el espíritu religioso vivido en este tiempo, la entronización de la Biblia y la militarización del país que llevó a muchas mujeres arrodillarse ante ellos pidiendo clemencia, evoca el tiempo en que la Biblia y la espada llegaron a nuestras tierras, lo que provoca a preguntarnos, ¿ahora qué conquista nos acecha? Y las palabras que dijeron, “nunca más volverá la Pachamama al palacio de gobierno”, ¿auguran ciertos presagios? Lo que nos lleva a estar en permanente vigía. 

 

 

Imagen: https://www.diariopopular.com.ar/general/por-que-cambio-nombre-el-dia-la-raza-n102860 

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