Alba Teresa Cediel, la religiosa colombiana que causa revuelo en El Vaticano

12 de Octubre de 2019

[Por: Óscar Elizalde Prada | El Tiempo]




Más allá de la polémica de la monja que esta semana defendió a ‘capa y espada’, en plena vía pública, al senador Álvaro Uribe –y cuya vinculación con las Carmelitas Misioneras ha sido desmentida ayer por la Conferencia de Religiosos de Colombia–, en el corazón de la fe católica, una religiosa laurita ha causado revuelo y generado titulares en no pocos medios, como consecuencia de su testimonio misionero en la Amazonía, donde ha trabajado por más de tres décadas, y su postura frente al rol de la mujer en la Iglesia. Su nombre: Alba Teresa Cediel.

 

Como lo hiciera en su tiempo santa Laura Montoya, “la mujer que hizo quedar bien a Dios entre los indígenas” (así la recordaba el maestro Javier Darío Restrepo, recientemente fallecido), sor Alba Teresa ha seguido los pasos de su fundadora hablando con o parresía –diría Francisco– cuando se refirió a la problemática socio-económica, política y eclesial que atraviesa la vasta región panamazónica, donde las Misioneras de la Madre Laura marcan presencia en seis de los nueve países que constituyen el bioma, y han experimentado una y otra vez que “verdaderamente la realidad de la mujer amazónica es muy dura y triste”.

 

Así lo manifestó la religiosa colombiana, nacida en Piedecuesta (Santander), en El Vaticano, donde se presentó el pasado lunes como representante “de la mujer indígena, afro, campesina, la mujer de la Amazonía, las que viven en las zonas urbanas de la región panamazónica, y también, de la vida religiosa”, antes de iniciar su intervención en la Sala della Stampa, durante la primera rueda de prensa del Sínodo de los Obispos para la Región Panamazónica, que preside el obispo de Roma desde el domingo pasado y se extenderá hasta el 27 de octubre.

 

“Acompañamos a los indígenas en los diferentes eventos. Cuando el sacerdote no puede hacer presencia y se necesita que haya un bautismo, nosotras bautizamos”, dijo la religiosa, agregando que “si alguien se quiere casar, nosotras hacemos presencia y somos testigos de ese amor; y muchas veces nos ha tocado escuchar en confesión”, aunque aclaró que ellas no dan la absolución.

 

El debate sobre si es lícito o no que una mujer y, en este caso, una religiosa, pueda tener una participación más directa en la animación de la vida sacramental de las comunidades, no es nuevo. Para el teólogo brasileño Antonio José de Almeida, especialista en eclesiología y ministerios, es claro que “la Eucaristía es más importante que la condición personal de quien la celebra”. Máxime en el contexto de la Panamazonía. “Solamente en Brasil, se estima que 7 de cada 10 comunidades solamente tienen acceso a la Eucaristía una vez cada seis meses, un año, un año y medio, o hasta dos años”, añade Almeida.

 

Sor Alba Teresa lo sabe de sobre. A sus 61 años de vida, ha dedicado 36 a las comunidades indígenas en Colombia. Ha vivido en Vaupés, Guainía, Casanare y El Catatumbo. “Toda mi vida la he dedicado al servicio de los pueblos originarios, quienes me han enriquecido con sus valores culturales y espirituales”, confiesa la religiosa.

 

Por eso, con conocimiento de causa, ha dicho en El Vaticano que “la presencia de la mujer en la selva es demasiado importante”, pues “hay muy pocos sacerdotes y obispos, que [de todas formas] tienen que ir de un sitio a otro, sin embargo, nosotras hacemos una presencia constante”.

 

Por supuesto, las reacciones de los medios europeos no se hicieron esperar. Las declaraciones de la Laurita muy pronto se tornaron varios titulares y suscitaron contenidos.


“La religiosa Alba Teresa Cediel Castillo, de las Misioneras Madre Laura, presentes en esta región, ha sido la que ha prendido la mecha de un asunto que levanta ampollas en el sector más conservador de la Iglesia. En su intervención, ha asegurado que en algunas zonas y ante la escasez de sacerdotes, las monjas realizan algunas de las funciones reservadas al presbiterado”, señala un artículo de la periodista Elena Genillo en el diario español La Razón.


“Cediel insistió en que ‘la presencia de la mujer es muy grande y fecunda’ en la Amazonía y necesaria porque los sacerdotes y obispos tienen que estar de un lado a otro y ‘la Amazonía es demasiado grande’ y eso genera ‘grandes costes’. ‘¿Que la participación de la mujer tiene que ser mucho más grande en la vida eclesial? Yo creo que sí, pero poco a poco. Vamos a llegar allá, pero no podemos presionar ni pelear sino dialogar’”, destaca eldiario.es.

 

Evidentemente, la fuerza del testimonio de la religiosa colombiana ha puesto sobre el tapete uno de los temas que, con toda seguridad haría parte de las sesiones sinodales: el rol de la mujer en la Iglesia. Aunque pocos esperaban que estuviera en la agenda de discusión ¡desde el primer día!

 

Y sin embargo, la suya es una palabra que trasciende las discusiones de las curias y sus conventos, como también lo hizo santa Laura Montoya en sus días –hace más de un siglo–, más preocupada por la dignidad de los pueblos indígenas y afrodescendientes, que por obtener algún tipo de prebenda eclesial. ¿Por qué le preocupa el rol de la mujer y de la Iglesia en la Amazonía? “Porque he visto el desplazamiento y la violencia que han traído los grupos armados, porque me duele los abusos que los indígenas sufren en su territorio, porque muchos y muchas de sus habitantes son víctimas de la trata o trabajan en prostíbulos, y porque es escandalosa la violencia que están sufriendo las mujeres en la Amazonía”, responde sin titubear.

 

Para responder a estos desafíos, sor Inés Zambrano, la Superiora General de las Lauritas –también presente en la asamblea sinodal– comenta que “el conocimiento profundo y crítico de la realidad, y el aprendizaje de las lenguas indígenas son dos claves fundamentales, para llegar a estas ‘periferias’ geográficas, aprender sus sabidurías ancestrales, aquello que los pueblos orignarios llaman el sumak kawsay o buen vivir”.

 

No es, entonces, con nuevos ímpetus coloniales como se van a resolver los problemas que anidan en la selva amazónica, sino con una actitud de escucha, pues “con frecuencia hemos escuchado decir que la Iglesia es Madre y maestra, pero tal vez ha llegado la hora de que también sea hermana y aprendiz”, como dijo la Hna. Gloria Liliana Franco, otra colombiana que participa en el Sínodo, quien tiene la responsabilidad de liderar la Confederación Latinoamericana de Religiosos y Religiosas (CLAR).

 

Aunque las vocaciones a la vida religiosa son cada vez más escasas, la sucesora de Laura Montoya está convencida de que es necesario “mirar siempre a las ‘periferias’, como nos pide el papa Francisco, y salir de los ‘centros’ de confort”. “Es lo que nos enseñó la madre Laura, la primera santa colombiana, que dejó su tranquila vida de maestra en 1914 para internarse en la selva, con los indígenas. En el caso de la Amazonía, estamos presentes desde 1927”.

 

Si el país quiere asumir el llamado de Francisco a ‘dar el primer paso’ en una de las regiones más olvidadas y vulnerables del país, lacerada, además, por múltiples realidades de ‘ecocidio’, necesitará enderezar el rumbo en sus políticas medio-ambientales.

 

Por su parte, la Iglesia colombiana está dispuesta a traducir al escenario nacional las discusiones que lidera el Papa en su cruzada por el cuidado de la ‘casa común’ “No podemos ser ajenos a fenómenos como el narcotráfico, la violencia, los grandes niveles de pobreza, los desplazamientos, los modelos de desarrollo extractivistas y predatorios, las tasas de analfabetismo, ni la pérdida de la cultura originaria”, afirma desde Roma el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, Óscar Urbina Ortega, arzobispo de Villavicencio. “Esto requiere una transformación del corazón a todo nivel. De lo contrario todo queda en palabras”, concluye el padre sinodal.

 

 

* Adaptación del artículo publicado en El Tiempo: https://www.eltiempo.com/vida/religion/quien-es-alba-cediel-la-monja-colombiana-que-es-noticia-en-el-vaticano-421932 

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.