Los siete miedos al Sínodo: revelación en contravía

11 de Setiembre de 2019

[Por: Alirio Cáceres Aguirre]




“No tengan miedo” es una expresión usual de Jesús en los Evangelios (Mc 6:49-50; Mt 10:29-31; Lc 12,6; Lc 12:32; Jn 14:27) El Soplo del Espíritu Santo siempre comunica paz y teje comunidad (Jn 20;21; Hch 2,4; Gal. 5:22-23). La primera Carta de Juan afirma que el amor saca fuera al temor (1 Juan 4:18). En general, las Sagradas Escrituras remiten a una experiencia de Dios que disipa los miedos y brinda seguridad (Is 41, 10; Josué 1,9; Sal 27,1; Dt 31,8; Prv 29,25 entre otros).

 

Sin embargo, en la medida que se acerca la Asamblea Especial del Sínodo de los Obispos para la región Panamazónica, se multiplican las voces que expresan sus reservas frente al sentido y alcance de este importante acontecimiento eclesial. En las redes sociales y en los corrillos eclesiásticos muchos manifiestan sus miedos ante el Sínodo y el Magisterio del Papa Francisco.

 

Si el Sínodo es lugar teológico no solo es posible percibir la presencia divina por la vía de afirmación, la esperanza y el optimismo, sino que también las negaciones, contradicciones y críticas pesimistas pueden ser indicio para discernir el querer de Dios. El ejercicio consiste en aprender a leer por detrás de las palabras, reconociendo al otro como un interlocutor válido y permitiéndose la licencia de ponderar sus argumentos, intentando escudriñar qué evidencias del Evangelio de Jesús hay en sus planteamientos. A veces es más fácil descubrir dónde está la luz siguiendo el rastro de las sombras. Demasiada luz puede llegar a encandilar y enceguecer.

 

De entrada, hay que aplaudir un sano debate eclesial. Tenemos el don y tarea de exponer planteamientos teológicos desde una espiritualidad de comunión. No se trata de caer en la dinámica de eliminar al adversario, o descalificar a quien piensa algo contrario. No es la cultura del odio la que prevalece sino una apuesta por la concordia. Si queremos transitar hacia una Civilización del Amor, es esencial aprender a dialogar, debatir, discernir, diseñar comunitariamente. No hay otro camino que la cultura del encuentro.

 

El padre Michael Czerny S.J., recientemente nombrado Cardenal por el Papa Francisco, insiste en que el Sínodo es un escenario de escucha, un ejercicio que implica aprender a callarse para discernir junto a los otros, especialmente con quienes piensan diferente, los nuevos caminos para la Iglesia, que articulados a una Ecología Integral, respondan a los pueblos amazónicos que constituyen una unidad con el territorio. “…escucha de Dios, hasta escuchar con Él el clamor del pueblo; escucha del pueblo, hasta respirar en él la voluntad a la que Dios nos llama»” (EC, 6), tal como reza el Instrumentum Laboris en sus inicios.

 

En-red-dándonos en la complejidad

 

La epistemología de Laudato si´ está basada en el paradigma de la complejidad. Todo es relación. Todo está conectado. Todo está interligado, No es posible comprender el bioma amazónico ni contemplar la presencia de Dios allí, sin aprender a leer la realidad desde dichas interconexiones. La biodiversidad no se agota en la flora y en la fauna, sino que incluye también a los seres humanos. Por eso es natural que existan diferencias. La comunión no se logra a costa de suprimirlas. Unidad no es uniformidad. La bella interpretación del P. Roberto Jaramillo S.J., ilumina el sentido de las sinergias, articulaciones y redes: la tendencia mundial a “enredarnos” es, en esencia, una invitación a “en red, darnos”.

 

En una lógica similar, “amazonizar” es “trinidificar”, es decir, edificar desde la Trinidad, comprobar que “toda la realidad contiene en su seno una marca propiamente trinitaria” (LS 239). La actitud sinodal es una expresión de una eclesiología de comunión y participación como Cuerpo de Cristo. “…Porque la persona humana más crece, más madura y más se santifica a medida que entra en relación, cuando sale de sí misma para vivir en comunión con Dios, con los demás y con todas las criaturas. Así asume en su propia existencia ese dinamismo trinitario que Dios ha impreso en ella desde su creación. Todo está conectado, y eso nos invita a madurar una espiritualidad de la solidaridad global que brota del misterio de la Trinidad” (LS 240). 

 

"Nadie es una isla, completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo de continente, una parte de la tierra. Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia. La muerte de cualquier hombre me disminuye, porque yo estoy ligado a la humanidad y, por consiguiente, no preguntes por quién doblan las campanas: doblan por ti “(John Donne, citado por Ernest Hemingway, al comienzo de “Por quién doblan las campanas”). Así no lo creamos, estamos conectados en la bondad y en la maldad, en lo público y lo privado, en lo visible y lo invisible, en la bendición o la maldición. 

 

Sencillamente ninguno de nuestros actos es absolutamente individual y aislado, pues en alguna manera, incide en los demás. Cada ser es fruto de la interdependencia. “El aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo”…Las arenas del Sahara fecundan la Amazonía y Mesoamérica. Los envases plásticos consumidos en una ciudad alejada de las playas, navegan por alcantarillas y ríos hasta las profundidades del océano. La huella ecológica de las sociedades industrializadas y consumistas, marca los territorios más frágiles y deja cicatrices en las poblaciones más vulnerables al caos climático. El justo reclamo del profeta tiene ahora proporciones globales “¿No les basta con comerse el mejor pasto, sino que tienen que pisotear el que queda? Beben el agua clara, y la demás la enturbian con las patas.  Y mis ovejas tienen que comer el pasto que ustedes han pisoteado y beber el agua que ustedes han enturbiado (Ez 34, 18-19)

 

En los años 90 del siglo pasado, en el auge de la Cibernética Social se daba como un hecho que, en toda comunidad humana, ante la propuesta que algún grupo lideraba, saltaba otro con actitud crítica, mientras que gran parte de las personas oscilaban entre una posición u otra. El Sínodo no se escapa a dichas dinámicas. Es más, se enriquece en la medida que afloran posiciones divergentes, sobre todo en un ámbito tan significativo para la identidad eclesial, como lo es la evangelización en medio de la complejidad de la vida en el bioma amazónico.

 

Durante mis años de docente universitario, apropiamos la noción de “escenarios pastorales” para analizar e interpretar la realidad desde los intereses e imaginarios de actores sociales y eclesiales, protagonistas y antagonistas ante algún núcleo de conflicto. Los comportamientos y discursos de los diversos actores nos daban pistas para llegar a conocer sus pre-comprensiones sobre “dios”, “mundo”, “iglesia”, “desarrollo”, “ecología”, entre otros términos claves para una lectura ecoteológica de la realidad. Un poco de esa herencia académica permea la reflexión de este texto. ¿Cuál es la eclesiología que está a la base de las críticas al Sínodo? ¿Qué imagen de Dios se esconde detrás de estos pronunciamientos? ¿Cuál es el imaginario que se tiene de la Amazonía? ¿Qué se está entendiendo por Evangelización? En fin, es un intento por tender puentes para un lograr un consenso, o al menos para identificar las fuentes de disenso. Es navegar a la deriva, pero en estado de alerta tal como lo planteaba el maestro Manfred Max-Neff, recientemente fallecido. Un diálogo entre el Principio y Fundamento con el Principio de Incertidumbre.

 

Dibujando escenarios

 

El carácter regional y universal del Sínodo, así como su propósito de explorar nuevos caminos para la Iglesia y para una Ecología Integral, brinda insumos para adoptarlos como ejes y bosquejar cuatro escenarios, como si fuera un cuadrante:

 

- Nuevos caminos eclesiales a escala regional

- Nuevos caminos eclesiales de escala universal

- Aportes a una ecología integral a escala regional

- Aportes a una ecología integral a escala universal.

 

El Papa Francisco ha recomendado que se viva a plenitud la instancia regional propia de la Panamazonía. Ese es el foco que no se puede perder. Las repercusiones e incidencias a nivel planetario se verán posteriormente, pese a que hay un dato científico que liga el bioma amazónico con el “cinturón verde” de los bosques tropicales de la línea ecuatorial. Amazonía, Congo, Indonesia e incluso, Mesoamérica, capturan una tercera parte de los gases de efecto invernadero y por eso, son estratégicamente claves en la lucha contra el caos climático. Asimismo, la pregunta ¿Qué haría Jesús en mi lugar? No se estanca en condicionamientos de ningún tipo pues tiene un carácter trascendental.

 

Y si en estos cuatro escenarios, se trenzan las tres dimensiones de la conversión que la REPAM propone, el mosaico de alternativas se enriquece: 

 

a)  La conversión pastoral a la que llama la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium -EG(ver-escuchar) 

b) La conversión ecológica a través de la Encíclica Laudato si´ -LS que orienta el rumbo (juzgar-actuar); 

c) La conversión a la sinodalidad eclesial mediante la Constitución Apostólica Episcopalis Communio – EC que estructura el caminar juntos (juzgar-actuar).

 

En todo este abanico de miradas, es importante precisar los actores, pues como se ha dicho, cada uno se comporta en el escenario según sus intereses e imaginarios. Aquí también la generalización puede ser causa de confusiones y por eso, es conveniente hacer algunas distinciones:

 

a) Algunos pueblos están aislados voluntariamente y no desean mayor contacto con nuestra civilización. Una actitud solidaria a su posición, respetuosa de la diferencia y servicial respecto al cuidado del bioma, enriquece nuestra contemplación de la presencia de Dios en la biodiversidad. Conservar la casa común es ya un acto de diaconía para que esos hermanos y hermanas mantengan su hábitat y luchen por su supervivencia.

 

b) Hay pueblos “visibles” que rechazan tajantemente cualquier intervención de la Iglesia en razón a un pasado doloroso de exterminio fundamentado en una evangelización que estuvo ligada a la colonización. Reconocer humildemente los errores que como Iglesia cometimos, aprender de nuestros mártires y pioneros de la inculturación e interculturalidad y buscar una reconciliación sin mayores pretensiones que la de intentar una sana convivencia en un territorio común, también conduce a encarnar rasgos del Maestro Jesús en el contexto panamazónico 

 

c) Hay pueblos que ven a la Iglesia Católica como una aliada para defender sus derechos y los de la Madre Tierra, pero no están interesados en bautizarse, iniciar un catecumenado y asumir un comportamiento direccionado por la institucionalidad católica. Un trabajo mancomunado con ellos, es signo de tolerancia y unidad. Acallar el afán proselitista para priorizar la defensa de los bienes comunes, es también una expresión sublime de amor.

 

d) Hay pueblos convertidos al cristianismo promulgado por iglesias evangélicas y neo-pentecostales, que plantean el desafío de un diálogo y cooperación ecuménica cristiana. La misericordia fraterna y sororal tendría que estar por encima de los apegos a la interpretación bíblica y doctrinal, dando prioridad a aquello que nos une y asumiendo con conciencia crítica aquello que nos separa. 

 

e) Hay pueblos que han asumido el Evangelio dentro del Magisterio Católico, incluso con clero nativo y formas litúrgicas enriquecidas con expresiones culturales propias de la Amazonía. Allí es donde una Iglesia autóctona puede madurar y florecer con la inspiración del Espíritu Santo. En el amplio universo de vida en la Panamazonía, este es el foco de atención para mejorar los procesos intraeclesiales. Pero asumir que no es el eje de los dinamismos del bioma, ayuda a romper con la autoreferencialidad eclesiástica para reconocerse como uno de los actores en el escenario, con un rol protagónico pero no exclusivo.

 

Es predecible que una iglesia en salida, pobre y para los pobres, pueda llegar a ser atractiva para otros seres humanos en el contexto amazónico. La adhesión de pueblos originarios a la comunidad católica, no es efecto del proselitismo entendido como es una estrategia neo-colonialista o publicitaria sino una consecuencia de la coherencia evangélica que lleva a amar hasta el extremo.  “Sangre de mártires, semilla de cristianos” en el horizonte de las comunidades de discípulos misioneros custodios de la casa común.

 

En este menú de escenarios y actores, el criterio ya no es “fuera de la Iglesia no hay salvación” sino “fuera de la salvación no hay Iglesia”. Las comunidades eclesiales deben convivir con otras que no optan por el cristianismo como forma de vida. Por tanto, la sensibilidad para percibir las mociones del Espíritu Santo en otras culturas y opciones de vida, resulta un prerrequisito para comprender la acción de Dios en la historia humana en el contexto panamazónico. La renovación de la eclesiología en sus significados e implicaciones, resulta imprescindible. La autoreferencialidad eclesiástica resulta nociva para contemplar las dinámicas actuales de la Revelación. Hay que dar paso a una “Iglesia en salida”. La capacidad de mirar y admirar, en perspectiva de alteridad, la generosa y desbordante vida que Dios comunica en todos los seres de su Creación, se constituye en un reto epistemológico que el proceso sinodal ha puesto en evidencia. Nuevamente la pregunta sobre aquello que es característico de la experiencia cristiana y el significado profundo de los que significa e implica evangelizar en un marco de diálogo intercultural, remite a un giro epistemológico, teológico y eclesial para dimensionar la presencia de las comunidades católicas en territorio amazónico y vislumbrar esos “nuevos caminos” para amarnos los unos a los otros como Jesucristo nos ama.

 

"Les ruego, pues, hermanos, por la gran ternura de Dios, que le ofrezcan su propia persona como un sacrificio vivo y santo capaz de agradarle; este culto conviene a criaturas que tienen juicio. No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto."  (Rom 12, 1-2). Cambiar la manera de pensar, renovar la mente, deconstruir, desaprender, descolonizar para cambiar la manera de vivir. Ya el buen y visionario Bernard Lonergan advertía que la conversión es, ante todo, un cambio de horizontes en lo intelectual, moral, afectivo y religioso.

 

Echando fuera los temores

 

Como un aporte a la reflexión de los múltiples temores que afloran de cada escenario regional y universal, según las notas características de la conversión y los perfiles de los interlocutores de las comunidades católicas, se exponen siete (7) miedos detectados hacia el Sínodo. El siete tiene una intencionalidad simbólica. Cada lector(a) de este texto podría identificar un propio listado de miedos que detecta en su entorno e interrogarse junto a su comunidad de referencia, sobre las causas profundas de dichos temores y la manera de superarlos. Siguiendo los consejos del Cardenal Czerny habría que plantear como meta sinodal, no tanto cuántas de las propias certezas se han refrendado al final de la Asamblea sino qué tantas cada uno ha incorporado de acuerdo a lo que los demás plantean. Es decir, no se mide el éxito según el con-vencer sino en el acoger, aprender y aprehender. El esfuerzo por reconocer a fondo el valor de la alteridad en su biodiversidad, invita a evangelizar los miedos, a descubrir la Buena Nueva escondidas tras la puerta de los temores, a caminar juntos en actitud mutua de respeto en búsqueda de la Verdad.

 

 

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