Una institución a la altura de su pueblo (Toma 1)

04 de Setiembre de 2019

[Por: Francisco José Bosch]




-La primavera de Francisco en el jardín interno de la Iglesia en tiempos de Sínodo-

 

El Siglo XX tuvo dos grandes estaciones en el caminar de la Iglesia Católica: la primavera del Concilio Vaticano II y su encarnación en cada rincón del mundo. América Latina, recogiendo su larga tradición de lucha y fe, le pone nombre especifico a esa primavera: Medellín. A esa primavera le sucedió un invierno, en el cual no solo tuvimos que invernar, sino que retroceder. El ataque fue feroz, los poderes de este mundo no podían permitir el virtuoso abrazo entre fe y transformación del mundo, que en NuestrAmérica se vivió de forma especialmente intensa. 

 

Entrado el siglo XXI, en medio de la crisis por los escándalos sexuales (enhorabuena que se destape esa olla), parecía que el invierno cubriría por largo tiempo la vida institucional de la Iglesia Católica. Pero el Espíritu y sus travesuras, hicieron posible un movimiento ‘desde el fin del mundo’. El viento movió al centro desde la periferia: primero con gestos y palabras claras en medio de una tremenda crisis eco-sistémica que pone en riesgo el sistema-vida de la tierra. Laudato Si es un gran ejemplo de esas palabras para interpelar nuestro tiempo y proponer primavera en tiempos de frio.

 

Al tiempo que desde la base se iba sintiendo el calor de la primavera de este nuevo tiempo, los poderes del mundo empezaron a enfrentar a Francisco y lo que Él representa: el resurgimiento de racismos, xenofobias, muros y fundamentalismos son el síntoma claro de un sistema que despliega todas sus armas para no ceder ni un paso.  NuestrAmérica, tierra del papa, se convierte en centro de esta tensión geopolítica, donde se vive una importante arremetida de las corporaciones: quitan gobiernos con maniobras legislativas (Brasil), tienen como aliado las castas judiciales (las lawfare) y los multimedios de descomunicación para polarizar desde el odio, en los complejos procesos que se venían dando en estas tierras (ojo que este 2019 puede ser un año de pasos adelante para los procesos populares). 

 

En este complejo mapa, visto desde NuestrAmérica, es donde pensamos el Sinodo Panamazonico que quiere re-pensar la estructura eclesial, desde la base que exige desde su fe y su lucha. Soñamos con una iglesia institución que este a la altura de su pueblo-de-Dios.  Para esto, presento dos movimientos, que buscan sintonizar con la posibilidad de un tiempo nuevo, ad intra y ad extra de las paredes de esta iglesia-tienda-de-campaña, que está naciendo. 

 

Escucharnos por lo bajo para no errar el camino (y no perder la divina compañía)

 

La Iglesia necesita cambiar. Toda su estructura. Es necesario una eclesiología de ruptura creativa frente a los clamores de lxs descartadxs y la tierra. En esa ruptura el hilo de la continuidad será dado por la profunda raíz de lo más bello de la tradición de los pueblos de la tierra (desde la Amazonia hasta la Media Luna Fértil) y del movimiento de marginadxs que levanto al carpintero y su sueño del Reino de justicia para todxs.

 

Para cambiar la iglesia toda, necesitamos escuchar la fe del pueblo. Este ejercicio es tan antiguo como las asambleas fundacionales de nuestra fe. La escucha de la revelación en la fe sencilla, intuitiva y asamblearia de nuestro pueblo esta consagrada en la historia de la Iglesia desde el Sensus Fidei convertido en Consensus fidelium (Lumen Gentium 12):  el pueblo como maestro de fe, que no se equivoca cuando abraza fe y vida, cuando lee de forma creyente su lucha por otros mundos. 

 

El instrumentum laboris del Sínodo va en esta misma línea (Cfr. 104, 123, 144), cuando exige conocer las narrativas de los pueblos antes de pensar cualquier movimiento: la iglesia del futuro tendrá tantos rostros como historias nos atrevamos a entramar en un tejido pluriforme, caótico y bellísimo en diversidades. 

 

Escuchar en cada rincón para cambiarlo todo (hologramas para todos)

 

La formación del ministerio de escuchadores en nuestras comunidades es fundamental. Desde ministros sagrados (curas) palabreros, se han instalado catequistas, animadores, servidores palabreros. Romper la lógica de estas palabras desde el discurso e instalar el silencio para que las experiencias puedan ser narradas, es abrir un espacio para que las experiencias de Dios de nuestro pueblo puedan volver a primer plano. 

 

El pensamiento complejo (E. Morin) se vuelve una gran herramienta en este  punto. En la tradición del Dios que se vuelve concreto en el rostro de un artesano palestino para abrazar a todos los pobres, en cada tiempo y lugar. El todo en la parte, lo macro en lo micro. Desde Palestina año 30 hasta la Roma del 2019, desde la Amazonia hasta los clamores de la tierra y los pobres de cada lugar del planeta. 

 

Una doble resonancia puede marcarnos el camino colectivo: clamores y testimonios de fe. Sean estas publicaciones un sencillo servicio en esa línea: desde ‘Las Mingas de Teología Popular’ que venimos construyendo en NuestrAmérica, de la mano de Amerindia y la coordinación continental de Comunidades Eclesiales de Base, queremos compartir algunos testimonios comunitarios de fe. Sean las comunidades creyentes organizadas las que marcan el rumbo, las que disciernen y aclaran las nuevas exigencias de los clamores, las bestias a enfrentar y los ministerios impostergables para la iglesia toda, en pleno siglo XXI. 

 

Pd: Desmercantilizar todas las compañías 

 

Primera enseñanza desde Ocosingo, Chiapas México. La minga de teología se realizó en agosto de 2019. 

 

Un hermano llamado Felipe narra su fe. Cuenta su enfermedad, como Dios lo cuido en los días de soledad y se fue sanado, tras sufrir por quince años. Dios sana. Lo repite con convicción y entre lágrimas. Lágrimas de un hombre, en medio de muchos machismos. 

 

Mientras Dios lo sanaba el servía en una comunidad sin capilla. No había ministros ordenados (curas) en ese proceso. ‘No llegaban cuando el piso era de tierra’. Con los años construyeron un templo de material. En ese momento el padre les propuso visitarlos cada quince días para celebrarles la eucaristía, y les dijo: ‘Me deben juntar 200 pesos por cada misa’. La asamblea local, la comunidad de base, decidió no pagarlos. El Padre igual va a celebrar misa. 

 

Más de 500 años después de la reforma, sigue siendo un imperativo no pensar como una mercancía que se puede comprar, ningún sacramento. La lucha contra el ídolo del dinero que impera en nuestro mundo, debe darse con una denuncia frontal de las corporaciones que sacrifican carne humana por sus ganancias, y también por los príncipes de poca monta que cría nuestra iglesia. 

 

Desde un rincón, desde una comunidad creyente que sigue celebrando sin precio, una palabra para la iglesia toda. Que la fe del pueblo convierta a nuestra maltrecha iglesia. Que el Sínodo Panamazónico recoja las exigencias de fe de nuestros pueblos. 

 

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.