Ciudadanía, Florestanía: La Amazonía, titular de derechos

26 de Julio de 2019

[Por: Leonardo Boff | Texto em español y portugués]




Fenómenos nuevos exigen palabras nuevas. Así ciudadanía se deriva de ciudad y florestanía, de floresta. Esta nueva palabra, florestanía, ha sido creada en el Estado de Acre, bajo el gobierno de Jorge Viana, y representa un concepto nuevo de desarrollo y de ciudadanía en el contexto de la floresta o selva amazónica.

 

El propósito es implementar la ciudadanía de los pueblos de la selva, de los indígenas, de los seringueros y de los ribereños, lo cual debe traducirse en inversiones públicas en la educación, en la sanidad y en las formas de producción extractivista, teniendo como referencia principal la floresta y su derivación, la florestanía.

 

La floresta-selva y el ser humano viven un pacto socioecológico inclusivo, donde el ser humano se entiende parte de la selva y esta se convierte en un nuevo ciudadano, respetado en su integridad, biodiversidad, estabilidad y exuberante belleza junto con otros ciudadanos humanos. Ambos se benefician: el pueblo y la selva, porque se abandona la lógica antropocéntrica y utilitaria de la explotación y se asume la lógica ecocéntrica de la mutualidad que implica respeto mutuo y sinergia.

 

Esta comprensión abre espacio para un posible enriquecimiento del concepto de ciudadanía desde la reflexión ecológica más avanzada. Ahora se trata de la floresta no solo como ciudadanía en la floresta sino como ciudadanía de la floresta. Por lo tanto, la floresta o selva  es considerada un nuevo ciudadano.

El entendimiento que subyace a esta declaración, que ha entrado en las constituciones de Ecuador y Bolivia, reside en el hecho de que la naturaleza y la Tierra son condiciones necesarias para la vida. Ésta solo existe porque está sustentada por factores físico-químicos y ecológicos terrestres sin los cuales no habría vida. Si la vida tiene dignidad, un hecho aceptado por todos, ella engloba también la dignidad de los elementos que la hacen posible en el planeta.

 

Además, la naturaleza y la tierra tienen valor en sí mismas, independientemente de la existencia humana, que irrumpió casi al final del proceso cosmogénico. Si tienen valor en sí mismas, Tierra y  naturaleza, deben ser respetadas. El mismo ser humano debe comprenderse parte de la naturaleza y de la propia Tierra, formando con ellas una entidad grande y única. Este es el legado que los astronautas nos transmitieron desde su nave espacial y desde la Luna: Tierra, naturaleza y humanidad forman una entidad única y compleja.

 

Desde este punto de vista, que sostienen cada vez más la biología y la cosmología modernas, la  floresta como floresta, la naturaleza y la Tierra son vistas como sujetos y como ciudadanos y como tales, titulares de derechos.

Esto se hizo más claro cuando la ONU, en una sesión solemne el 22 de abril de 2009, decidió llamar Madre Tierra a la Tierra, dándole el mismo tratamiento que dedicamos a nuestras madres: respeto, cuidado y veneración.

 

Por lo tanto, es necesario extender la personalidad jurídica a la floresta, a los ecosistemas y a la Tierra como Gaia. Como bien dijo el pensador Michel Serres: «La Declaración de Derechos Humanos de 1789 tuvo el mérito de decir 'todos los hombres tienen derechos' y el defecto de pensar 'solo en los hombres'». Los indígenas, los esclavos y las mujeres han tenido que luchar para ser incluidos en ‘todos los hombres’. Y hoy esta lucha incluye a las florestas y a otros seres de la naturaleza también sujetos de derechos y, por lo tanto, nuevos miembros de la sociedad ampliada.

 

Finalmente, la Tierra misma, como Gaia, superorganismo vivo, debe incluirse en la lista de ciudadanos. Sería esa realidad ciudadana la que crea las condiciones para todos los demás tipos de seres, como la condición de  su valor intrínseco y de sujetos de ciudadanía.

 

Las nuevas ciencias, la astrofísica y la cosmología nos aseguran que el universo no resulta de la suma de todos los seres existentes y por  existir como si estuvieran yuxtapuestos entre sí. Todos están inter-retro-conectados. El universo es el conjunto articulado de conexiones de todo con todo en todos los puntos y momentos. Todos los seres no solo son portadores de masa y energía, sino también de información intercambiada, reelaborada y almacenada de una manera única y propia de cada ser.

 

El Papa Francisco en su excepcional encíclica de ecología integral "sobre el cuidado de la Casa Común" (2015) enfatizó repetidamente la relación y la interdependencia de todos con todos: «ninguna criatura es suficiente para sí misma... todo está interconectado…todo está relacionado» (nn.86, 118, 120).

De hecho, una vez que creamos la amenaza de destrucción de Tierra-Gaia, ya no podemos excluirla del nuevo pacto social, como hicieron Hobbes, Rousseau y Kant en el pasado, y Habermas y Appel en el presente. Estos dieron y dan por descontado el futuro de la Tierra. Hoy ya no es así. Devastada Gaia, ya no hay ninguna base para ningún tipo de ciudadanía ni de derechos, personales, sociales ni naturales. Si queremos sobrevivir juntos, la democracia también debe ser biocracia y cosmocracia, en una palabra, una democracia socioecológica.

 

A partir de esto, científicos eminentes admiten que el universo y cada ser son portadores de niveles diversificados de conciencia y tienen algún tipo de subjetividad, resultado de las interrelaciones que mantienen entre todos. La diferencia entre la subjetividad humana y la del universo o la de las selvas o la de otros seres no es de principio sino en grado.

 

En nosotros, en un grado altamente complejo y, por lo tanto, autoconsciente; en el universo y en la selva amazónica en otro, menos complejo, pero igualmente con su propio grado de conciencia y subjetividad. Por eso la selva interactúa, siente, sufre, se regocija, da sus señales, responde y nos da lecciones, algunas sabias y otras duras. Pero muestra que quiere ser escuchada, atendida, respetada e incluida en el cuidado humano.

 

Si la florestanía se asume en el sentido amplio que se postula aquí, como ciudadanía en la floresta y de lafloresta, veremos algo inaudito en el mundo. En la región de la mayor biodiversidad del planeta, en la selva amazónica, se inaugurará un nuevo ensayo de civilización, una posible referencia para las demás selvas tropicales de la Tierra, asumidas y respetadas como ciudadanos. Y se comprobará la realidad de un desarrollo no depredador, de un ser humano convertido en el ángel bueno de la Tierra y no su satanás amenazador.

 

*Leonardo Boff es ecoteólogo, filósofo y escritor y ha escrito Saudade de Dios-La fuerza de los pequeños, que saldrá publicado en breve por Vozes.

 

Traducción de Mª José Gavito Milano

 

*     *     *

 

Cidadania, ‘florestania’: A Amazônia, titular de direitos

 

Fenômenos novos exigem palavras novas. Assim cidadania se deriva de cidade e florestania, de floresta. Esta nova palavra, florestania, foi criada no Estado do Acre, sob o governo de Jorge Viana, representando conceito novo de desenvolvimento e de cidadania no contexto da floresta amazônica.

 

O propósito é implementar a cidadania dos povos da floresta, dos indígenas, dos seringueiros e dos ribeirinhos que se traduz por investimentos públicos na educação, na saúde e nas formas de produção extrativista, tendo como referência maior a floresta e sua derivação a florestania.

 

Floresta e ser humano vivem um pacto sócio-ecológico includente, onde o ser humano se entende parte da floresta e a floresta passa a ser um novo cidadão, respeitado em sua integridade, biodiversidade, estabilidade e luxuriante beleza junto com os outros cidadãos humanos. Ambos são beneficiados – povo e floresta – pois abandona-se a lógica antropocêntirca e utilitarista da exploração e se assume a lógica ecocêntrica, da mutualidade que implica respeito mútuo e sinergia.

 

Esta compreensão abre espaço para um enriquecimento possível do conceito de cidadania a partir da reflexão ecológica mais avançada. Agora trata-se da florestania não só como cidadania na floresta mas como cidadania da floresta. A floresta é considerada, pois, como um novo cidadão.

A compreensão que subjaz a esta afirmação e que entrou nas constituições do Equador e da Bolívia, reside no fato de a natureza e a Terra serem a condição necessária para a vida. Esta somente existe porque é sustentada pelos fatores físico-químico-ecológicos terrestres sem os quais não haveria vida. Se a vida tem dignidade, fato aceito por todos, ela engloba também a dignidade dos elementos que a tornam possível sobre o planeta.

 

Ademais, a natureza e a Terra possuem valor em si mesmo, independente da existência humana, que irrompeu quase no final do processo cosmogênico. Tendo valor em si mesmo, Terra e natureza, devem ser respeitadas. O próprio ser humano há de se entender parte da natureza e da própria Terra, formando com elas uma grande e única entidade. Este é o o legado que os astronautas nos transmitiram de suas naves espaciais e da Lua: Terra, natureza e humanidade formam uma única e complexa entidade.

 

Nesta visão, mais e mais sustentada pela moderna biologia e cosmologia, a floresta como floresta, a natureza bem como a Terra são vistas como sujeitos e como cidadãos e como tais titulares de direitos.

 

Isso ficou mais claro quando a ONU numa sessão solene no dia 22 de abril de 2009 decidiu chamar a Terra de Mãe Terra, dando-lhe a ela o mesmo tratamento que devotamos às nossas mães: o respeito, o cuidado e a veneração.

 

Impõe-se, portanto, a ampliação da personalidade jurídica à floresta, aos ecosistemas e à Terra como Gaia. Bem disse o pensador Michel Serres: “A Declaração dos Direitos do Homem de 1789 teve o mérito de dizer ‘todos os homens têm direitos’ e o defeito de pensar ‘só os homens”. Os indígenas, os escravos e as mulheres tiverem que lutar para serem incluídos em ‘todos os homens”. E hoje esta luta inclui as florestas e outros seres da natureza também sujeitos de direitos e, por isso, novos membros da sociedade ampliada.

 

Por fim, há que se incluir a própria Terra, como Gaia, super-organismo vivo, no rol dos cidadãos. Ela seria aquela realidade cidadã que cria as condições para todos os outros tipos de seres, como seu valor intrínseco e sujeitos de cidadania.

 

As novas ciências, a astrofísica e a cosmologia nos asseguram que o universo não resulta da soma de todos os seres existentes e por existir, como se estivem justapostos uns aos outros. Todos eles se encontram inter-retro-conectados. O universo é o conjunto articulado das conexões de tudo com tudo em todos os pontos e momentos. Todos os seres não são apenas portadores de massa e de energia mas também de informação trocada, retrabalhada e estocada de um jeito singular e próprio a cada ser.

 

O fator relação e inter-dependência de todos com todos,o Papa Francisco em sua excepcional encíclica sobre ecologia integral “sobre o cuidado da Casa Comum”(2015) repetidas vezes enfatizou:”nenhuma criatura se basta a si mesma…tudo está interligado..tudo está relacionado”(nn.86, 118, 120).

 

Com efeito, depois de termos criado a ameaça de destruição da Terra-Gaia não podemos mais exclui-la do novo pacto social, como o fizeram Hobbes, Rousseau e Kant, no passado, e Habermas e Appel no presente. Estes davam e dão por descontado o futuro da Terra. Hoje não é mais assim. Devastada Gaia, não há mais base para nenhum tipo de cidadania e de direitos, pessoais, sociais e naturais. Se quisermos sobreviver juntos, a democracia tem de ser também biocracia e cosmocracia, numa palavra, uma democracia sócio-ecológica.

 

A partir disso admitem eminentes cientistas que o universo e cada ser são portadores de níveis diversificados de consciência e possuem algum tipo de subjetividade, fruto das inter-relaçãos que entretém entre todos. A diferença entre a subjetividade humana e aquela do universo ou das florestas ou de outros seres não é de princípio mas de grau.

 

Em nós, em grau altamente complexo e, por isso auto-consciente, no universo e na floresta amazônica num outro, menos complexo, mas igualmente com grau próprio de consciência e de subjetividade. Por isso a floresta interage, sente, sofre, se alegra, dá seus sinais, responde e nos dá lições, algumas sábias e outras duras. Mas mostra que ela quer ser escutada, atendida, respeitada e incluída no cuidado humano.

 

Se a florestania fôr assumida num sentido amplo como postulado aqui, enquanto cidadania na floresta e da floresta, assistiremos a algo inédito no mundo. Na região da maior biodiversidade do planeta, na floresta amazônica, se inaugurará um novo ensaio civilizatório, referência possível para as demais florestas tropicais da Terra, assumidas e respeitadas como cidadãos. E comprovar-se-á a realidade de um desenvolvimento não predatório, de um ser humano feito anjo bom da Terra e não o seu satã ameaçador.

 

O cuidado das pessoas, das sociedades, da natureza e da Casa Comum será a atitude mais adequada e imprescindível para a nova fase da história da humanidade e da própria Terra.

 

 

Leonardo Boff é eco-teólogo,filósofo e escritor e escreveu Saudade de Deus- A força dos pequenos, a sair pela Vozes.

 

Procesar Pago
Compartir

debugger
0
0

CONTACTO

©2017 Amerindia - Todos los derechos reservados.