¿Tiene salvación la Iglesia española?

26 de Junio de 2019

[Síntesis elaborada por José María Álvarez Pipo]




[Conferencia de Juan José Tamayo en el Foro Gaspar García Laviana Gijón-Asturias (España), el 22 de junio de 2019]

 

La ponencia de Juan José Tamayo, director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid y autor de Un proyecto de Iglesia para el futuro en España. Cuarenta años después (San Pablo, 2019, 2ª ed.) se estructuró en torno a estos ejes: 

 

a) Análisis de la situación socio-económica. 

b) La pérdida de credibilidad de la Iglesia. 

c) Los brotes verdes en la Iglesia. 

d) Un proyecto de Iglesia para el futuro. 

 

a) Vivimos en una sociedad secularizada a la que le falta sentido musical para lo religioso caracterizada hoy por un pluriverso de religiones destacando en ella una cada vez mayor desafección hacia la Iglesia católica. 

 

Existe una secularización objetiva de las instituciones civiles. No es que se elimine el sentido de lo religioso, sino que la sociedad marcará su propio ritmo independientemente de lo que piense o digan las jerarquías católicas, no estará estructurada en torno a la religión. Esta secularización a España llega tardíamente, pero avanzará muy rápidamente. 

 

Hay también una secularización subjetiva, sobre todo de las mujeres, que van adquiriendo un alto grado de autonomía. Nuestra sociedad hoy no sintoniza con la religión, por eso podemos decir que le falta sentido musical páralo religioso. No va hacia un ateísmo militante, sino más bien hacia el agnosticismo, hacia la indiferencia. 

 

Sobre la situación de la Iglesia católica hoy aquí en España hay que decir que todavía, después de todo este tiempo posterior al nacionalcatolicismo, este grupo religioso goza de privilegios en este Estado aconfesional como consecuencia de los Acuerdos entre ambas instituciones. Ningún gobierno ha sido capar de denunciarlos y pasar a ser un Estado laico, lo que no tiene por qué eliminar la cooperación institucional. De todas las maneras todas las religiones tienen que estar en igualdad de condiciones. Por otra parte la Iglesia católica tendría que renunciar a esas relaciones internacionales con los Estados que tienen como fundamento la existencia del Estado Vaticano, que debiera de desaparecer por estar en contradicción con el evangelio de Jesús. 

 

b) Es preocupante la creciente pérdida de confianza de la gente en la Iglesia católica. la jerarquía culpa de ello a la creciente secularización o a la eclesiofobia, pero es debido más bien a su alejamiento de los problemas reales del pueblo. Tratan problemas ideológicos imaginarios que para nada preocupan. No son sensibles a la exclusión, a la violencia de género, a los feminicidios, a la discriminación de las mujeres. Ignoran estos problemas. Salvo casos excepcionales, como el obispo de Tánger Santiago Agrelo, no han abordado como se merecía el problema de los inmigrantes. Entre otros factores que influyen en la desafección popular hacia la Iglesia está no haber dicho algo sobre la extrema derecha, para desmarcarse de sus planteamientos cercanos a la religión, pues si no lo hacen muchos creerán que existe una relación entre ellos. Lo mismo sucede con los movimientos integristas religiosos que hay en nuestro país. Es un factor negativo que la jerarquía española no sintonice con el Papa Francisco, mucho más beligerante que ellos en decir NO a la exclusión, a la nueva idolatría del dinero, a la dictadura de la economía, al mercado divinizado, a un dinero que gobierna en lugar de servir, a la inequidad que puede generar la violencia de los excluidos y poner en peligro la paz social.

 

Se habla mucho de la violencia revolucionaria, pero no se tiene en cuenta la primera violencia, engendradora de otras violencias, que radica en la conculcación de los derechos fundamentales del ser humano, en el capitalismo que es injusto en su misma raíz. 

 

La desafección, el rechazo o indiferencia hacia la Iglesia también está producido por los escándalos de las agresiones sexuales del clero, habiendo entre ellos altísimos responsables eclesiásticos. Se añade, en lo que atañe a las mujeres, la mentalidad fuertemente patriarcal de la Iglesia, que excluye a las mujeres de puestos de responsabilidad en ella, impide su participación en la elaboración teológica y moral y dificulta su acceso al estudio y a la docencia de la teología, que sigue teniendo género masculino y carácter patriarcal…; una mentalidad patriarcal que ha engendrado para las mujeres una moral de esclavas (obedecer a, sufrir por…). A todo esto hay que añadir la falta de democratización interna, incomprensible para la gente del mundo de hoy. 

 

c) Los brotes verdes. La esperanza son la comunidades de base que ya comienzan a existir desde los comienzos de la época conciliar. Viven un cristianismo más sencillo, más libre, más creativo, más comprometido y testimonial… Las parroquias populares que siempre fueron acogedoras de los excluidos y están cercanas a los problemas que vive la gente… Las asociaciones de teólogas y teólogos, las ONGs… etc. 

 

d) Sobre el tema de si la Iglesia tiene salvación: La Iglesia no tiene que ser salvada, ni ella está para salvar a nadie. Lo que tiene que hacer es contribuir a la liberación de todos cuantos viven sometidos, situarse en el camino evangélico, que en parte hemos diseñado anteriormente, y que podemos resumir en irse identificando cada vez más con los empobrecidos de la tierra. 

 

El futuro de la Iglesia está en ser pobre y de los pobres, democratizarse, situarse proféticamente en contra de la hegemonía del neoliberalismo, fomentar la igualdad de las mujeres y defenderlas de la violencia de género. Ha de defender los derechos de la Tierra, fomentar la cultura de la paz, el diálogo intercultural e interreligioso, la convivencia interétnica. Es importante no ser tan dogmática… 

 

Estas ideas se pueden encontrar descritas con mayor amplitud en su libro Un proyecto de iglesia para el futuro en España. Cuarenta años después, Ed. San Pablo, Madrid 2019, 2ª ed.: 

 

“Sin ánimo de ser exhaustivo, ofrezco algunos de los desafíos más importantes a tener en cuenta, analizados dialécticamente, y las posibles respuestas del cristianismo hoy: 

 

- La pobreza estructural y la creciente desigualdad, que constituyen “el mal común” y dan lugar al Estado de malestar, y los movimientos de lucha contra la pobreza. A dicho desafío debe responder una Iglesia pobre y de los pobres que hace una opción por las personas y los colectivos empobrecidos 

 

- La crisis y el letargo de la democracia, sometida a la dictadura de los mercados, por una parte, y los movimientos de despertar de la democracia participativa en lucha contra el totalitarismo económico, por otra (por ejemplo, el movimiento de los Indignados), por otra. A dicho desafío debe responder una Iglesia democrática, que facilite la participación activa de todos los sectores eclesiales en la marcha de la comunidad cristiana, en la elección de quienes ejercen puestos de responsabilidad y en las cuestiones que afectan a todos los miembros de la Iglesia. 

 

- La globalización neoliberal excluyente, la globalización posliberal y contrahegemónica y los movimientos alterglobalizadores. La respuesta debe ser una Iglesia contra-hegemónica, contra-sistémica, que incluya a quienes la globalización neoliberal excluye. 

 

- La pervivencia del patriarcado, en alianza con otros sistemas de dominación, las discriminaciones de género que desembocan en violencia contra las mujeres, y la alternativa que proponen de los diferentes feminismos, tanto los occidentales como los periféricos. La respuesta es una Iglesia que fomente la igualdad y la justicia de género, contribuya a eliminar en su seno el sexismo, la LGTBIQfobia y la violencia de género, y a construir una comunidad fraterno-sororal inclusiva de las diferentes identidades afectivo-sexuales. 

 

- La depredación de la naturaleza, que desemboca en eco-cidio, y la nueva conciencia ecológica que da lugar al paradigma holístico eco-humano. La respuesta es una Iglesia que respete y defienda la dignidad y los derechos de la Tierra con la misma radicalidad con defiende que la dignidad y los derechos de los seres humanos. 

 

- El armamentismo, el terrorismo global y, como alternativa, la construcción de una cultura de paz. La respuesta es una Iglesia que fomente la cultura de la paz basada en la justicia

 

- El choque de civilizaciones, la diversidad cultural y el diálogo simétrico entre cosmovisiones, culturas, espiritualidades y saberes. La respuesta es una Iglesia que fomente el diálogo intercultural simétrico, sin jerarquías culturales apriorísticas. 

 

- La proliferación y el fortalecimiento del fascismo social y político, el debilitamiento de los procesos democráticos y, como alternativa, en palabra de Boaventura de Sousa Santos, la democratización de la democracia. La respuesta es una Iglesia como comunidad de comunidades inclusiva de las experiencias democráticas grupales. 

 

- El imperialismo cultural y el racismo epistemológico, que desemboca en epistemi-cidio, y la reconstrucción cultural como alternativa. La respuesta es una Iglesia interétnica que no reproduzca el modelo eclesial occidental, sino que reconozca y respete las identidades de las diferentes culturas, especialmente de los pueblos originarios. 

 

- La mercantilización de la vida, la cosificación del ser humano y la des-mercantilización de las relaciones humanas y con la naturaleza. La respuesta es una Iglesia no regida por intereses mercantiles y bancarios, sino por la gratuidad que se traduce en liberación integral. 

 

- Los fundamentalismos religiosos, el pluriverso religioso y el diálogo entre religiones y espiritualidades. La respuesta es una Iglesia que evite el choque de religiones y fomente el diálogo ecuménico, interreligioso e interespiritual, ya que, como afirma Raimon Panikkar, “sin diálogo, el ser humano se asfixia y las religiones se anquilosan”. 

 

- La cultura de los derechos humanos, formulada en la Declaración de las Naciones Unidas de 1948 y asumida formalmente por todos los países, pero también su sistemática transgresión incluso por parte de los organismos cuya función es velar por su cumplimiento. La respuesta es una Iglesia en defensa de los derechos humanos y la igual dignidad de todas las personas, prestando especial atención en la defensa de los derechos de las personas y los colectivos sociales a quienes sistemáticamente se les niega. 

 

- Las diferentes formas de increencia religiosa –ateísmo, agnosticismo, indiferencia religiosa-, la idolatría y el despertar de las religiones, con frecuencia patológico en forma de intolerancia, fanatismo, dogmatismo y fundamentalismo. La respuesta es una Iglesia respetuosa de las diferentes formas de creencias e increencias religiosas en diálogo respetuoso

 

- La posmodernidad, bajo el signo de la liquidez y, la teoría de la complejidad como alternativa. La respuesta es una Iglesia no dogmática, no enrocada en imposibles certidumbres, que no se limite a dar respuestas, sino que plantee preguntas, en actitud de búsqueda, abierta a la duda y en diálogo con otros saberes. 

 

- Las migraciones y sus respuestas: una, la xenofobia y el racismo como rechazo al otro, a la otra, al diferente; otra, la hospitalidad y la acogida como actitud ética. La respuesta es una Iglesia samaritana, acogedora, inclusiva, que ejerce la hospitalidad y abre sus puertas a las personas migrantes, refugiadas y desplazadas. 

 

- La injusticia cognitiva global y la justicia cognitiva alter-globalizadora. La respuesta es una Iglesia pluralista y respetuosa de los diferentes saberes, conocimientos, epistemologías y teologías. 

 

- El colonialismo y las distintas formas de neocolonialismo, por una parte, y los movimientos descolonizadores y las teorías poscoloniales y decoloniales, por otra. La respuesta es una Iglesia autocrítica de su colonialismo interno, descolonizada y descolonizadora

 

- El destierro de la utopía de todos los campos del quehacer humano, del saber y de las religiones, el robo de la esperanza a los pobres por el neoliberalismo, y, como alternativa, el nuevo despertar del pensamiento utópico y los movimientos sociales, portadores de utopía y liberación. La respuesta es una Iglesia que no se instale cómodamente en el sistema, sino que esté siempre en itinerancia, sea inconformista, transmita esperanza a las personas desesperanzadas y acompañe los procesos históricos de liberación de los pueblos oprimidos. 

 

- El pensamiento único que legitima el orden establecido y, como alternativa, la conciencia crítica y transformadora. La respuesta es una Iglesia con conciencia crítica y transformadora.”

 

* Síntesis hecha por José María Álvarez Pipo.

 

Imagen: https://www.hispanidad.com/confidencial/cis-sorprendente-aumenta-el-numero-de-catolicos-en-espana_12009006_102.html 

 

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