Buena noticia: habrá sacerdotes casados

20 de Junio de 2019

[Por: Leonardo Boff | Texto en español y portugués]




El 17 de julio de 2019 el Vaticano emitió un documento en el que recomendaba al Sínodo Pan-amazónico, a celebrarse en octubre en Roma, que se considere la ordenación sacerdotal de hombres casados, ancianos y respetados, especialmente indígenas, para las regiones alejadas de la Amazonia. El Papa no quiere una Iglesia que visita sino una Iglesia que permanece. Esta reivindicación es antigua y fue propuesta por la Conferencia Nacional de Obispos de Brasil (CNBB) al Papa Juan Pablo II en los años 80 del siglo pasado. Él la interpretó como una especie de provocación y por eso mantuvo siempre relativa distancia con la CNBB.

 

Fuentes eclesiásticas serias proporcionan los siguientes datos: en la Iglesia desde 1964 a 2004 dejaron el ministerio 70 mil sacerdotes. En Brasil de 18 mil sacerdotes, 7 mil hicieron lo mismo. Las CEB y los ministerios laicales apuntan a suplir la carencia de sacerdotes. ¿Por qué no acoger a los sacerdotes ya casados y permitirles asumir su ministerio u ordenar a casados?

 

En el Sínodo Pan-amazónico seguramente será acatada esta sugerencia. Dice también que habrá un “ministerio oficial para las mujeres”, que no sabemos cuál será. En fin, tendremos sacerdotes casados, antiguo desiderátum de muchas Iglesias.

 

Desde el principio del cristianismo la cuestión del celibato ha sido polémica. Se dibujaron dos tendencias: una que permitía sacerdotes casados y otra que prefería sacerdotes célibes. Para todos estaba claro que el celibato no es ningún dogma de fe sino una disciplina eclesiástica, particular de la Iglesia occidental. Todas las demás Iglesias católicas (ortodoxa, siríaca, melquita, etíope, etc.) y las cristianas no conocen esa disciplina. Y en cuanto disciplina puede ser abolida, dependiendo en último término de la decisión del Papa.

 

Jesús se refiere a tres tipos de célibes, tres tipos llamados eunucos o castrados (eunoûxoi en griego). De ellos dice: “hay castrados que así se hicieron a sí mismos por amor del Reino de los cielos; quien pueda entender que entienda” (Evangelio de Mateo 19,12). Reconoce que “no todos son capaces de entender esto, sino solamente aquellos a quienes les ha sido dado” (Mt 19,11). Curiosamente en la Primera Epístola a Timoteo, se dice que “el epíscopo sea marido de una sola mujer... debe saber gobernar bien su casa y educar a los hijos en la obediencia y la castidad (1Timoteo 3, 2-4).

 

Resumiendo la larga y sinuosa historia del celibato se constata que inicialmente no existía como ley y si existía era poco observado. El Papa Adriano II (867-872) así como Sergio III (904-911) estaban casados. Entre el siglo X y el siglo XIII dicen los historiadores que era común que el sacerdote conviviera con una compañera. En el Brasil de la colonia era también muy frecuente. En el pasado, los párrocos del campo procreaban hijos y los preparaban para ser subdiáconos, diáconos y sacerdotes, pues no había instituciones que los preparasen.

 

Mención aparte merece la no observancia del celibato por parte de algunos Papas. Hubo una época de gran decadencia moral, llamada “la era pornocrática”, entre 900-1110. Benedicto IX (1033-1045), fue consagrado Papa a los 12 años, ya “lleno de vicios”. El Papa Juan XII (955-964), consagrado con 18 años, vivía en orgías y en adulterios. Fueron famosos los Papas del Renacimiento como Pablo III, Alejandro VI, con varios hijos, y León X que casaba con pompa a sus hijos dentro del Vaticano (ver Daniel Rops, La historia de la Iglesia de Cristo, II, Porto 1960, p.617ss). Finalmente se celebró el Concilio de Trento (1545 y 1563) que impuso como obligatoria la ley del celibato para todos los que ascendieran al orden presbiteral. Y así ha permanecido hasta el día de hoy. Se crearon seminarios donde los candidatos eran preparados desde pequeños para el sacerdocio, con una perspectiva apologética de enfrentamiento a la Reforma Protestante y más tarde, a las herejías y a los “errores modernos”.

 

Estamos a favor que haya, como en todas las demás Iglesias, sacerdotes casados y sacerdotes célibes. No como una ley impuesta ni una condición previa para el ministerio, sino como una opción. El celibato es un carisma, un don del Espíritu para quien pueda vivirlo sin demasiados sacrificios. Jesús bien lo entendió: es una “castración”, con el vacío que es representa en afectividad e intimidad hombre y mujer. Pero esa renuncia es asumida por amor al Reino de Dios, al servicio de los demás, especialmente de los más pobres. Por lo tanto, esa carencia es compensada por una sobreabundancia de amor. Para ello se necesita un encuentro íntimo con Cristo, cultivo de la espiritualidad, de la oración y del autocontrol. Realistamente observa el Maestro: “no todos son capaces de entender eso” (Mt 19,11). Hay quienes lo entienden. Viven jovialmente su celibato opcional, sin endurecerse, guardando la jovialidad y la ternura esencial, tan solicitada por el Papa Francisco. Qué bueno sería si a su lado hubiera sacerdotes casados.

 

Ahora podremos finalmente alegrarnos de tener también hombres casados, bien integrados familiarmente, que podrán ser sacerdotes y acompañar la vida religiosa de los fieles. Será una ganancia para ellos y para las comunidades católicas.

 

*Leonardo Boff escribió El coordinador laico y la celebración de la Cena del Señor, Vozes 1982.

 

Traducción de Mª José Gavito Milano

 

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Boa notícia: haverá casados padres

 

No dia 17 de junto de 2019 o Vaticano emitiu um documento que recomendava ao Sínodo Pan-amazônico a realizar-se em outubro em Roma, que se considere a ordenação sacerdotal de homens casados, mais idosos e respeitados, especialmente indígenas, para as regiões afastadas da Amazônia. O Papa não quer uma Igreja que visita mas uma Igreja que permanece. Essa reivindicação é antiga e foi proposta pela CNBB ao Papa João Paulo II, nos anos 80 de século passado. Ele a interpretou como uma espécie de provocação; por causa disso sempre manteve relativa distância da CNBB.

 

Fontes eclesiásticas sérias fornecem os seguintes dados: na Igreja entre 1964-2004 70 mil sacerdotes deixaram o ministério. No Brasil sobre 18 mil padres, 7 mil fizeram o mesmo. As CEBs e os ministérios laicais visam a suprir a carência de padres. Por que não acolher os padres já casados e permitir-lhes assumir seu ministério ou então ordenar casados?

 

Seguramente, no Sínodo Pan-amazônico esta sugestão será acatada. Refere-se também que haverá “um ministério oficial para as mulheres” que não sabemos qual será. Em fim, teremos casados padres, antigo desiderato de muitas Igrejas.

 

Desde o início do cristianismo a questão do celibato foi polêmica. Desenharam-se duas tendências: uma que permitia padres casados e outra que preferia padres celibatários. Para todos era claro que o celibato não é nenhum dogma de fé. Mas uma disciplina eclesiástica, particular da Igreja ocidental. Todas as demais Igrejas católicas (ortodoxa, siríaca, melquita, etíope etc) e as cristãs não conhecem essa disciplina. Enquanto disciplina, pode ser abolida dependendo, ultimamente, da decisão do Papa.

 

Jesus se refere a três tipo de celibatários, chamados de eunucos ou castrados (eunoûxoi em grego ). Do último diz:”há castrados que assim se fizeram a si mesmos, por amor do Reino dos céus; quem puder entender que entenda”(Evangelho de Mateus 19,12). Reconhece que “nem todos são capazes de entender isso mas somente aqueles a quem foi dado”(Mt 19,11). Curiosamente na Primeira Epístola a Timóteo, se fala que “o epíscopo seja marido de uma só mulher…deve saber governar bem a sua casa e educar os filhos na obediência e castidade (1 Timóteo 3, 2-4).

 

Resumindo uma longa e sinuosa história do celibato, constata-se que ele inicialmente não existia como lei e se existia era pouco observado. Assim que o Papa Adriano II (867-872) bem como Sérgio III (904-911) eram casados. Entre o século 10. e século 13. dizem os historiadores, era comum que o sacerdote convivesse com uma companheira. No Brasil colônia era também muito frequente. Outrora, os párocos do campo geravam filhos e os preparavam para serem subdiáconos, diáconos e padres, pois não havia instituições que os preparassem.

 

Menção à parte merece a não observância do celibato por parte de alguns Papas. Houve uma época de grande decadência moral, chamada de “a era pornocrática” entre 900-1110. Bento IX (1033-1045), sagrado Papa com 12 anos, já “cheio de vícios”. O Papa João XII (955-964) sagrado com 18 anos vivia em orgias e em adultérios. Famosos ficaram os Papas da Renascença como Paulo III, Alexandre VI, com vários filhos e Leâo X que com pompa casava os filhos dentro do Vaticano (Ver Daniel Rops, A história da Igreja de Cristo,II, Porto 1960, p.617ss) ). Finalmente celebrou-se o Concílio de Trento (1545 e 1563) que impõs como obrigatória a lei do celibato para todos os que ascedessem à ordem presbiteral. E assim permanece até os dias de hoje. Foram criados seminários, onde, desde pequenos, os candidatos são preparados para o sacerdócio, numa perspectiva apologética de enfrentamento da Reforma Protestante e mais tarde, das heresias e dos “erros modernos”.

 

Somos a favor que haja, como em todas as demais Igrejas, padres casados e padres celibatários, Não como a imposição de uma lei e pré-condição para o ministério, mas por opção. O celibato é um carisma, um dom do Espírito para quem puder vivê-lo sem demasiados sacrifícios. Jesus bem entendeu: é uma “castração”com o vazio que isso representa em afetividade e intimidade homem e mulher. Mas essa renúncia é assumida por amor ao Reino de Deus, a serviço dos outros, especialmente dos mais pobres. Portanto, esta carência é compensada por uma superabundância de amor. Para isso precisa-se de um encontro íntimo com Cristo, cultivo da espiritualidade, da oração e do auto-controle. Realisticamente observa o Mestre:”nem todos são capazes de entender isso" (Mt 19,11). Há os que o entendem. Vivem jovialmente seu celibato opcional, sem se endurecerem, guardando a jovialidade e a ternura essencial, tão solicitada pelo Papa Francisco. Bom seria se ao lado deles houvesse padres casados.

 

Agora poderemos, finalmente, nos alegrar, por termos também homens casados, bem integrados familiarmente, que poderão ser padres, acompanhando a vida religiosa dos fiéis. Será um ganho para eles e para as comunidades católicas.

 

Leonardo Boff escreveu O coordenaador leigo e a celebração da Ceia do Senhor, Vozes 1982.

 

Imagem: https://cruxnow.com/news-analysis/2019/03/08/as-debate-on-married-priests-reignites-ordaining-viri-probati-faces-hurdles/

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