La categoría de género en la teoría feminista

17 de Junio de 2019

[Por: Juan José Tamayo]




En el artículo de la semana anterior analicé la categoría de “feminismo”. Hoy voy a centrarme en la categoría de “género”.   

 

El Diccionario de la Real Academia Española (DRAE) deriva “género” del latín genus y ofrece las siguientes acepciones: Conjunto de seres que tienen uno o varios caracteres comunes. 2. Modo o manera de hacer una persona (tal género de hablar no conviene a esa persona). 3. Clase o tipo al que pertenecen personas o cosas. 4. En el comercio, cualquier mercancía. 5. Cualquier clase de tela, géneros de algodón, de hilo, de seda. 6. En las artes, cada una de las distintas categorías o clases en que se puedan ordenar las obras según rasgos comunes de forma o contenido. 7. Gram. Clase a la que pertenece un nombre sustantivo o pronombre por el hecho de concertar con él una forma y, generalmente solo una, de la flexión del adjetivo y del pronombre. En las lenguas indoeuropeas estas formas son tres en determinados adjetivos y pronombres: masculina, femenina y neutra. 

 

Entre las múltiples acepciones, el DRAE no recoge el significado de “género” según la teoría feminista, que voy a exponer a continuación. Empiezo por recordar que no se debe confundir “género” y “mujeres”. Género es una categoría de análisis de las relaciones entre hombres y mujeres, como lo es la categoría “clase social”, que no se identifica con la clase trabajadora. Estas son las líneas de la teoría feminista en torno a la categoría “género”.

 

“Masculino” y “femenino”, construcciones socio-culturales

 

Lo “masculino” y lo femenino” son construcciones socio-culturales, no hechos naturales o biológicos. Escribe Simone Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo, ningún destino biológico, psíquico o económico define la figura que reviste en el seno de la sociedad la hembra humana, es el conjunto de la civilización la que elabora ese producto que se califica de femenino”1. Lo mismo cabe decir del hombre.

 

La división de espacios, sentimientos, virtudes, actitudes ante la vida, comportamientos morales, sensibilidades, distribución de tareas entre hombres y mujeres, no lo son por naturaleza, sino que son adquiridos y producto de la educación:

 

Así, al varón se le asignan la cultura, la ciencia, la técnica, la lógica, la racionalidad, el conocimiento, la teoría, la objetividad, la capacidad de abstracción, el poder, la responsabilidad, la autoridad, el equilibrio, la madurez, la actividad, la virilidad, la firmeza de carácter, la intervención en el ágora, en el espacio público, el realismo y el sentido de la realidad, las visiones de conjunto, la capacidad analítica, la objetividad y el rigor en los análisis, el sentido de lo universal.

 

La mujer es identificada con la naturaleza y se la vincula directamente con el instinto, el sentimiento, la intuición, la visceralidad, la histeria, la inmadurez, la pasividad, la debilidad2, el sentido práctico, las habilidades manuales, el apasionamiento, la subjetividad, las visiones parceladas de la realidad, la indiscreción, la ética del cuidado, la paciencia, la falta de capacidad de abstracción, la afectividad, la ternura, la dependencia, la obediencia, la sumisión, la invisibilidad, el espacio doméstico, el recato, el sentido de lo particular.

 

“Lo personal es político”

 

La teoría de género cuestiona la división entre público y privado. Lo expresan de manera certera las feministas radicales de finales de los sesenta y principios de los setenta del siglo XX en la afirmación de que “lo personal es político”, que se convirtió   en el lema del feminismo radical y que cobró una gran fuerza argumental contra las propuestas “adaptativas” reaccionarias y cuyas virtualidades “políticas” es necesario retomar hoy en un momento en el que ha sido vaciado del potencial revolucionario de sus orígenes. 

 

El concepto aparece por primera vez como título de un artículo publicado por Carol Hanisch en Notes from the Second Year  (Hanisch,1970), que surge como  respuesta a la acusación de Dottie Zellner, participante en los grupos de autoconciencia. Zellner consideraba que dichos grupos carecían de dimensión política y constituían sólo una “terapia” para mujeres. Hanisch, participante del grupo de conciencia de Nueva York, pretende mostrar el alcance político de los grupos. 

 

Ella considera totalmente inadecuado el concepto de “terapia” aplicado a los grupos de conciencia, ya que “terapia” implica “enfermedad”, esto es, la existencia de un problema individual que hay que solucionar, cuando, en realidad, las mujeres no están enfermas, sino que están oprimidas. El argumento es de extraordinaria importancia como respuesta a la estrategia de las propuestas reaccionarias de reducir los problemas políticos de las mujeres a problemas individuales. Al tratarse de problemas individuales la solución propuesta era la individual, que pasa por la adaptación (Carol Hanisch, "The Personal is Political” en Firestone, Shulamith & Koedt, Anne (Eds.)  Notes (From the Second Year): Radical Feminism, (págs.,76-78), New York, 1970, 76-78; Carol Hanisch, “Explanatory Introduction The Personal is Political”, 2006, recuperado de: http://www.carolhanisch.org/CHwritings/PIP.html)3.

 

Efectivamente, “la feminista del nuevo milenio –escribe Germaine Green- no puede dejar de ser consciente de que la opresión se ejerce en y a través de sus relaciones más íntimas de todas: la relación con el propio cuerpo”. 

 

Susan Brown Miller aplica el aforismo “lo personal es político” a la violación. La violación no es un acto aislado de un hombre enfermo, sino una manifestación del control patriarcal. La violación y el acoso sexual son expresiones de apropiación colectiva que Colette Guillaumin define como “pertenencia de la clase de las mujeres en su totalidad a la clase de los hombres en su totalidad”.

 

Objetivos y tareas de los estudios de género

 

Entre los objetivos y tareas de los estudios de género, cabe citar los siguientes:

 

a) Análisis crítico de las construcciones teóricas patriarcales (de-construcción) y recuperación de las voces silenciadas que a lo largo de la historia defendieron la igualdad de de los hombres y las mujeres y la emancipación de estas.

 

b) Nueva forma de aproximación a la realidad utilizando las categorías que explican o descubren nuevas dimensiones de la realidad no tenidas en cuenta en los análisis de las ciencias sociales y de la filosofía.

 

c) Los grandes sistemas filosóficos (marxismo, estructuralismo, existencialismo …) y las diferentes tendencias de las ciencias sociales no repararon en la opresión de las mujeres. Los estudios de género identifican y desenmascaran el carácter androcéntrico y patriarcal del discurso filosófico y de las ciencias sociales.

 

d) Los estudios de género redefinen los grandes temas de las ciencias sociales (antropología, sociología, psicología social, economía…) y recorren todos los ámbitos y niveles de la sociedad: política, vida, cotidiana, hogar, trabajo, ocio, relaciones sociales, relaciones familiares, educación…

 

e) Cuestionan la supuesta universalidad y la infundada neutralidad de los modelos teóricos y de las técnicas de investigación.

 

f) Tienen carácter militante: se orientan a la destrucción del sistema de dominación masculina y a la construcción feminista de una nueva teoría del poder.

 

A la luz de esta concepción del género dentro de la teoría feminista, en el artículo de la próxima semana haré un análisis crítico del documento “Varón y hembra los creó, Para una vía de diálogo  sobre la cuestión del gender en (género) en la educación” (10.6.2019, Ciudad del Vaticano, 2019), de la Congregación Vaticana para la Educación Católica, que constituye una crítica a la llamada “ideología de género” sin rigor científico alguno y a partir de los estereotipos patriarcales instalados en el imaginario eclesiástico.  

 

Juan José Tamayo es Director de la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones, investigador del Instituto Universitario de Investigaciones de Género, de la Universidad Carlos III de Madrid y director de Religión, género y violencia (Dykinson, Madrid, 2019).

 

Notas:

 

 Simone de Beauvoir, El segundo sexo, Aguilar, Madrid, 1981, 247.

2 Desde la primera edición del DRAE en 1780 hasta las ediciones más recientes “femenino” se definió como “sexo débil”, “débil”, “endeble”.

3 Deseo expresar mi agradecimiento a la filósofa feminista María Ávila por haberme facilitado las referencias bibliográficas precisas sobre la expresión “lo personal político”. En septiembre aparecerá en la editorial Tirant lo Blanch su excelente libro La máquina reaccionaria. La lucha declarada a los feminismos, que es un riguroso y argumentado estudio diacrónico crítico de los discursos y estrategias antifeministas  en clave filosófica.

 

Imagen: Guayasamín.

 

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