02 de Mayo de 2019
[Por: Esteban J Beltrán Ulate]
Aún habitan entre nosotros formas de idolatría, que atentan contra nuestra dignidad humana. Ritos que bajo el velo de la ciencia se dirigen como holocausto a las deidades modernas. La modernidad, de la cual algunos somos cautivos -y otros fieles ciudadanos-, se presenta refutando las manifestaciones religiosas, empero, en su accionar vive en una des-esperanza en la inmanencia, cargada de múltiples objetos de culto (escenarios de hiper- estetización), en medio de un sistema de rituales propios de su condición. La modernidad tiene por dios al Capital; mientras algunas deidades inferiores luchan por agradarlo o derrocarlo, los fieles de la modernidad se embriagan en la "ego-erotización efímera"; su asamblea es el consumo, su libro es la red social y el holocausto es el sacrificio de sus miembros, bajo el lema "el hombre ha muerto". Así como en la antigüedad, algunas tradiciones presentaban a sus divinidades su hijo primogénito como ofrenda, de igual manera, la modernidad está dispuesta a ofrendar a sus hijos y abuelos, pero en esta ocasión según la necesidad del Capital…
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