19 de Abril de 2019
[Por: Rosa Ramos]
Creer en la Resurrección:
“… Es habitar la ausencia de una nueva presencia,
es poblar la desilusión de nuevos sueños,
es convertir el desencuentro en espacio para nuevos encuentros.
Es el invierno que se pone a esperar la primavera,
es el hilo de agua en el desierto, es la flor que nace en la tierra reseca.
Elena Lasida
En estos días disfrutamos de abrazos y augurios de Felices Pascuas (dicho por creyentes practicantes, no practicantes, también por no creyentes) junto con chocolates y otros regalos incluso. Pero qué significado se le atribuye al saludo y qué compromiso se asume al saludar o responder al saludo es diferente; puede quedarse en un gesto vacío o cargado de sentido.
Quizá lo primero a señalar es que históricamente Jesús nació y murió una sola vez, como todos los humanos; los cristianos además sostenemos que resucitó, más allá de las interpretaciones. Murió una sola vez y si queremos agregar: resucitó una sola vez y para siempre.
Para nuestra fe católica, no sólo en la Semana Santa, sino en cada Eucaristía conmemoramos, hacemos “memoria” sacramentalmente de Jesús, de su vida, de sus gestos, de sus palabras, opciones y también de su muerte injusta y de su Pascua.
Vivir el Triduo como conmemoración de lo acontecido una vez y para siempre puede ser muy fecundo si actualizamos el misterio contemplando y rechazando el pecado del mundo que lleva también hoy a tantas muertes injustas, a tanta depredación, a tantas conductas agresivas contra la vida y dignidad de las personas, contra la vida toda que es don del amor de Dios.
Fecundidad que mana de volver a comprometernos a vivir el seguimiento de Jesús en el presente, alimentándonos de su Palabra y de su Cuerpo eucarístico tanto como de su Vida, de su modo de vivir, de amar, de acoger, de entregar su tiempo, su don de cuidar y sanar, de hacer comunidad, de “hacer el bien” y de orar al Padre.
Por eso tiene sentido vivir comunitariamente las celebraciones y renovar las promesas del Bautismo por el cual acogemos y nacemos a la vida nueva. Pero no basta hacerlo como rito ajeno a la realidad y las circunstancias que atravesamos que suponen elección entre lo que nos conduce a más vida o lo que nos hunde personal o socialmente en la muerte.
Tiene sentido decirnos y de verdad desearnos Felices Pascuas de Resurrección, si nos levantamos de nuestras muertes y ayudamos a levantar a otros ofreciendo nuestra mano y todo lo necesario repitiendo el gesto de Jesús con la niña y con tantos: “Talita kum”.
En el viejo video que les comparto –que quizá muchos ya han visto- un bailarín sin una pierna ofrece la fuerza de su mano tendida a una bailarina también mutilada, que carece de un brazo y ha perdido el sentido y el deseo de vivir –lo cual se representa en la primera escena-. Ella deberá escoger si seguir llorando la pérdida o si abrirse a esa invitación a seguir danzando.
Al sumarme al augurio de Felices Pascuas de Resurrección, les ofrezco estos dos regalos, los versos de Elena Lasida y este video, ambos plenos de sentido pascual.
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