Nordestinación de la violencia en las prisiones de Brasil

05 de Abril de 2019

[Por: Leonardo Boff | Texto en español y portugués]




De todos es conocida la violencia desatada en Natal-RN en 2018 y principalmente en Ceará en 2019, donde al menos 50 de los 184 municipios fueron víctimas de gran violencia en las ciudades y también dentro de las prisiones. Fortaleza es la séptima ciudad más violenta del mundo, con el mayor índice de homicidios de adolescentes del país.

 

La violencia en Brasil es estructural, consecuencia de la nefasta injusticia social (neutramente llamada desigualdad) que perdura desde hace siglos, herencia permanente de la colonización, de la esclavitud y del dominio de las clases oligárquicas sobre el Estado y la sociedad. Pero adquirió un carácter exponencial en Ceará. Fortaleza se ha convertido en un lugar privilegiado para el meganegocio de la droga y de los delitos asociados a ella. De allí salen muchos vuelos internacionales que facilitan el envío de la droga hacia el exterior.

 

A fin de conseguir una mayor facilidad para los negocios se desplazaron a Ceará las principales facciones del crimen organizado del Sur, como el CV (Comando Rojo), el PCC (Primer Comando de la Capital), agregándose al GDE (Guardianes del Estado).

 

Con la coordinación del Consejo Estatal de Defensa de los Derechos Humanos (CEDH) del gobierno del Estado, 17 entidades, como la Universidad Federal de Ceará, la Defensoría Pública del Estado, y la Pastoral Carcelaria, entre otras, elaboraron un minucioso “Informe Sistematizado de Denuncias de Violaciones de Derechos en el Sistema Penitenciario de Ceará, enero y febrero de 2019 “.

 

El informe, en aras de la objetividad, documenta toda la violencia practicada en las muchas ciudades cearenses, como el incendio de autobuses, ataques a agencias bancarias, escuelas, edificios públicos, fábricas, estaciones de electricidad y hasta a un viaducto, entre otros atentados violentos.

 

¿Cuál es la razón para este recrudecimiento de la violencia? Se constataba el colapso del sistema penitenciario de Ceará, el hacinamiento, la insalubridad, la violación de los derechos humanos y otras insuficiencias graves. Tal situación provocó revueltas de los presos con represión por parte de los agentes del Estado y muertes.

 

Para controlar la situación fue convocado un gestor, Luís Mauro Albuquerque, nombrado Secretario de Administración Penitenciaria que se hizo célebre por “pacificar” Río Grande del Norte mediante la adopción de procedimientos, rutinas y prácticas que configuran un tratamiento inhumano y degradante, incluso con torturas a los prisioneros. Llegó a sostener públicamente que los “agentes penitenciarios deben lesionar los dedos de los presos... para que ya no tengan fuerza para coger un cuchillo, empujar a un agente o tirar una piedra”. Él impuso esta doctrina y los procedimientos que la ponen en práctica. Tal decisión provocó una revuelta de las facciones criminales. Ellas hicieron un pacto ad hoc para, unidas, olvidando por un tiempo sus diferencias, atacar al Estado.

 

Se entiende así la violencia de sus bandas fuera de la prisión, actuando en las ciudades contra bienes públicos, en una verdadera guerra contra el Estado.

 

La respuesta del Estado vino mediante la aplicación de la doctrina y los procedimientos de Mauro Albuquerque. El informe del Consejo de Defensa de los Derechos Humanos del Estado relata, por medio de los testimonios de las víctimas en sus audiencias, cómo funcionaban "los procedimientos”: se les retiraban todas las tomas eléctricas, los colchones, se obligaba a los detenidos a dormir en el suelo, “procedimientos” que se realizaban durante todo el día y hasta por la noche. A los detenidos se les obligaba también a permanecer largos períodos sentados con las manos en la cabeza, incluso desnudos, expuestos delante de agentes mujeres, se les lesionaban los dedos y otras torturas.

 

Como forma de desmantelar las facciones, el Estado decidió desplazar a los detenidos de las distintas cárceles, sin avisar a sus familias, sin poder llevar nada, ni siquiera medicamentos, a prisiones superpobladas de Fortaleza. Los parientes se desesperaban sin saber dónde estaban sus familiares y sin poder visitarlos.

 

Sería largo resumir el informe mencionado con sus 15 recomendaciones. Queda claro que el Estado debe retomar el control de las prisiones pero no de modo criminal, violando los derechos humanos. El método de Mauro Albuquerque implica tal violación y al parecer está siendo llevado a otros estados. Aquí se comprueba la tesis del sociólogo Jessé Souza: “no basta con marginar y castigar, se debe humillar y herir la dignidad”. Es eso lo que se ha hecho y se está haciendo con los millones de excluidos del pacto social, sin políticas públicas para ellos y relegados a una condición infrahumana.

 

Debemos estar atentos y rechazar la “doctrina y el procedimiento” de Mauro Albuquerque. Esta estrategia podría generalizarse como política oficial y volverse rutina en todas las prisiones del país. Entonces tendríamos la legitimación oficial de la violencia ya existente contra la persona humana que, incluso detenida, jamás pierde su irrenunciable dignidad. Asumiríamos la barbarie como política oficial. Significaría una total regresión civilizatoria. No nos es lícito, en los días de hoy, llegar a esta decadencia.

 

*Leonardo Boff es teólogo y Presidente de honor del Centro de Defensa de los Derechos Humanos de Petrópolis y miembro de la Iniciativa Internacional de la Carta de la Tierra.

 

Traducción de Mª José Gavito Milano

 

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Nordestinação da violência no Brasil?

 

É por todos conhecida a violência ocorrida  em Natal-RN em 2018 e principalmente no Ceará em 2019 onde pelo menos 50 dos 184 municípios foram vítimas de grande violência nas cidades e também dentro das unidades prisionais. Fortaleza é a sétima  cidade mais violenta do mundo, com o maior  índice de homicídios de adolescentes  do país.

 

A violência no Brasil, é estrutural, consequência da nefasta injustiça social (neutramente dita desiguldade) que perdura já há séculos, herança permanente da colonização, da escravidão e do domínio pelas classes oligárquicas sobre o Estado e a sociedade. Mas ganhou um caráter exponencial no Ceará.  Fortaleza se tornou um lugar privilegiado para o mega-negócio da droga e de crimes associados a ela.  Muitos voos internacionais saem de lá e facilitam o envio da  droga para o exterior.

 

Em razão da maior facilidade nos negócios, se deslocaram para o Ceará as principais facções do crime organizado  do Sul, como o CV (Comando Vermelho), o PCC (Primeiro Comando da Capital), agregando-se ao GDE (Guardiões do Estado).

 

Sob a coordenação do Conselho Estadual de Defesa dos Direitos Humanos (CEDH) do governo do Estado, 17  entidades, como a Universidade Federal do Ceará, a Defensoria Pública do Estado, a Pastoral Carcerária, entre outras, elaboraram um minucioso “Relatório de Sistematização de Denúncias de Violações de Direitos no Sistema Penitenciário do Ceará, janeiro e fevererio de 2019”.

 

O relatório, em função da objetividade, documenta toda a violência praticada nas muitas cidades cearences, como o incêndio de ônibus, ataques a agências bancárias, a escolas, a prédios públicos,  fábricas, estações de eletricidade e até de um viaduto entre outros tantos atentados violentos.

 

Qual a razão deste recrudecimento da violência? Constatava-se o colapso do sistema prisional do Ceará, pela superlotação, pela insalubridade, pela violação dos direitos humanos e outras insuficiências graves. Tal situação provocou revoltas dos presos com repressão dos agentes do Estado e   mortes.

 

Para controlar a situação foi convocado um gestor, Luís Mauro Albuquerque, feito Secretáro de Administração Penitenciária que se celebrizou por “pacificar” o Rio Grande do Norte com a adoção de procedimentos, rotinas e práticas que configuram tratamento desumano e degradante e mesmo torturas nas unidades prisionais. Chegou a sustentar publicamente que os “agentes penitenciários devem  lesionar dolosamente os dedos de presos…para não terem mais força para pegar uma faca e empurrar num agente ou jogarem uma pedra”. Ele impôs essa doutrina e os procedimentos que a incrementam. Tal decisão provocou a revolta das facções criminosas. Elas fizeram ad hoc um pacto para juntas, esquecendo por um tempo as diferenças, atacarem o Estado. 

 

Por aí se entende a violência de seus comparsas fora da prisão, atuando nas cidades contra bens públicos, numa verdadeira guerra contra o Estado.

 

A resposta do Estado veio mediante a aplicação da doutrina e dos procedimentos de Mauro Albuquerque. O relatório do Conselho de Defesa dos Direitos Humanos do Estado relata, por testemunhos das vítimas em suas oitivas como funcionavam “os procedimentos”: retirada de todas as tomadas elétricas, dos colchões, obrigando os detentos dormirem no chão, realização desses “procedimentos” durante todo o dia e até à noite, detentos sendo obrigados a ficar longos períodos sentados com as mãos na cabeça, até desnudados, expostos diante de agentes mulheres e lesionamento dos dedos e outras torturas.

 

Como forma de desmantelar as facções, o Estado decidiu deslocar os detentos das várias prisões, sem aviso às famílias,  sem poderem levar nada, nem sequer medicamentos, para unidades prisionais superlotadas de Fortaleza. Os parentes se desesperaram sem saber onde estavam seus familiares e sem poder visitá-los.

 

Seria longo resumir o relatório referido, com suas 15 recomendações. Fique claro: o Estado deve retomar o controle das unidades prisionais mas não de modo criminoso, violando os direitos humanos. O método de Mauro Albuquerque implica tal violação e  está sendo levado, ao que parece, a outros estados.  Aqui se comprova a tese do sociólogo Jessé Souza: “não basta marginalizar e punir, deve-se humilhar e ferir a dignidade”. O que se fez e se está fazendo com os milhões de excluidos do pacto social, sem politicas públicas para eles e relegados à sua condição sub-humana.

 

Devemos estar atentos  e rejeitar a “doutrina e o procedimento” de Mauro Albuquerque. Essa estratégia poderia ser generalizada como política oficial  e feita rotina em todas a prisões do país. Então teríamos a legitimação oficial  da violência já existente contra a pessoa humana que, mesmo detida, jamais perde a sua irrenunciável dignidade. Assumiríamos a barbárie como política oficial. Significaria uma total regressão civilizatória. Não nos é lícito, nos dias de hoje,  chegar a esta decadência.

 

Leonardo Boff e teólogo e Presidente de honra do Centro de Defesa dos Direitos Humanos de Petrópolis e membro da Iniciativa Internacional da Carta da Terra.

 

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